El verdadero coste de una tropa profesional
Desde que a finales de la pasada d¨¦cada se desencaden¨® con fuerza el debate sobre la posibilidad de eliminar el reclutamiento forzoso para el personal de tropa de los ej¨¦rcitos, en toda intervenci¨®n oficial sobre el asunto se ha venido esgrimiendo como argumento incontestable y todopoderoso el del coste prohibitivo de un Ej¨¦rcito profesional. La argumentaci¨®n es tan gr¨¢fica como falaz. Se basa en la idea, aparentemente obvia, de que una tropa en la que cada soldado recibiera un sueldo mensual de, por ejemplo, 140.000 pesetas siempre ser¨¢ m¨¢s cara que una tropa, con el mismo n¨²mero de soldados, en la que cada uno de ellos percibe 1.500 pesetas al mes. No se me negar¨¢ que, as¨ª planteada la cuesti¨®n, la extraordinaria diferencia de coste entre uno y otro tipo de ej¨¦rcito parece indiscutible.Veamos, a modo de ilustraci¨®n preliminar y mediante un ejemplo de la vida cotidiana, c¨®mo ha de entenderse el supuesto coste inferior de una tropa de soldados forzosos y mal retribuidos (y enti¨¦ndase que, d¨ªgaselo que se diga, la retribuci¨®n inadecuada es lo que justifica la obligatoriedad del servicio en ¨²ltima instancia, y partidos como CiU as¨ª lo reconocen sin escr¨²pulos). Supongamos que cuatro individuos, llam¨¦mosles A, B, C y D, alquilan una casa a medias. Deciden, como es l¨®gico, compartir equitativamente el coste del alquiler y otros gastos comunes. Sin embargo, cuando llegan al cap¨ªtulo del cuidado del extenso jard¨ªn con que cuenta la casa, A, B y C acuerdan que ese trabajo (que, curiosamente, insisten en considerar como el m¨¢s honorable de todos) no lo van a pagar a medias. Esa labor la va a hacer D (que es el m¨¢s joven y cuya opini¨®n cuenta menos) obligatoriamente y por "solidaridad". De ese modo, concluyen A, B y C, "es m¨¢s barato". Cuando D protesta, sus compa?eros de casa dejan bien claro que quieren tener jardinero (insisten obsesivamente en que es la profesi¨®n m¨¢s necesaria y honorable), pero que no est¨¢n dispuestos a a?adir una peseta m¨¢s a los gastos comunes para contratar a uno. Adem¨¢s, se niegan a renunciar a otros gastos ya presupuestados para con el ahorro contratar a un jardinero. "De eso ni hablar" afirman rotundamente, "es tu deber moral ser jardinero, y ya te daremos una propinilla".
Este ejemplo tan coloquial ilustra un concepto t¨¦cnico denominado impuesto de conscripci¨®n, que se define como la diferencia que hay entre el sueldo que cobra, un soldado al servir por la fuerza y el salario que ser¨ªa necesario ofrecerle para atraerle a alistarse voluntariamente. Un servicio a la comunidad que realiza un sector de esa comunidad sin percibir una retribuci¨®n adecuada no es en modo. alguno m¨¢s barato. Lo ¨²nico que ocurre es gue el coste de ese servicio se est¨¢ cargando de un modo injusto y abrumador sobre quienes se ven obligados a realizarlo. Se trata, t¨¦cnicamente hablando, de un impuesto no proporcional ni progresivo que se aplica a un sector de la poblaci¨®n en base a criterios arbitrarios (edad, sexo y condici¨®n f¨ªsica). Una tropa de soldados forzosos no es m¨¢s barata en s¨ª. Es m¨¢s barata s¨®lo para quienes no contribuyen a su mantenimiento mediante sus contribuciones equitativas. El coste de una tropa de forzosos no se refleja en los presupuestos generales, y ello es lo que genera la falsa impresi¨®n de que tal coste no existe.
El car¨¢cter de impuesto del servicio militar obligatorio queda claramente manifiesto en el hecho de que hasta 1936 el impuesto pudiera pagarse en valor de trabajo (yendo a filas). o en valor monetario (pag¨¢ndole al Estado un rescate total o parcial, seg¨²n las ¨¦pocas, en vez de ir a filas). Llevado a su extremo l¨®gico, este tipo de impuesto aplicado a todos los servicios p¨²blicos dar¨ªa como resultado una sociedad en la que un peque?o grupo de ciudadanos, que por diversas razones no fueran reclutables para realizar esos servicios, se beneficiar¨ªan enormemente del sistema. Para ellos, esos servicios ser¨ªan, claro est¨¢, "m¨¢s baratos". Pero para la sociedad en general ser¨ªa ruinoso. Y en ¨²ltima instancia se revelar¨ªa como m¨¢s caro para todos.
Si se contratara a voluntarios (profesionales) para el servicio de tropa, s¨®lo el coste Presupuestario seria m¨¢s elevado. El coste econ¨®mico real ser¨ªa incuestionablemente m¨¢s bajo para la sociedad. Ello se debe a que, en la actualidad, el Estado emplea para realizar ese servicio a individuos con cualificaciones innecesariamente altas y no motivados en absoluto para ser soldados. Su. empleo para una actividad que no requiere tales cualificaciones supone un ingente despilfarro de recursos econ¨®micos para la sociedad.
El coste real del mantenimiento de una tropa se reduce enormemente cuando, mediante la ley de la oferta y la demanda, se contrata para esa labor a individuos motivados y con las cualificaciones precisas, ni m¨¢s ni menos. Y enti¨¦ndase que las consideraciones relativas al menor desgaste de material en manos de profesionales, o a la posibilidad de reducir el contingente, son s¨®lo aspectos a?adidos que con tribuir¨ªan a reducir costes. El principio fundamental no var¨ªa: una tropa profesional, con el mismo n¨²mero de hombres que una de forzosos, es siempre m¨¢s barata... para todos.
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