Pol¨ªtica del desamparo
Todos los signos indican que el llegar a viejo no es un buen negocio. Y el Estado, que debiera tutelar al menos los aspectos menos sentimentales, tampoco es que sea un buen hijo para los ancianos m¨¢s necesitados.Los Presupuestos Generales del Estado de 1990 contemplaron determinada subvenci¨®n. La anciana que me ocupa, viuda de 75 a?os y analfabeta, no supo en tiempo de tal derecho, por lo que se le pas¨® el plazo para "solicitarlo". Con todo, un alma caritativa lo hizo en su nombre; eso s¨ª, fuera de plazo; le fue denegado; se recurri¨® en alzada; se desestim¨® el recurso y se fue al contencioso; se acept¨® y se pidi¨® a la interesada personarse, asistida de abogado y procurador ante el juez. La econom¨ªa de esta anciana no le permite tales dispendios, por lo que se acogi¨® al turno de oficio, beneficio que se le conceder¨¢ discrecionalmente, tras Ia presentaci¨®n de m¨¢s documentaci¨®n y tras varias visitas al abogado nombrado inicialmente en este turno... Han pasado tres a?os de reclamaciones y tr¨¢mites, y en ello seguimos.
En fin, esto es un calvario sembrado de escollos que en ning¨²n caso podr¨ªa haber sorteado esta anciana en solitario. De lo que deduzco que el padrastro Estado pretende por todos los medios hurtar a los m¨¢s d¨¦biles las limosnas que anuncia demag¨®gicamente en sus propias leyes.-
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