C¨®digo cuatro
EL PROYECTO de nuevo C¨®digo Penal, corregido y aumentado, ha vuelto por segunda vez al Congreso de los Diputados, tras el obligado aparcamiento del primer texto por causa de las elecciones generales del 6 de junio de 1993. Es posible que esta vez la tarea culmine con la aprobaci¨®n definitiva de lo que constituye, seguramente, el desaf¨ªo legislativo de mayor envergadura al que se ha enfrentado hasta ahora el Parlamento, aunque la extensi¨®n e importancia del articulado del proyecto, que exigir¨¢ un prolongado debate parlamentario, no permiten descartar del todo que alg¨²n imprevisto electoral obligue de nuevo a aplazar el nuevo c¨®digo.Han pasado m¨¢s de tres a?os desde que a finales de 1990 el entonces ministro de Justicia, Enrique M¨²gica, anunciara el prop¨®sito de los socialistas de sacar adelante el nuevo, C¨®digo Penal que hab¨ªan prometido al llegar al poder. Hasta ese momento se hab¨ªan producido dos intentos fallidos: uno de los propios, socialistas, articulado en 1983 en tomo al llamado anteproyecto Ledesma, y otro del Gobierno de UCD en 1980, ambos laboriosamente preparados por una comisi¨®n de expertos. El actual proyecto de ley ser¨ªa, pues, el cuarto intento de dar curso legal al que, no sin raz¨®n, se ha dado en llamar C¨®digo Penal de la democracia.
Aunque actualizado mediante reformas parciales, sobre todo las llevadas a cabo en 1983 y 1989, el actual C¨®digo Penal responde globalmente -tanto por el desequilibrio de sus respuestas punitivas como por su desfase respecto a las nuevas realidades sociales- al sistema de valores instaurado en la ¨¦poca franquista y no al constitucional vigente desde 1978. Poner fin cuanto antes a esta incongruencia debe ser un objetivo b¨¢sico de la pol¨ªtica legislativa del Gobierno y de todos los grupos parlamentarios.
Naturalmente, el tiempo no pasa en balde, y entre los proyectos de entonces y el que ahora tiene todas las trazas de ser el definitivo existen no pocas diferencias sustanciales, de acuerdo con el cambio de valores que se ha producido en la sociedad espa?ola en los ¨²ltimos 15 a?os. Incluso se dan tambi¨¦n entre las diversas ediciones del actual proyecto de ley, seg¨²n las particulares aportaciones de los diversos ministros de Justicia que han participado en su elaboraci¨®n. La diferencia m¨¢s sustancial de la edici¨®n Belloch respecto de sus predecesoras es, sin duda, la elevaci¨®n de la edad penal desde los 16 a los 18 a?os.
Pero, como no pod¨ªa ser de otro modo, el proyecto de C¨®digo Penal que el Gobierno remiti¨® el pasado viernes al Congreso es b¨¢sicamente el mismo que el enviado a principios de 1993 e id¨¦ntico en sus objetivos. El ministro Belloch los explic¨® tras la reuni¨®n del Consejo de Ministros: tutelar mejor los derechos fundamentales de la persona; proteger penalmente los nuevos valores constitucionales que carec¨ªan de tal protecci¨®n o no la ten¨ªan en grado suficiente; reducir, en cambio, el excesivo amparo penal de que gozan los poderes p¨²blicos, m¨¢s propio del pasado r¨¦gimen autoritario que de un sistema democr¨¢tico, y endurecer la lucha Contra la corrupci¨®n pol¨ªtica mediante una m¨¢s extensa y precisa tipificaci¨®n delictiva de ese tipo de conductas.
En ese contexto se explica que el ministro Belloch haya dado marcha atr¨¢s en su inicial propuesta -de dif¨ªcil encaje constitucional- de imponer como pena a los insumisos la retirada del carn¨¦ de conducir o que se acote con m¨¢s precisi¨®n el alcance de delitos tan anacr¨®nicos como el desacato. Por lo dem¨¢s, la m¨¢s justa proporcionalidad en el castigo de los delitos menores y la sustituci¨®n, en estos casos, de la pena de privaci¨®n de libertad por la de multa o por el arresto de fin de semana constituyen dos de las m¨¢s novedosas medidas del nuevo c¨®digo. Aparte de que contribuir¨¢n a moderar el preocupante aumento de la poblaci¨®n penitenciaria, casi 50.000 reclusos en la actualidad-, tales medidas responden a una concepci¨®n moderna del derecho penal y entroncan con las tendencias m¨¢s abiertas y avanzadas de pol¨ªtica criminal existentes en la sociedad espa?ola.
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