Cuarenta a?os de sesi¨®n continua
Manuel Fern¨¢ndez proyect¨® las pel¨ªculas del cine Dos de Mayo hasta su incendio en 1969
La madrugada del 3 de julio de 1969 ard¨ªa para Manuel Fern¨¢ndez la materia de la que est¨¢n hechos los sue?os. Hace 25 a?os, el jefe de cabina del cine Dos de Mayo vio c¨®mo en apenas dos horas las llamas consum¨ªan la historia de 40 a?os de su vida y arrasaban uno de los cines m¨¢s populares y antiguos de Madrid. Diez dotaciones de bomberos no fueron capaces de sofocar el incendio. El cartel de El suceso (la pel¨ªcula que se hab¨ªa proyectado horas antes, interpretada por Anthony Quinn) jam¨¢s ser¨ªa sustituido por ning¨²n otro.Manuel Fern¨¢ndez, que ahora tiene 81 a?os, hab¨ªa entrado a trabajar en el cine Dos de Mayo en 1932, cuando todav¨ªa se proyectaban pel¨ªculas mudas. La sala, situada en la calle del Esp¨ªritu Santo, en pleno coraz¨®n del barrio de Maravillas, hoy Malasa?a, se hab¨ªa inaugurado en 1928 con la pel¨ªcula Viva Madrid que es mi pueblo, protagonizada por el torero Marcial Lalanda. Unos metros por encima del entresuelo se encontraba la vivienda del jefe de cabina, que tiempo despu¨¦s pasar¨ªa a ser el domicilio conyugal y el lugar donde nacieron sus tres hijos. Precisamente una de sus hijas, Isabel, fue la que dio la voz de alarma del incendio.
Entonces era habitual la denominada sesi¨®n continua, y desde las cuatro de la tarde se formaba una larga cola para ocupar alguna de las 1.474 butacas del cine. "La sala estaba siempre repleta, y eso que no hab¨ªa refrigeraci¨®n. A pesar del calor sofocante, el ruido de las pipas y los continuos cortes por el mal estado de la pel¨ªcula, a la gente le encantaba ir al cine", afirma Manuel Fern¨¢ndez, quien antes de ocupar su plaza tuvo que examinarse en la Direcci¨®n General de Seguridad sobre el manejo de m¨¢quinas de proyecci¨®n. "El riesgo de que se incendiera la pel¨ªcula era muy alto. Yo ten¨ªa fogonazos a punta pala, porque las copias eran de mala calidad y se quemaban r¨¢pidamente. Adem¨¢s, en la cabina de proyecci¨®n se alcanzaban hasta los 50 grados".
En aquellos a?os la crisis todav¨ªa no hab¨ªa hecho mella en el cine. Porteros, acomodadores, taquilleras, se?oras de los lavabos, guardarropas, personal suplente y dem¨¢s subsist¨ªan en una ¨¦poca en la que la entrada de cine rondaba por cincuenta c¨¦ntimos. "S¨®lo en la cabina de proyecci¨®n hab¨ªa tres personas trabajando: ayudante, operador y jefe de cabina, mientras que ahora una sola persona maneja dos o tres salas", advierte Fern¨¢ndez. Los madrile?os obten¨ªan descuento los denominados lunes populares y los viernes f¨¦minas, que equivalen a lo que hoy se conoce como d¨ªa del espectador.
Toda la familia se aficion¨® al s¨¦ptimo arte. Su mujer, Juana Robledo, recuerda que "por la noche, despu¨¦s de acostar a los ni?os, bajaba a ver las pel¨ªculas y el acomodador me avisaba si les o¨ªa llorar". Su hija Isabel, de 48 a?os, que trabaja en Movirecord, y es la m¨¢s cin¨¦fila de todos, cuenta que se ve¨ªa una y otra vez las pel¨ªculas. Hasta 14 veces vio El Pr¨ªncipe Valiente, y dice con satisfacci¨®n haber sido espectadora de pel¨ªculas no toleradas, como Arroz amargo, un filme que caus¨® esc¨¢ndalo y furor en los a?os de su estreno y en el que una jovenc¨ªsima Silvana Mangano luc¨ªa una falda que hoy recuerda las de uniforme de colegio de monjas.
Y como si se tratara del argumento de la pel¨ªcula italiana Cinema Paradiso, un incendio acab¨® con la vida de aquel cine. Aunque los motivos del mismo nunca fueron analizados por la polic¨ªa, al jefe de cabina le extra?aron varias circunstancias. "En primer lugar, yo me conoc¨ªa el edificio muy bien, y viviendo incluso en el mismo era muy dif¨ªcil que no advirtiera cualquier incidente. Cuando intent¨¦ entrar en la sala, una vez que percib¨ª el fuego, la puerta estaba abierta y nadie salvo yo ten¨ªa llave. Intent¨¦ sofocar el incendio con los extintores, pero ninguno de ellos funcionaba. De todas formas, el local lo ten¨ªa alquilado la empresa para la que yo trabajaba, Film¨®fono, y si el incendio fue intencionado no tengo ni idea de qui¨¦n pudo ser el responsable". Tiempo despu¨¦s, en el solar de m¨¢s de mil metros cuadrados se construy¨® un gran edificio de apartamentos. El inicio del cierre de los cines de barrio coincidi¨® tambi¨¦n con el comienzo de la especulaci¨®n inmobiliaria de los a?os setenta.
El dram¨¢tico suceso hab¨ªa dejado a la familia Fern¨¢ndez en la calle y sin trabajo. Afortunadamente el padre encontr¨® pronto un puesto de trabajo en una sala de la Gran V¨ªa, el Palacio de la M¨²sica, donde permaneci¨® hasta que se jubil¨® hace 14 a?os.
Manuel ahora ya no va al cine y tampoco le gusta ver pel¨ªculas en la televisi¨®n. "Tengo problemas de o¨ªdo y no me acostumbro a la pantalla peque?a", explica. "Ahora la gente prefiere coger el autom¨®vil y salir fuera los fines de semana. Los domingos ya no se doblaba la taquilla. Pero pase lo que pase, el cine es para siempre".
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