La transitoria sobre pensiones
Dec¨ªa el Conde de Romanones: "Redacten la Ley, d¨¦jenme el Reglamento". En nuestra Espa?a de fin de siglo, m¨¢s conservadora que la liberal de Alfonso XIII, los avezados lectores del ¨²nico peri¨®dico que vale la pena controlar, El Bolet¨ªn Oficial del Estado, van derechos a las disposiciones transitorias. . La conversi¨®n de nuestras pensiones p¨²blicas, de un sistema de reparto a un. sistema de capitalizaci¨®n, se enfrenta con los derechos, adquiridos. Hay que ponerle ese Cascabel al gato, como reza el t¨ªtulo del libro escrito por Jos¨¦ Pi?era,. el ministro de Pinochet que transform¨® la Seguridad Social de Chile en 1980. Cuando menciono a Pinochet, los confecionadores de EL PA?S me sacan una foto del espad¨®n, con la expresi¨®n m¨¢s dictatorial que encuentran. Fue un bruto; no deseo. otro como ¨¦l para Espa?a; pero m¨¢s de una cosa hizo bien. El general cumpli¨® la condici¨®n necesaria para el ¨¦xito de la reforma del sistema de pensiones: equilibr¨® el Presupuesto y amortiz¨® la deuda p¨²blica. "Pues bien me lo pone usted", me dir¨¢ el lector m¨¢s reformista y radical.
El se?or Pi?era bas¨® su reforma en varios cambios imaginativos. Primeramente, elev¨® los salarios de todos 161 emplados hasta incluir las contribuciones llamadas empresariales a la Seguridad Social. En un pa¨ªs con amplio paro, esas cuotas las pagan en realidad los trabajadores -o los parados-.
Hizo obligatorio un ahorro del 10% de los ingresos de cada empleado, para que lo invirtieran en el fondo de pensiones privados o, p¨²blicos de su elecci¨®n (cuidadosamente supervisados por el Estado). Ese ahorro, deducible de la base del impuesto sobre los ingresos, puede complementarse hasta otro 5%. Los ahorros y sus r¨¦ditos se apuntan en una libreta personal. Llegada la jubilaci¨®n, el pensionista compra con lo ahorrado una pensi¨®n vitalicia en una aseguradora privada.
Las ventajas de este sistema de capitalizaci¨®n estriban en la productividad de los fondos (que en Chile, no ha bajado de un 12% real desde que se hizo el cambio), en los menores gas tos de administraci¨®n, en la competencia entre fondos y entre aseguradoras, y en el consiguiente fomento de la econom¨ªa nacional.
Pero, ?qu¨¦ hacemos con los actuales pensionistas cuyos ingresos ya no vendr¨¢n financiados por los ahorradores empleados? Y ?qu¨¦ hacemos con los empleados m¨¢s talludos, que no tendr¨¢n tiempo de acumular para una pensi¨®n suficiente? ?Y los pobres de solemnidadLas pensiones no contributivas de ¨¦stos ¨²ltimos no son un grave problema, ni siquiera en Espa?a donde no suponen ni el 5%, del total de siete billones anuales de las pensiones de la Seguridad Social.
En Chile se decret¨® que el paso a un sistema privado fuese voluntario: est¨¢n apuntados un 80% de los implicados. Tambi¨¦n anot¨® el Estado en todas las libretas las cuotas pagadas a la Seguridad Social de todos los. empleados y jubilados durante su vida de trabajo: paga un r¨¦dito a los fondos de pensiones sobre esas cantidades y entrega el, al cuando el trabajador se jubila.
Pero el reconocimiento por parte del Estado de esa obligaci¨®n con Sus intereses es en realidad una deuda p¨²blica nueva de varias decenas de billones al a?o hasta que se amorticen todos los derechos. S¨®lo ser¨¢ soportable el servicio de tal deuda en la medida en que el nuevo sistema d¨¦ lugar a mayor crecimiento econ¨®mico.
Ya ven ustedes las fuentes de resistencia: los empresarios, que no podr¨¢n apuntar los fondos en su balance; los ministros que no querr¨ªan equilibrar el presupuesto; y Antonio Guti¨¦rrez y C¨¢ndido M¨¦ndez, que no podr¨ªan nombrar administradores amigos en los fondos de pensiones de empresa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.