La m¨²sica de Shostak¨®vich acapara los conciertos

Shostak¨®vich es un m¨²sico al que se maltrata con demasiada frecuencia. Concurren tantos factores, y tan complejos, en este compositor que muchos no van m¨¢s all¨¢ de considerarle un Mahler de segunda, por ese mosaico de m¨²sicas cultas y populares que concurren en sus sinfon¨ªas. Se suele olvidar el Shostak¨®vich de los cuartetos de cuerda, tan cargados de humanidad.Viene todo esto a cuento del sensacional Shostak¨®vich que ofrecieron ayer Bernard Haitink, Gidon Kremer y la Filarm¨®nica de Viena en la Grossfestpielhaus de Salzburgo. Es significativo constatar que cuantificando los programas de Ios cinco directores -Muti, Jansons, Haitink, Boulez y Solti- que est¨¢n al frente este verano de los conciertos de los vieneses, sea el compositor ruso el m¨¢s interpretado.

Podr¨ªa parecer que la Filarm¨®nica de Viena no es la orquesta m¨¢s id¨®nea para este tipo de m¨²sica. Sin embargo, nadie es capaz de cantar musicalmente el dolor con tanta emotividad como los vieneses. Su secci¨®n de cuerda es de una poes¨ªa l¨ªrica arrebatadora, y la madera y el viento complementan con su pureza virtuosista la personalidad sonora del conjunto. Haitink dirigi¨® la caleidosc¨®pica y monumental Octava con una madurez de concepto y una profundidad portentosa. Supo crear las atm¨®sferas m¨¢s propicias -misteriosa en el adagio, l¨²d¨ªca en el allegretto, inquietante en el largo, brillante en el finale-, pero supo, sobre todo, transmitir la interioridad y hermosura de una m¨²sica que sabe conjugar lo tierno con lo grotesco, la intimidad con el desgarro.

Menci¨®n aparte merece Gidon Kremier, solista del extraordinario Concierto para viol¨ªn n¨²mero 2, ofrecido en la primera parte. El sonido s¨®lido y c¨¢lido de su viol¨ªn se un¨ªa a un dominio t¨¦cnico que en ning¨²n momento perd¨ªa de vista la expresividad musical. Haitink, Kremer y los filarm¨®nicos vieneses vieron recompensados en clima de apoteosis su extraordinario esfuerzo.