?Qu¨¦ fue de aquel paseo rom¨¢ntico?
Villaviciosa recuperar¨¢ su bulevar, escenario de los noviazgos de anta?o
, Cuando un extra?o pregunta por la calle de las Yedras en Villaviciosa de Od¨®n (16.000 habitantes), a la mente de los mayores del lugar llegan recuerdos de un paraje en penumbra donde entre los pl¨¢tanos corr¨ªa un arroyo. All¨ª, anta?o conocieron el amor entre sus piedras.
De aquel rinc¨®n de solaz hoy s¨®lo queda un camino de tierra, tres farolas sujetas a¨²n a postes de madera y la sombra de los m¨¢s de veinte ¨¢rboles que sobreviven a pesar de los a?os y el descuido por su superviviencia.
El Ayuntamiento de Villaviciosa recuperar¨¢ el aspecto inicial de esta calle. Un proyecto presupuestado en 24 millones pretende devolver la ilusi¨®n de los espacios recoletos a las parejas que buscan intimidad y sosiego. El suelo ser¨¢ adoquinado, y la v¨ªa, por supuesto, s¨®lo para recorrer a pie. Bancos y farolas facilitar¨¢n el descaso de chicos y grandes.
El proyecto no olvida el elemento que proporcionaba cach¨¦ a la calle de las Yedras: el agua. Aunque el arroyo, seco, es irrecuperable, una fuente horizontal de agua reciclada recorrrer¨¢ la calle de uno a otro extremo.
Los jueves y domingos, la calle de los enamorados", como la llamaban en Villaviciosa de Od¨®n, se llenaba de parejas que buscaban cierta intimidad para hacerse arrumacos despu¨¦s del baile en la plaza. "Hoy d¨ªa hay menos pudor", comenta Luis, Melquiades para los amigos, "y los j¨®venes ya no se esconden para darse un beso como hac¨ªamos nosotros".
De 64 a?os y vecino del municipio, Melquiades fue un visitante asiduo de las Yedras. ?l y sus amigos sal¨ªan de ronda con las muchachas de servicio que ven¨ªan en verano a atender las fincas de descanso de sus se?oritos. "Muchos de los que empezaron pelando aqu¨ª la pava terminaron casados", cuenta el hombre.
Es el caso de Ciriaco y Juana, dos j¨®venes que hace 40 a?os se conocieron a la sombra de los pl¨¢tanos y se prometieron amor eterno al arrullo de las aguas. Su matrimonio ha permanecido hasta la muerte de Ciriaco.
Los m¨¢s avispados aprovechaban para tener una novia en verano y otra en invierno. En ¨¦poca estival paseaban los jueves con las criadas de las fincas de Villaviciosa que libraban ese d¨ªa, "reservando el domingo para la novia oficial que hab¨ªa estado trabajando en el campo o las huertas durante toda la semana", recuerda Melquiades.
"Sobre todo en domingo era cuando m¨¢s bombillas del paseo se romp¨ªan a base de pedradas", recuerdan algunos sexagenarios del pueblo. Otros trepaban por las tapias de las fincas colindantes para tomar prestados algunos racimos de uvas que ofrec¨ªan a sus amadas.
El resto de la semana, este paraje, serv¨ªa de paso de ganado bravo que se dirig¨ªa hacia la parte de arriba del municipio, en el castillo. Pero el vergel que existi¨® desde comienzos de este siglo en un municipio de 1.500 habitantes, la mayor¨ªa dedicados al campo y las huertas, fue perdiendo poco a poco sus caracter¨ªsticas y significado. Generaciones posteriores a la de Melquiades recuerdan la calle de las Yedras como un paraje m¨¢s degradado, del que desapareci¨® el arroyo y al que los ni?os que hoy tienen 30 a?os iban a jugar a las canicas. Pero ni siquiera los hijos de aquellos hijos visitan ya la calle, en la que los bancos de piedra tampoco han sobrevivido al paso de los a?os.
Por eso, el Ayuntamiento quiere devolver romanticismo al paseo. La alcaldesa de Villaviciosa de Od¨®n, Pilar Mart¨ªnez, lo explica llanamente: "Pretendemos recuperar un espacio tranquilo dentro del casco urbano, donde los vecinos puedan pasear". Y habla de la funci¨®n del surtidor: "Ofrecer¨¢ de nuevo a los pl¨¢tanos la humedad necesaria y un clima muy fresco por las tardes".
Cuando terminen los arreglos, la calle podr¨ªa servir pira el paso de las procesiones, pues une la iglesia con una c¨¦ntrica plaza del pueblo.
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