?Qu¨¦ cooperaci¨®n en Iberoam¨¦rica?
formaci¨®n del espacio iberoamericano, dice el autor, es el desaf¨ªo al que se enfrentan las sociedades de habla hispana y portuguesa. Ellas deben ser las protagonistas de un proyecto que debe reforzar el desarrollo y luchar contra la pobreza.
El avance sostenido durante m¨¢s de una d¨¦cada de los procesos democr¨¢ticos y de reforma econ¨®mica en Am¨¦rica Latina y la profunda modernizaci¨®n operada en Espa?a en esta d¨¦cada de pertenencia activa a la Comunidad -ahora Uni¨®n- Europea, abren nuevas perspectivas de reencuentro efectivo y acci¨®n com¨²n a escala iberoamericana. Las nuevas circunstancias inciden sobre dos cuestiones capitales: ?Qu¨¦ actuaci¨®n, qu¨¦ proyecto com¨²n se podr¨ªa configurar entre los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y nosotros? ?Qu¨¦ tipo de asistencia mutua debe emerger en Iberoam¨¦rica, qu¨¦ cooperaci¨®n alentar?La respuesta a la primera pregunta la daba el secretario de Estado para la Cooperaci¨®n Internacional y para Iberoam¨¦rica, Jos¨¦ Luis Dicenta, en el art¨ªculo publicado en EL PA?S el 21 de junio de 1994: articular econ¨®mica y socialmente un espacio iberoamericano. La respuesta a la segunda cuesti¨®n parte de la premisa de que es posible hoy adentrarnos en una cooperaci¨®n renovada en Iberoam¨¦rica, basada en la emergencia de una mayor responsabilidad compartida de todas las naciones iberoamericanas por lograr la viabilidad de nuestro espacio en su conjunto y en cada uno de los pa¨ªses en particular. Es el momento de multiplicar acciones conjuntas con n¨²mero variable de participantes en funci¨®n de las materias y problemas que se tengan que afrontar.
Las dos cuestiones, por afectar muy directamente al potencial, de crecimiento de nuestros v¨ªnculos exteriores m¨¢s hondos, requieren de un an¨¢lisis que explique sus detalles.
El concepto de espacio iberoamericano apunta a la emergencia de un ¨¢rea de identidad supranacional en el que la estrecha vinculaci¨®n de todos los ciudadanos conlleve a la multiplicaci¨®n y concentraci¨®n de actividades y proyectos entre todas las sociedades de habla hispana y portuguesa. El espacio iberoamericano fraguar¨¢ por medio de la vinculaci¨®n de las sociedades, posibilitada ahora por el potencial y nuevo valor de la comunicaci¨®n.
Es, pues, evidente que la construcci¨®n del espacio iberoamericano tiene una naturaleza muy diferente a la construcci¨®n europea.
El proyecto del espacio iberoamericano tiene a las sociedades y a los ciudadanos como grandes protagonistas. La existencia de una base comunicacional com¨²n facilita el contacto, la identificaci¨®n de oportunidades, la realizaci¨®n de proyectos y la integraci¨®n de todos los colectivos de la sociedad. No se trata aqu¨ª de crear instituciones de gobierno comunes, ni de armonizar las reglamentaciones. Se trata de utilizar bien el potencial de vinculaci¨®n de nuestras sociedades y de iniciar un trabajo de gobierno que facilite esa obra capital que deben hacer nuestras sociedades. De ah¨ª que, junto a la noci¨®n de espacio iberoamericano, hablemos de la necesidad de su articulaci¨®n econ¨®mica y social. Es decir, de la necesidad de alumbrar una cultura de gesti¨®n econ¨®mica y social cada vez en mayor sinton¨ªa entre nuestras naciones, de forma que los reg¨ªmenes de inversiones y establecimiento, las pol¨ªticas econ¨®micas y sectoriales acompa?en y faciliten el esfuerzo de vinculaci¨®n de nuestras sociedades. El reto, pues, consiste en plantear y llevar a cabo una gran din¨¢mica de vinculaci¨®n ciudadana a escala iberoamericana ante el nuevo potencial que nos crea la historia, la cercan¨ªa psicol¨®gica, la confluencia de nuestros planteamientos pol¨ªticos y objetivos sociales, y el avance de las comunicaciones.
Y llegamos, as¨ª, a la segunda cuesti¨®n planteada: ?Qu¨¦ cooperaci¨®n debe primar en Iberoam¨¦rica?
En primer lugar, atendiendo al hecho de que la realizaci¨®n del espacio iberoamericano es dependiente de la vinculaci¨®n de las sociedades y que el desarrollo tiene en el hombre su motor principal, la cooperaci¨®n deber¨¢ servir para alentar, facilitar e incluso, seg¨²n los casos, articular la participaci¨®n ciudadana en la acci¨®n exterior del Estado de forma que creemos una corriente circular de, intercambios y de presencia constructiva de los ciudadanos en los otros pa¨ªses. A esto apuntan nuevos programas creados en 1994 como Intercampus, que llegar¨¢ a movilizar este a?o a 670 j¨®venes licenciados y doctorados espa?oles hacia Am¨¦rica Latina y 2.000 latinoamericanos hacia Espa?a, habi¨¦ndonos trazado como objetivo un flujo de 5.000 en cada direcci¨®n en 1996, para invertir la situaci¨®n actual de mutuo desconocimiento de los universitarios de los dos lados del Atl¨¢ntico. A esto apunta tambi¨¦n la futura articulaci¨®n de la prestaci¨®n social sustitutoria a realizar en Iberoam¨¦rica a trav¨¦s de una fruct¨ªfera colaboraci¨®n entre las universidaes, la Cooperaci¨®n Espa?ola y los ¨®rganos del Ministerio de Justicia e Interior responsables de la misma.
En segundo lugar, la propia naturaleza cotripartida, y multilateral del reto de la construcci¨®n del espacio iberoamericano lleva a pensar que la cooperaci¨®n debe convertirse en acci¨®n compartida que involucre mucho m¨¢s a todos los pa¨ªses en lograr la viabilidad y buen desarrollo de todo nuestro espacio. Nace as¨ª con los noventa un nuevo sentido de la responsabilidad y la asistencia mutua entre las naciones iberoamericanas por contribuir de forma coordinada y aunando esfuerzos en el desarrollo de aquellas naciones o zonas que presenten un menor desarrollo relativo. De ah¨ª que proceda incrementar los proyectos conjuntos de desarrollo entre pa¨ªses como M¨¦xico, Argentina, Chile o Colombia, con Espa?a en las ¨¢reas que necesiten mayor asistencia en Centroam¨¦rica u otros pa¨ªses que conocen situaciones desventajosas en Am¨¦rica Latina. Iberoam¨¦rica debe apostar por convertirse en un espacio en alza como conjunto, lo que lleva a reforzar la cohesi¨®n social en el interior de cada pa¨ªs y a reforzar tambi¨¦n la cohesi¨®n y el desarrollo de la regi¨®n en su globalidad. Y la primera obligaci¨®n que debemos asumir todos los que conformamos el espacio iberoamericano es ocuparnos conjuntamente de nuestro futuro y resolver los eventuales cuellos de botella y situaciones dif¨ªciles que puedan existir a trav¨¦s de una cooperaci¨®n compartida. Tenemos que afrontar los problemas de pobreza a trav¨¦s de acciones comunes que sirvan para generar una cultura que d¨¦ esperanza y que re¨²na los medios suficientes para impulsar el ciclo que lleva a la superaci¨®n de la misma y que tiene una sola receta: crecimiento econ¨®mico de amplia base social, con incremento de los efectos distributivos y refuerzo de la participaci¨®n.
En tercer y ¨²ltimo lugar, debemos se?alar la riqueza de actuaciones y la naturaleza pluridimensional de la cooperaci¨®n en Iberoam¨¦rica. Con los pa¨ªses m¨¢s avanzados se impone una cooperaci¨®n basada en la asistencia t¨¦cnica que nos permita profundizar conjuntamente en el esfuerzo de modernizar el Estado, reformar las instituciones, encarar la reforma educativa tan crucial en un continente con altas tasas de crecimiento demogr¨¢fico, crear un mercado com¨²n del conocimiento, concebir un nuevo modelo de ciudad, y vincular nuestras empresas y nuestras industrias culturales en particular.
Con los pa¨ªses de renta menor deberemos multiplicar las sesiones que permitan el despegue del sistema productivo, la consolidaci¨®n de un sistema financiero local y el refuerzo de la cohesi¨®n social para que todo crecimiento se vea acompa?ado de participaci¨®n y distribuci¨®n. Ser¨¢n necesarios aqu¨ª mayores aportes de capital, de ah¨ª que preveamos reforzar los fondos de ayuda al equipamiento para estos pa¨ªses.
La tarea es amplia y el esfuerzo a realizar importante. Pero contamos con la idoneidad del momento para emprender todo esto. Se extiende hoy por Am¨¦rica Latina la determinaci¨®n por la renovaci¨®n y la modernizaci¨®n y es destacable una nueva capacidad contributiva de cada uno de nuestros pa¨ªses que hace que la configuraci¨®n y realizaci¨®n de un nuevo proyecto vital com¨²n en Iberoam¨¦rica, no exclusivo de otras relaciones externas, sea hoy m¨¢s que nunca una realidad posible, un norte en ascenso para toda nuestra sociedad.
es director general del Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana.
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