El "Dream Team" no es lo que era
Una Espa?a brillante mantuvo el tipo ante un Estados Unidos calculador
La referencia, la l¨ªnea entre el fracaso y el ¨¦xito relativo, era los 41 puntos que el Dream Team original, el de Jordan y otros magos, infligi¨® a Espa?a, la Espa?a de Angola, en Barcelona 92. Vistas as¨ª las cosas, Espa?a, la Espa?a de Lolo Sainz, tiene algo que decir en este Mundial. Si hoy Brasil la deja, por lo menos.Fueron 20 minutos, los primeros, de restregarse los ojos y no cre¨¦rselo; y 20 minutos, los segundos, de cerrarlos un poco. Espa?a, con la anuencia de la bondad defensiva estadounidense, mantuvo el tipo en el primer tiempo con una efectividad incre¨ªble, y era para s¨®lo so?arlo: el Dream Team II, la pesadilla revivida como sus propagandistas anunciaban, se afanaba -no mucho, es cierto- para intentar despegarse de una lapa que no les dejaba respirar. Llegaron a disponer de 11 de ventaja (39-28), pero cuando parec¨ªa que era hora de sacar el paraguas y aguantar el chaparr¨®n, surgi¨® la clase espa?ola personificada en las mu?ecas de Alberto Herreros. En su gusto por el riesgo y en la velocidad de sus acciones. Y en la parsimonia defensiva estadounidense.
A Lolo Sainz, que, como todos, daba el partido por perdido de antemano, le preocupaba sobre todo no dar sensaci¨®n de rid¨ªculo y desmoralizaci¨®n. Tarea dif¨ªcil, porque el seleccionador espa?ol no olvidaba que el verdadero partido es el de la madrugada de ma?ana. Tarea dif¨ªcil porque, con esa vista en la cabeza, Sainz decidi¨® dar entrada a los 12 seleccionados en la cancha. Midiendo los minutos a los que se tienen que batir el cobre contra Brasil, dando a todos la oportunidad de decir que encestaron contra Estados Unidos.
Todos vivieron una especie de sueno en el primer tiempo del que salieron bruscamente en cuatro minutos del segundo: un parcial de 20-0 que dejaba las cosas en su sitio para la visi¨®n norteamericana. Ah¨ª se acab¨® el partido. Los norteamericanos llegaron a ello casi sin que nadie se percatara: un poco de tensi¨®n defensiva, poco espacio para los lanzadores, un poco de velocidad y en un plis-plas, el chaparr¨®n. Despu¨¦s, el correcalles -con jugada de Villacampa estilo NBA icluido- y una evidencia:, al Dream Team II le falta la mala leche de que abusaba el original. Tiraron de calculadora e hicieron el m¨ªnimo imprescindible para marcar las diferencias. Por ahora, al menos.
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