La imperiosa llamada de la solidaridad
Cada a?o hay un 25% m¨¢s de voluntarios espa?oles que se marchan a cooperar en el Tercer Mundo
Un poderoso veneno. As¨ª define Jos¨¦ Luis Fraguas, oftalm¨®logo de Madrid, esa intoxicaci¨®n que se instala en las venas cuando uno siente que puede contribuir a mejorar la situaci¨®n del pr¨®jimo. Desde 1986 dedica sus vacaciones a operar de cataratas a los habitantes de remotas aldeas, de Zaire y de la Amazonia que llevan condenados a la ceguera 20 a?os por no tener acceso a un m¨¦dico. Estudiantes, bi¨®logos, empleados de banca, arquitectos y psic¨®logos coinciden con ¨¦l en que quienes han probado la llamada del Tercer Mundo suelen repetir.Sin contar, con el impacto causado ahora por la tragedia de Ruanda, s¨®lo en las 80 organizaciones que integran la Coordinadora de Organizaciones no Gubernamentales (ONG) para el Desarrollo el n¨²mero de voluntarios dispuestos a marchar al extranjero aumente cada a?o a un ritmo del 25%. En 1993 fueron 1.117 los que lograron hacer realidad su sue?o por esta v¨ªa.
Adem¨¢s, unos 7.000 espa?oles colaboran sin recibir nada en las sedes de las organizaciones de la coordinadora.
UN JUBILADO ATRAPADO POR LA SELVA
JOS? LUIS FRAGUAS, 70 a?os
Quedar¨¢ eternamente agradecido a los paracaidistas franceses y belgas que en 1991 lo rescataron milagrosamente junto a su esposa de los turbios estallidos civiles que aquel a?o sacudieron el pa¨ªs africano de Zaire con numerosas matanzas.
Ambos se encontraban pasando las vacaciones de verano en Isiro, una peque?a y aislada aldea de la selva en el noreste del pa¨ªs que, desde 1986, hab¨ªan cambiado por la estancia en la playa. Todo hab¨ªa comenzado con una visita a un familiar misionero. "Descubrimos que muchos de los habitantes en torno de la misi¨®n llevaban hasta veinte anos condenados a la ceguera por el simple motivo de que no hab¨ªa ni un oftalm¨®logo en toda la regi¨®n; empec¨¦ a operar con la ayuda de una enfermera y ya fue un . no parar porque el tam-tam corri¨® la voz y acud¨ªan a hacer cola ante la misi¨®n de todos los poblados de la zona", recuerda Fraguas. "Oper¨¢bamos ma?ana y tarde; pero esa incre¨ªble sensaci¨®n que te da el poder hacer algo contra la miseria te da energ¨ªas que nunca hubieses imaginado tener", a?ade.
"Nunca pude imaginar que, con mis simples manos y casi ning¨²n medio -las llamadas cl¨ªnicas no tienen a veces ni agua corriente en las salas de operaciones-, pudiese, hacer milagros; porque para los enfermos que cre¨ªan que nunca volver¨ªan a ver eso era lo que les parec¨ªa que yo hac¨ªa en mi consulta", recuerda.
Decidi¨® crear la asociaci¨®n M¨¦dicos sin Vacaciones, que ahora suma 50 miembros entre m¨¦dicos y ATS. Desde que la situaci¨®n pol¨ªtica impidi¨® el regreso a Zaire, la asociaci¨®n ampli¨® su campo de trabajo a Etiop¨ªa, Per¨², Brasil y Argentina. La esposa de Fraguas muri¨® recientemente de c¨¢ncer. ?l le dedica sus esfuerzos al Tercer Mundo porque "ella me anim¨® a empezar y estoy seguro de que all¨¢ donde est¨¦ quiere que llegue hasta el fondo".
LA VOLUNTAD DE UN ANTROP?LOGO
JOS? JUAN ORTIZ, 41 a?os
Antrop¨®logo de profesi¨®n, lleva cooperando 17 de sus 41 a?os. "Cuando estudiaba en la India en el a?o 1977, empec¨¦ a cooperar con los refugiados tibetanos, y a partir de entonces no lo he dejado". Nepal, Bangladesh, Nicaragua, Bosnia, Jordania, Siria... Jos¨¦ Juan ha pasado por todo y ha visto de todo. Dice que la labor que pueden hacer los voluntarios que no tienen una preparaci¨®n espec¨ªfica ni un bagaje en estos pa¨ªses puede ser important¨ªsima en los programas de desarrollo. Sin embargo, en los casos de emergencia es preferible que acuda personal preparado profesional y psicol¨®gicamente, porque no es un plato nada f¨¢cil de digerir.
"En una guerra, a menudo la gente te apunta con el fusil en la cabeza y te das cuenta de que es la mano del hombre la causa de todo. Ves la maldad humana, pero tienes que trabajar tambi¨¦n para los culpables de todo eso porque son tambi¨¦n v¨ªctimas; tienes que ser imparcial".
UN ARQUITECTO CON LOS NI?OS DE LA CALLE
MANUEL D?AZ, 27 a?os
Hace unas pocas semanas termin¨® la carrera de Arquitectura. Su relaci¨®n con el mundo de la cooperaci¨®n en el Tercer Mundo empez¨® hace algunos a?os, cuando empez¨®. a colaborar con la asociaci¨®n J¨®venes del Tercer Mundo, perteneciente a los padres salesianos. Lo que le ha marcado profundamente fue la experiencia que. vivi¨® el verano pasado en Brasil. Pas¨® tres meses en una de las casas de la organizaci¨®n en Lorena, un pueblo del Estado, de S¨¢o Paulo, intentando sacar a los ni?os vagabundos de la calle." Llegas all¨ª y te das cuenta de que es un error ir con una idea preconcebida de lo que te vas a encontrar", explica Manuel. "Los ni?os con los que trabajamos en Lorena ten¨ªan entre 4 y 18 a?os. Son cr¨ªos que viven al d¨ªa y que sienten que tienen una esperanza de vida m¨ªnima, de poco m¨¢s de 30 a?os. Y te lo dicen as¨ª . de claro. Saben que en cual quier momento les pueden pegar un tiro, raptar si son de los m¨¢s peque?os o simplemente ser inca paces de subsistir".
CUMPLEA?OS DE UNA AGR?NOMA EN RUANDA
MARTA TORRES, 30 a?os
Ha perdido sus vacaciones y cumplir¨¢ sus 31 a?os el pr¨®ximo d¨ªa 18 lejos de casa, en el campo de refugiados de Goma (Zaire), entre personas que mueren de c¨®lera o disenter¨ªa. Pero es una profesional. Una m¨¢s de los 80 miembros de la plantilla de Intermon, una ONG creada en Barcelona que ha destinado 200 millones de pesetas a programas de emergencia y rehabilitaci¨®n en Ruanda, informa Alex Rodr¨ªguez. Ingeniera agr¨®noma de profesi¨®n, Marta ten¨ªa claro desde peque?a, "cuando ve¨ªa sus desgracias por la tele", que quer¨ªa dedicar su vida a ayudar al Tercer Mundo y, ya de mayor, adquiri¨® ese compromiso por "cuestiones humanas y ¨¦ticas" no por convicciones religiosas.
Marta, amante del alpinismo y el submarinismo, responde al perfil del voluntariado profesional. "Son gente de talante progresista, que comenz¨® durante la adolescencia a trabajar con grupos o asociaciones de atenci¨®n a los m¨¢s desfavorecidos de su ciudad, luego estudiaron una carrera e ingresaron en una ONG", se?ala Ignacio Carreras, ingenie-
ro industrial de 37 a?os y subdirector de Intermon.Su compromiso le ha llevado a Nicaragua, donde trabaj¨® dos a?os como cooperante, y a fichar posteriormente por Intermon, una ONG creada en Barcelona donde cobra unas 160.000 pesetas netas mensuales. Con Intermon ya ha trabajado en Sud¨¢n, durante la crisis de 1993. Al campo de refugiados de Goma lleg¨® el pasado martes a bordo de un H¨¦rcules, y el pasado viernes -"no tengo ni idea del tiempo que he podido dormir desde mi llegada", declaraba a este diario a trav¨¦s del tel¨¦fono- andaba pele¨¢ndose con los responsables de ACNUR para conseguir un permiso que permita colocar bajo el paraguas de las Naciones Unidas al campo de refugiados que Intermon y Vetermon, otra ONG catalana, tienen con 4.000 ni?os.
UNA BI?LOGA APRENDIZ DE ALBA?IL
BLANCA GARC?A DE BLAS, 31 a?os
Esta investigadora de biolog¨ªa en la Universidad de Madrid guarda muchos sue?os para el hijo que est¨¢ a punto de dar a luz en estos agobiantes calores del mes de agosto. Uno de ellos es repetir con ¨¦l, en cuanto est¨¦ lo suficientemente criado, la experiencia de voluntariado humanitario que el pasado a?o vivi¨® junto a su marido, Fernando Perezagua, empleado de banca en Nueva Trinidad, una peque?a aldea de El Salvador situada: en las proximidades de la frontera con Honduras.
"Llev¨¢bamos tiempo con la idea de cambiar la playa por unas vacaciones dedicadas a conocer la realidad en un pa¨ªs del Tercer Mundo, pero no quer¨ªamos pasar por ello como meros turistas, sino compartiendo la lucha que sus habitantes tienen que librar para salir adelante", explica Blanca.
La oportunidad les lleg¨® a trav¨¦s de Setem, una de las pocas ONG que todos los a?os env¨ªa voluntarios a pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo en los meses de vacaciones de verano. En Nueva Trinidad necesitaban voluntarios para construir nuevas casas para los antiguos desplazados. "Fue una aventura llegar al poblado; no hab¨ªa carreteras y la lluvia hab¨ªa dejado las pistas en muy mal estado. En lugar de las cuatro horas que nos hab¨ªan dicho, empleamos ocho horas en el viaje y, al final, casi nos perdimos en la selva", recuerda Blanca.
"El trabajo en Nueva Trinidad fue muy duro; nunca se nos hab¨ªa pasado por la cabeza trabajar como alba?iles, recogiendo agua de la fuente y preparando el cemento a mano con el azad¨®n; bajo el sol de justicia de mediod¨ªa nuestro rendimiento era muy escaso", admite la mujer al subrayar que, "aforunadamente, la gente del polado era consciente de que no est¨¢bamos acostumbrados a este tipo de trabajo y hac¨ªan todo lo posible para que no nos desanim¨¢semos".
A pesar de estos inconvenientes, este a?o 500 personas presentaron su solicitud a Setem, en Madrid, para formar parte de sus brigadas internacionales. S¨®lo 150 de ellos pudieron cumplir su sue?o, pag¨¢ndose el billete de su propio bolsillo.
El objetivo de Setem con este programa es el efecto de contagio realizado por los brigadistas a su vuelta a Espa?a, que, como dicen los portavoces de la organizaci¨®n, "es donde m¨¢s se puede hacer por el Tercer Mundo
UNA ESTUDIANTE CON LOS TUBERCULOSOS DE BOLIVIA
EST?BALIZ GENER, 24 a?os
Colabora desde hace cinco a?os con Manos Unidas, una ONG con proyectos en m¨¢s de sesenta pa¨ªses de todo el mundo. Esta estudiante de ¨²ltimo curso de Periodismo se re¨²ne todos los viernes con otros j¨®venes voluntarios. "Organizamos actividades para financiar proyectos; adem¨¢s, a veces damos charlas en los colegios para explicar a los ni?os que buena parte de lo que ocurre en el Tercer Mundo es culpa nuestra, por el simple hecho de que, cada vez que nos tomamos una taza de caf¨¦, no estamos pagando el precio justo a sus productores", explica.
"Conocer el Tercer Mundo es una experiencia muy enriquecedora que impide que nos anclemos en una sola visi¨®n de la realidad", dice. Como su ONG no es partidaria de enviar voluntarios al extranjero, opt¨® por marcharse por su cuenta a Bolivia, en 1992.
No quer¨ªa limitarse a "pasar mirando". En Santa Cruz, una ciudad del oeste del pa¨ªs, acept¨® la oferta de un m¨¦dico para ayudarle, gratis, a hacer una investigaci¨®n sobre las causas de la r¨¢pida expansi¨®n de la tuberculosis en las barriadas. Nunca olvidar¨¢ el d¨ªa en que tuvo que ingresar en uno de los grandes hospitales de la ciudad a una ni?a de 12 a?os seriamente aquejada por esta enfermedad. "Cuando, a pesar de las dificultades de transporte, logramos llegar, nos dijeron que no pod¨ªan admitirla porque no hab¨ªamos llevado las s¨¢banas para la cama", recuerda con amargura.
Otros compa?eros se han animado a seguir su ejemplo. Algunos, como Ana de Lara, se las ingenian como sea para pagarse el viaje y los gastos de bolsillo. Tiene 22 a?os, ha terminado la carrera de Psicolog¨ªa y dentro de unos unos meses se marcha a cooperar en una universidad de Chile. No ten¨ªa suficiente dinero para el pasaje y se he puesto a vender bocadillos por las noches. Su caso no es aislado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.