De Panam¨¢ a Mosc¨²
EL GOBIERNO ruso, despu¨¦s de meses de vacilaci¨®n, ha optado por la mano dura frente al fen¨®meno de la sociedad financiera MMM, que ha embaucado a millones de rusos haci¨¦ndoles concebir falsas esperanzas de enriquecimiento. El presidente de MMM, Sergu¨¦i Mavrodi, fue detenido la semana pasada acusado de fraude fiscal. La polic¨ªa tambi¨¦n entr¨® en el local de MMM, entre los silbidos de unas 5.000 personas congregadas ante la empresa con la esperanza de recuperar algo de unas acciones cuyo valor se ha esfumado en las ¨²ltimas semanas.El caso de MMM pone de relieve hasta qu¨¦ punto se dan ahora en Rusia experiencias que recuerdan los fen¨®menos m¨¢s famosos de las operaciones fraudulentas que en el siglo pasado y comienzos del actual salpicaron la vida de un capitalismo financiero naciente. Se ha comparado, por ejemplo, el caso de MMM con el famoso, caso Panam¨¢, en el que muchos jubilados franceses perdieron sus ahorros a principios de siglo. Pero en el enga?o de la Panam¨¢ exist¨ªa al menos alguna actividad constructora concreta. En el MMM se trata de especulaci¨®n pura; ha sido un simple despliegue de propaganda que ha logrado convencer a millones de rusos (de 10 a 40 millones seg¨²n las fuentes) de confiar su dinero a una empresa fantasmal, que s¨®lo ofrec¨ªa unas ganancias r¨¢pidas sin explicar siquiera el procedimiento para ello. Este caso de MMM no es ¨²nico en Rusia: hay otras compa?¨ªas, como Telemarket, que usan el mismo procedimiento. Es un m¨¦todo calificado "de pir¨¢mide", ya conocido hace tiempo: las acciones se venden con la promesa de que su valor subir¨¢ verticalmente: el n¨²mero creciente de nuevos compradores permite pagar a los que piden ser desembolsados. As¨ª se puede seguir durante bastante tiempo, a condici¨®n de que el flujo de las compras no se interrumpa.
Dos factores explican que una operaci¨®n como ¨¦sta haya podido realizarse: por un lado, la pasividad del Gobierno, que no ha hecho nada para establecer un m¨ªnimo marco legal para los negocios financieros. Por otro, la confianza bobalicona despertada en la poblaci¨®n rusa por la idea de que con el capitalismo todo es posible. Y de hecho, durante mucho tiempo la confianza de los accionistas en MMM era mayor que en las declaraciones del Gobierno. Cuando ¨¦ste dijo que MMM era una operaci¨®n ilegal, algunos pensa ron que ser¨ªa la condena a muerte de la operaci¨®n. No ocurri¨® as¨ª: ante la ca¨ªda vertical de las acciones, muchos poseedores de ¨¦stas han creado una asociaci¨®n confiando en que obtendr¨ªan un reembolso decente. La MMM anuncio que empezar¨ªa indemnizando a las personas m¨¢s necesitadas, como inv¨¢lidos y juibilados. Y el presidente de MMM amenaz¨® con convocar un refer¨¦ndum, apoy¨¢ndose en la masa de sus accionistas, para derribar al Gobierno.
Muchos rasgos de este caso parecen de una novela fant¨¢stica, sin embargo, refleja una realidad profundamente tr¨¢gica en la mentalidad de la sociedad rusa: por un lado, un grado tal de desconcierto que la gente se agarra a cualquier aventurero con la esperanza de ganar dinero, que es lo ¨²nico que importa. Por otro, un desprecio tal a las autoridades legales que prefieren confiar en un aventurero como ese Mavrodi que en un ministro o un jefe de Gobierno. Probablemente, con Mavrodi en la c¨¢rcel, el tinglado de MMM se va a desfondar. Pero la gran amenaza para el Gobierno ruso es que mucha gente le culpe de la ca¨ªda de las acciones y le exija que asuma la responsabilidad de compensar a las personas que queden arruinadas.
En el trasfondo de la aventura de MMM (y de otras semejantes) est¨¢ una realidad econ¨®mica sumamente angustiosa. La producci¨®n desciende y la situaci¨®n de los trabajadores se hace cada vez m¨¢s insostenible. En unas 33.000 empresas, los obreros no han cobrado ning¨²n salario desde hace meses, acumulando un endeudamiento de unos 3,4 trillones de rublos. El jefe del Gobierno, Chernomirdin, subi¨® al poder anunciando que el Estado seguir¨ªa subvencionando a las grandes empresas; pero, obligado a cortar gastos para reducir la inflaci¨®n, el resultado actual de su pol¨ªtica es acelerar la ruina de empresas, y con ella, el aumento de las bolsas de pobreza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.