Si sabes, hasta la una no salgas
Los reyes de la noche veraniega dan consejos y recorridos para disfrutar de las mejores terrazas madrile?as
![Antonio Jim¨¦nez Barca](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fbb60e462-6db2-4012-988f-f51510e31f70.png?auth=7669172c5cd7ebd827330e281ce58fbefd56b99fd17a3fd2ee1eb156026e8bb9&width=100&height=100&smart=true)
No es nada nuevo: el verano en Madrid se refugia por las ma?anas en las piscinas y por la noche en las terrazas. Entre copas a 900 pesetas y ojeadas a los famosos, muchos madrile?os olvidan que aqu¨ª no hay paseo mar¨ªtimo y salen por la noche a sentarse a contemplar el tr¨¢fico de la Castellana o las vistas a los jardines de Sabatini. "Madrid es una ciudad que vive al aire libre, y por eso nos gustan tanto las terrazas", comentaba el jueves el director de cine Pedro Almod¨®var en uno de estos sitios de moda.Seg¨²n Javier Bardem, otro de los personajes asiduos a la costa madrile?a, uno debe salir hacia la una de la madrugada y efectuar el siguiente recorrido: de Terraza Torito, regentada por el mismo Bardem y situada frente al Palacio de Oriente, a Atenas, en la calle de Segovia esquina Cuesta de la Vega, para acabar, si a¨²n quedan fuerzas y dinero, a eso de las tres de la ma?ana en La Riviera, en el paseo Bajo de la Virgen del Puerto.
Pasadas las once de la noche del pasado jueves, en la terraza Bolero, en Castellana, 33, hab¨ªa poca gente. Ambiente tranquilo y m¨²sica no muy alta. "Esto se llena, pero hacia las doce y media", comenta Paco D¨ªaz, el encargado, quien asegura tambi¨¦n que en agosto la mayor¨ªa de la clientela no trabaja, o trabaja poco, y por eso la hora de llegada se retrasa. "En las empresas todo se relaja, por lo que tengo entendido, y ¨¦sa es la raz¨®n de que en agosto la gente salga mucho m¨¢s tarde que en junio y julio", cuenta.
Sin embargo, eran ya las doce y media y segu¨ªa siendo dif¨ªcil encontrar gente que no trabajase. "Estaremos aqu¨ª hasta la una, echando una mano al amigo Fidel, que ahora est¨¢ achuchado", contaba Javier, que trabaja en una empresa de acondicionamiento de oficinas, mientras enarbolaba un vaso de ron cubano. Javier confiesa que no es un habitual, pero que s¨ª le gusta salir de vez en cuando, aunque el precio de las copas (900 pesetas) y su trabajo (ocho y media de la ma?ana en pie) le desaniman a veces.
A la una de la ma?ana, la hora clave del terracer¨ªo, en uno de los sitios de m¨¢s post¨ªn de este a?o, La Riviera, empieza a acudir gente que puebla paulatinamente este espacio grande y acotado. La entrada cuesta 1.000 pesetas los d¨ªas laborables y 1.500 los fines de semana. Tiene nueve barras, lona de pl¨¢stico, sillas de mimbre y parroquia sofisticada. Por las esquinas empiezan a surgir famosos: Luis Cobos sube por una escalera mientras un tipo cuarent¨®n le echa una ojeada a la espalda de su acompa?ante desde el fondo de su asiento. Las barras se abarrotan. Rosario Flores celebra con unos amigos "un pr¨®ximo disco estupendo" y unos bailarines contratados comienzan a animar al p¨²blico. En el centro de la sala se ha colocado un instrumento muy parecido a los listones de salto de altura de los campeonatos de atletismo que en realidad es un aparato polinesio denominado Limbo. El juego consiste en pasar por debajo de la barra sin tocar el suelo con las manos y sin caerse, cada vez con el list¨®n m¨¢s bajo. Los bailarines ejecutan la maniobra con flexibilidad, y una mujer treinta?era de ce?ido traje verde los intenta imitar con el previsible resultado: mujer al suelo. No importa, todos aplauden y sigue la fiesta.
Entonces surge otro de los monstruos nocturnos; uno de esos personajes que va poniendo de moda los lugares por donde pisa: el director de cine Pedro Almod¨®var, que afirma que viene a La Riviera porque muchos de sus amigos regentan alguna de las barras. Una de ellas es Bibi Andersen.
Seg¨²n Almod¨®var, la clientela ya se ha acostumbrado a los famosos porque no le piden muchos aut¨®grafos. "S¨®lo los fines de semana, que viene gente de provincias", cuenta.
A las tres y media de la madrugada, en la terraza Atenas, Javier Bardem baila la m¨²sica de los Rolling Stones. En los jardines que rodean la terraza hay grupos d¨¦ j¨®venes sentados en la hierba que escuchan la m¨²sica y que no toman nada. Carlos Tena y Ricardo Solfa se acaban de retirar, pero la m¨²sica sonar¨¢ hasta las cuatro y media por lo menos. Los personajes que rodean la barra cada vez son m¨¢s curiosos, como Joe M¨¢stil, de profesi¨®n "sus labores" o Germ¨¢n Moltalv¨¢n "visionario lud¨®pata".
Cuando se le pregunta al empresario Javier Bardem por qu¨¦ no est¨¢ en su propia terraza responde tranquilamente: "Es que hoy hemos tenido que cerrar antes por problemas de caja".
Mi trabajo es divertir
Mientras la clientela bebe, baila, escucha m¨²sica, liga si puede o se va su casa, un grupo de gente trabaja toda la noche para que el tinglado veraniego de las terrazas funcione como un reloj. Son los camareros, camareras, relaciones p¨²blicas, guardacoches, animadores y dem¨¢s personas necesarias para que la fiesta no languidezca en ning¨²n momento.Una de ellas es Lorca, camarera en una de las nueve barras de la terraza La Riviera. Lucia el jueves un atuendo reggae por exigencias del gui¨®n, ya que la fiesta esta noche en el local estaba inspirada en los ritmos jamaicanos.
Con 18 a?os, alta, guapa, morena, a esta camarera que alguien tomar¨ªa por una mulata de Brasil -aunque naci¨® en Burgos- le pagan algo m¨¢s de 150.000 pesetas por servir copas de diez de la noche a cinco de la ma?ana, cinco d¨ªas a la semana.
Cuenta que no faltan los mirones ni los moscones, pero que la mayor¨ªa de los piropos que recibe de los clientes son "simp¨¢ticos".
Mientras Lorca sirve copas a velocidad mete¨®rica dos relaciones p¨²blicas de la misma terraza, Rub¨¦n Dar¨ªo -"si, como la estaci¨®n de metro y el poeta"- y Juan Miguel Leclerk, copa en mano y sonrisa en la cara, se preocupan de que la gente no pare de divertirse.
Atentos a cualquier contratiempo, observan c¨®mo un grupo de bailarines contratados (5.000 pesetas y barra libre), ataviados tambi¨¦n como seguidores de Bob Marley, trabajan para estimular a la parroquia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Antonio Jim¨¦nez Barca](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fbb60e462-6db2-4012-988f-f51510e31f70.png?auth=7669172c5cd7ebd827330e281ce58fbefd56b99fd17a3fd2ee1eb156026e8bb9&width=100&height=100&smart=true)