?Maldito escal¨®n!
Un tropez¨®n en un restaurante indio echa por tierra la vertiginosa carrera de un buscado y conocido atracador
Un tipo duro. Y elegante. As¨ª describen a Ricardo Rico Roca, de 37 a?os y 1,80 metros de estatura, quienes le han visto desenvolverse. Movimientos r¨¢pidos bajo una fachada de gafas doradas, pantal¨®n negro plisado y camisa azul. El pasado domingo asalt¨® con ellos el restaurante indio Idrish, en la concurrida calle de San Bernardino (Centro). Le acompa?aron 14 antecedentes, cinco ¨®rdenes judiciales de b¨²squeda y una fuga de la c¨¢rcel. Todo una historia canalla que un tropez¨®n y un restaurador indio echar¨ªan por tierra.Eran las cinco y cuarto de la tarde. Rico abri¨® la puerta y baj¨® un escal¨®n. Pocos clientes. "?Qu¨¦ desea?", pregunt¨® el due?o, Ashok Khabrau¨ª, de 42 a?os. "?Ah! ?Es que esto es un restaurante?", dijo elusivamente Rico mirando a su alrededor. Dio media vuelta. A los dos minutos volver¨ªa. Esta vez, con una carpeta azul de pl¨¢stico y mostrando los dientes.
?Pero, quiere algo?" , le pregunt¨® otra vez el due?o, que depart¨ªa con un cliente.
"Ah, espere un momento, s¨ªgame" contest¨® Rico.
Acompa?ado por Ashok, el reci¨¦n llegado se dirigi¨® hacia la caja -junto al rellano de la entrada-, abri¨® la carpeta azul y con la mano derecha sac¨® una pistola negra con cachas de nogal. Apret¨® el ca?¨®n en los ri?ones de Ashok.
"?Dame todo el dinero!", bram¨® Rico.
"?Qu¨¦ dinero?", respondi¨® el due?o (ahora el elusivo era ¨¦l).
"?No bromees!", le amenaz¨® el atracador.
Ashok, seg¨²n su relato, sinti¨® un poco m¨¢s cerca el tacto de la pistola. Reaccion¨®. Grit¨® "?d¨¦jame!" y de un manotazo apart¨® el arma. Acto seguido se dirigi¨® hacia el interior del local, donde los clientes segu¨ªan la escena petrificados en sus mesas ("La verdad es que s¨®lo pensaba en ellos", dec¨ªa ayer el due?o).
Rico no lo dud¨®. Agarr¨® al cliente que momentos antes charlaba con el propietario y le enfrent¨® a la pistola de suaves cachas. Orden¨® que abriese la caja. "?Pero si no tengo la llave!", suplic¨® el cliente. Al "?que te mato!" le sigui¨® un "?que no puedo, que s¨®lo soy un cliente".
Tanta resistencia no parec¨ªa hecha para Rico. El atracador, recuerdan los testigos, solt¨® al p¨¢lido cliente Y, de un arranque, se dirigi¨® hacia el interior, donde estaba el due?o. Pero en su carrera tropez¨® con el escal¨®n de la entrada. Perdi¨® el equilibrio y la libertad. El due?o y varios clientes se abalanzaron sobre ¨¦l.
La polic¨ªa, que lleg¨® a los 10 minutos, se encontr¨® con un restaurador llorando, un atracador gritando, una caja intacta con 180.000 pesetas y una pistola por el suelo. El arma era simulada. ?Un farol? En la carpeta azul se descubri¨® un cuchillo de dos palmos. Ricardo Rico pas¨® ayer a disposici¨®n judicial.
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