Cientos de cubanos se echan al mar cada d¨ªa para huir a Florida
Fue una estampida en medio de la noche. La gente de Cojimar y de otros pueblos marineros de la zona de La Habana se arremolin¨® el mi¨¦rcoles junto a la costa, al ocultarse el sol, para despedir a cientos de cubanos que se tiraron al mar en todo tipo de embarcaciones para intentar llegar a Florida.Familias enteras, hombres, ni?os y mujeres, algunas con beb¨¦s en los brazos, llegaban a la playa con balsas caseras y fr¨¢giles botes al hombro y se echaban al agua sin pens¨¢rselo dos veces.
Algunos no sab¨ªan nadar y tampoco llevaban agua, ni alimentos, ni siquiera br¨²jula, y varias madres lloraban en la orilla mientras sus hijos se iban en avalancha.
El gobernador de Florida, Lawton Chiles, pidi¨® ayer al presidente Bill Clinton que decrete situaci¨®n de "0emergencia inmigratoria". Chiles se declar¨® incapaz de afrontar el problema con sus propios medios y reclam¨® mayor presencia de buques de la Marina para cortar el paso a los cientos de personas que llegan a diario.
El ¨¦xodo comenz¨® desde temprano, pero se hizo masivo por la noche. S¨®lo de Cojimar, un pueblo de cerca de 20.000 habitantes, salieron ocho balsas entre las nueve y las 11 de la noche del mi¨¦rcoles, seg¨²n pudo comprobar EL PA?S. La fiebre de las balsas dur¨® toda la noche, y todav¨ªa a las seis de la madrugada, desde El Castillito de Cojimar, soldados guardafronteras despidieron con la mano a los pasajeros de dos barcos de motor que salieron del puerto deportivo. Algunos vecinos calculan que, en s¨®lo 24 horas, han salido unas 200 personas. Barcos, lanchas, balsas de goma con neum¨¢ticos de cami¨®n y catamaranes caseros construidos con corcho y poliespuma, cualquier cosa que flotase era buena para lanzarse al mar.
"Esto es un drama", dec¨ªa enfurecida una joven de 25 a?os en el malec¨®n de Cojimar. Con los ojos rojos de tanto llorar, la joven contaba que en dos ocasiones ha intentado irse del pa¨ªs y ha fracasado, y que la ¨²ltima vez estuvo perdida cinco d¨ªas sin casi comida ni agua. "Que venga la flotilla de Miami para que se acabe este drama y la gente se vaya con seguridad", ped¨ªa a gritos cuando ve¨ªa a alg¨²n extranjero con libreta o c¨¢mara.
Fue una noche interminable. Cientos de personas se reunieron en El Castillito y, entre el malec¨®n y la Pozeta de los Curas, al comienzo de la carretera vieja de La Habana, pasaron las horas esperando que llegasen nuevos balseros a la costa. Cuando aparec¨ªa alguno, la gente le aplaud¨ªa y le deseaba suerte, pero el ambiente no era de fiesta, sino de tensi¨®n.
A las 10.30 de la noche lleg¨® a la zona del Claro de Luna un viejo Buick azul con un bote de madera con capacidad para cuatro personas. Varias vecinos del barrio habanero de Regla sacaban por las ventanillas remos y palos para improvisar una vela y, al girar el coche, por el Claro de Luna y dirigirse hacia la f¨¢brica de caramelos, una multitud comenz¨® a seguirles en bicicleta d¨¢ndoles ¨¢nimos. En ese momento pasaba por all¨ª un coche patrulla de la polic¨ªa, casi el ¨²nico de toda la noche, y uno de los agentes s¨®lo dijo a los balseros: Si se quieren ir v¨¢yanse, pero no formen molotera". Y se fue.
"Esto no es una broma"
El flash de una c¨¢mara ilumin¨® la noche justo en el momento en que el conductor del Buick bajaba el bote ayudado por varias personas. Un individuo fibroso de piel cobriza y muchas arrugas se dio la vuelta de inmediato y persigui¨® al fot¨®grafo con un machete en la mano. "Esto no es una broma ni para la publicidad. Nos vamos porque estamos desesperados, pero a m¨ª t¨² no me vas a. utilizar, cacho cabr¨®n", exclam¨¦. Minutos despu¨¦s, el hombre meti¨® el bote en el mar y con ¨¦l se fueron ocho personas. Otros dos se hab¨ªan bajado, diciendo que era demasiada gente, que se iba a hundir.
Durante toda la noche llegaron coches y motos a Cojimar para . contemplar el espect¨¢culo. Se o¨ªa un murmullo y de pronto, por una calle aparec¨ªa un grupo con una balsa a cuestas como si fuese una gran tortuga. A las 11, una familia del pueblo baj¨® con unas poleas una peque?¨ªsima balsa improvisada esa misma noche de una azotea. Ten¨ªa apenas metro y medio de largo y estaba mal acabada, sin ninguna seguridad. Sin casi agua ni alimentos, se mont¨® en ella una mujer con su hija de tres meses en los brazos envuelta en un impermeable azul. Corr¨ªa una brisa fresca en Cojimar y la mar estaba un poco picada, pero la ni?a no llor¨®.
Minutos antes, una furgoneta descubierta hab¨ªa desembarcado en Cojimar una gran lancha que ten¨ªa incluso motor. Los due?os no eran de La Habana y tra¨ªan bastante familia para despedirlos. "Caballeros, no hay sitio para dos", exclam¨® alguien entre la multitud. "Cojimar se ha quedado medio vac¨ªo entre ayer y hoy" explicaba un hombre de unos 35 a?os. Su casa, cerca del barrio llamado Pachanga, es modesta, pero est¨¢ arreglada.
Se trata de una casa t¨ªpica de Cojimar, de dos plantas, en la que viven dos familias, que tiene un patio grande donde cr¨ªa pollos y conejos, pero los animales han sido desplazados y varios j¨®venes construyen dos balsas. Uno de ellos se llama Juan y su mujer, Carmen, tiene 25 a?os. Junto a ellos est¨¢ Laura, su hija de cuatro a?os. "No aguantamos m¨¢s y preferimos arriesgamos a seguir en Cuba. Por favor, d¨ª al mundo que nos recojan r¨¢pido, que salimos esta noche y llevamos una ni?a peque?a" dec¨ªa Juan, trabajando a toda velocidad con un serrucho en la mano.
El mi¨¦rcoles a medianoche muchas casas en Cojimar presentaban la misma situaci¨®n: madres llorando, golpes de martillo, j¨®venes enfebrecidos construyendo balsas de la nada, otros llegando a casa con una c¨¢mara de cami¨®n, fiestas de despedida y mucho dolor en las caras de los que saben qu¨¦ es el mar. "En las ¨²ltimas horas, de Cojimar se ha ido mucha gente". dice Rosa. Seg¨²n ella, buena parte de los 460 cubanos que llegaron el martes a Cayo Hueso son del pueblo o han salido de aqu¨ª. "De mi cuadra, por ejemplo, el m¨¦dico de la familia se fue el martes y ayer la presidenta de mi Comit¨¦ de Defensa de la Revoluci¨®n, que es el Jos¨¦ Antonio Echevarr¨ªa, se qued¨® sola en casa, pues se fue toda la familia".
Lo ocurrido el mi¨¦rcoles no es un caso aislado. Algo similar, aunque a menor escala., sucedi¨® en Alamar, Santa F¨¦ y otras zonas costeras. El mismo mi¨¦rcoles a las cinco de la tarde una balsa de neum¨¢ticos con 12 personas a bordo lleg¨® al hotel Riviera, en el malec¨®n de La Habana. La corriente los hab¨ªa devuelto a tierra y el grupo de cubanos se acerc¨® a las rocas y maldiciendo se bajaron y se fueron para sus casas. Luego un polic¨ªa amarr¨¦ la lancha a un peque?o remolcador, que se la llev¨®.
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