Los Santos Lugares
No existe otro sitio como los Santos Lugares para despertar de vez en cuando instintos y disputas muy poco sacros. Jerusal¨¦n, la ciudad de la paz, tiene una larga tradici¨®n de conflictos. En el siglo XIX, la disputa sobre la posesi¨®n de la llave del Santo Sepulcro provoc¨® numerosas v¨ªctimas entre las distintas sectas cristianas hasta que, para evitar la controversia, la llave fue entregada a una familia musulmana.La tensi¨®n entre jud¨ªos y musulmanes a causa de los Santos Lugares cobra vigor a medida que se consolida el proceso de paz. Y es que no s¨®lo la gran mezquita de El Aqsa y la hermos¨ªsima mezquita de la C¨²pula de la Roca, consideradas en tercer lugar en la jerarqu¨ªa de santidad del islam, est¨¢n construidas sobre las ruinas del templo jud¨ªo dos veces destruido -la primera vez, a manos de los babilonios en el a?o 580 antes de Jesucristo, y la segunda, por los romanos en el a?o 70 de nuestra era-, sino que uno de los restos de este ¨²ltimo, parte del muro oriental del templo, `es el. mism¨ªsimo Muro de las Lamentaciones, uno de los lugares m¨¢s santos del pueblo jud¨ªo, que se encuentra adosado a la mezquita de la C¨²pula de la Roca.
Cuando los jud¨ªos eran pocos, dominados, extranjeros protegidos que visitaban por cortos periodos el Muro para llorar un maravilloso pasado ya desaparecido y depositar una nota entre sus desnudas piedras, se manten¨ªa el equilibrio entre jud¨ªos y musulmanes, pero cuando estos pobres jud¨ªos del pasado s¨¦ convirtieron no s¨®lo en ciudadanos de su propio Estado, sino en los regidores de toda Jerusal¨¦n, en la mayor¨ªa aplastante de sus habitantes y en una potencia militar de primer orden en Oriente Pr¨®ximo, ese equilibrio de d¨ªas pasados se llen¨® de tensiones.
S¨®lo un cerebro sat¨¢nico podr¨ªa haber ideado una situaci¨®n tan compleja en la que dos lugares sagrados de m¨¢ximo nivel para dos pueblos enfrentados se encuentren pegados el uno al otro. Por una parte, una hermos¨ªsima mezquita, santa no s¨®lo para el pueblo palestino, sino para todos los musulmanes, que suman 1.000 millones de. seres humanos y cuyo fanatismo religioso est¨¢ en incremento. Por otra, el peque?o pueblo jud¨ªo, que suma en todo el mundo 13 millones escasos de personas y que, a pesar de dominar formalmente el lugar sobre el que se erig¨ªa el Sancta Sanct¨®rum de su nacionalidad y religi¨®n, en el mism¨ªsimo coraz¨®n de Jerusal¨¦n, su capital, debe conformarse con una postura llorosa y frustrante frente a un desnudo muro, ya que la mezquita neutraliza con su propia existencia1a posibilidad de reconstruir el santuario que representa m¨¢s que nada la total independencia jud¨ªa,
Se necesita, por tanto, una sabidur¨ªa imaginativa que propicie una situaci¨®n en la que esta extrema santidad no se convierta en un pretexto para futuras eclosiones que pongan en peligro el fr¨¢gil acuerdo entr¨¦ palestinos e israel¨ªes. Si Jerusal¨¦n es la mina oculta al final del proceso de paz, los Santos Lugares son el material explosivo que esconde esta mina.
Para neutralizar este sacrosanto explosivo (sobre la mina que constituye Jerusal¨¦n har¨¦ referencia en otro art¨ªculo) es necesario considerar ante todo dos procesos.
El primero est¨¢ relacionado con una cierta reducci¨®n de la intensa relaci¨®n entre los Santos Lugares y la soberan¨ªa nacional en Jerusal¨¦n, y su cesi¨®n a una entidad religiosa internacional. No creo en la internacionalizaci¨®n de los Santos Lugares, ya que no existe ning¨²n ejemplo en todo el mundo en el que una zona se encuentre totalmente bajo control internacional. En las cuestiones de internacionalizaci¨®n intervienen muchas manos y, por consiguiente, son demasiado d¨¦biles. Incluso la ONU, a pesar de la autoridad que ha conseguido en los ¨²ltimos a?os, est¨¢ muy lejos de obtener una identidad clara, necesaria para imponer su autoridad.
Pero creo que si los Santos Lugares fuesen entregados a la direcci¨®n de un consejo compuesto por representantes de las tres religiones y con gran ascendencia espiritual, religiosos que no s¨®lo sean palestinos o israel¨ªes, sino de nacionalidades diversas, y cuyas ¨®rdenes respetara una fuerza policial interreligiosa al estilo de la Guardia Vaticana, ser¨ªa posible crear un mayor aislamiento entre los conflictos nacionales que all¨ª se dan y los Santos Lugares. ?stos no pertenecen a palestinos o israel¨ªes, tampoco a los jordanos o saud¨ªes, sino a los musulmanes, los jud¨ªos y los cristianos de todo el mundo. Su car¨¢cter universal convierte su ubicaci¨®n geogr¨¢fica, ¨¦tnica y pol¨ªtica en secundaria frente a los valores religiosos y espirituales en, el pasado, presente y futuro.
El segundo paso necesario para la neutralizaci¨®n del santo detonante parecer¨¢ fant¨¢stico a los ojos de muchos, pero para m¨ª es de suma importancia. Hay que alentar a los jud¨ªos a construir un templo en la vecindad del ¨¢rea de las mezquitas (una zona apropiada ser¨ªa la zona de las excavaciones arqueol¨®gicas de la Ciudad de David). Este templo, que incluir¨ªa en su ¨¢rea el Muro de las Lamentaciones, compensar¨ªa en cierta manera el templo perdido y permitir¨ªa sublimar los frustrados sentimientos religiosos que ahora se dirigen contra la mezquita.
Aunque sea parad¨®jico, se puede decir que la historia ha tenido piedad, pues al construir los musulmanes la mezquita en el lugar del templo destruido, eximieron a los jud¨ªos del dilema sobre qu¨¦ construir en ese sitio, ya que resulta muy dificil imaginarse a los jud¨ªos modernos, ases de la ciencia y del pensamiento, reconstruyendo el templo y sacrificando en ¨¦l an¨ªmales y aves sobre altares que rezuman sangre. La interrupci¨®n de la historia de los jud¨ªos en Eretz Israel, hac¨ªa que existiera el peligro de que esa independencia perdida obligara a los jud¨ªos a renovar el servicio en el templo seg¨²n la tradici¨®n en boga hace 2.000 a?os, sin todas las modificaciones espirituales que sufrieron templos y ritos de este tipo en otros pueblos en el transcurso de los milenios pasados. Y es que en nuestros d¨ªas podemos encontrar no pocos jud¨ªos fan¨¢ticos que sue?an con el d¨ªa en que sean destruidas las mezquitas y se construya el tercer templo, donde se renueven los ritos y sacrificios, las salpicaduras salvajes de sangre, los c¨¢nticos de los levitas, las ceremonias de los sacerdotes con sus vestimentas especiales, mientras realizan en secreto ensayos generales para cuando llegue la ocasi¨®n.
Si se construyera en las proximidades del Monte del Templo un santuario alternativo, pleno de actividad espiritual y cultural, y en cuyo seno se instalara una gran biblioteca dedicada al ideario monote¨ªsta que ha constituido la mayor aportaci¨®n del juda¨ªsmo a la humanidad, creo que tanto jud¨ªos como musulmanes saldr¨ªan beneficiados. Este santuario servir¨ªa en cierta medida de alternativa al templo perdido, y podr¨ªa estar al mismo nivel, en todos los aspectos, que las esplendorosas mezquitas musulmanas. Los jud¨ªos dispondr¨¢n de un patrimonio propiamente dicho que, por su belleza, actividad y cercan¨ªa al hist¨®rico Sancta Sanet¨®rum, aliviar¨ªa el luto por el pasado y calmar¨ªa los sue?os de venganza. Los musulmanes se sentir¨ªan m¨¢s seguros respecto a una irrupci¨®n fan¨¢tica con tra sus mezquitas, y a trav¨¦s del pensamiento monote¨ªsta se acentuar¨ªa lo similar y com¨²n a las tres religiones, en lugar de lo distinto y divisorio. De esta forma, los Santos Lugares se con vertir¨¢n en una fuente que irradie paz en lugar de ser un detonante peligroso.
es escritor israel¨ª.
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