El Vigilante de Vilassar
La Guardia Urbana instala c¨¢maras en las calles de un pueblo de Barcelona para controlar la delincuencia
Los cuatro j¨®venes bajan tranquilos por la calle de Sant Joan de Vilassar de Mar. Al llegar a la esquina con Josep Antoni Clav¨¦, se tapan la cara y gritan con grandes aspavientos: "Cuidado, que nos graban". Corren, se esconden, r¨ªen, y acaban mof¨¢ndose de la c¨¢mara. Es uno de los cuatro ojos que el Gran Hermano, en este caso el Ayuntamiento, ha situado en puntos estrat¨¦gicos de esta villa tur¨ªstica de la comarca del Maresme, en la provincia de Barcelona, para proteger la seguridad de sus ciudadanos. Pero algunos de ellos consideran que la instalaci¨®n de c¨¢maras de v¨ªdeo en la calle constituye un atentado a la intimidad.Fue el ejemplo de Canet, que hace dos a?os estableci¨® tres c¨¢maras en las calles m¨¢s conflictivas, lo que llev¨® a la Guardia Urbana de Vilassar de Mar a presentar una propuesta al alcalde para vigilar la reci¨¦n estrenada zona para peatones con c¨¢maras de v¨ªdeo. "La verdad es que no nos planteamos que pueda afectar a la intimidad", afirma el alcalde, Josep Maria N¨²?ez Cirera, de CiU, sorprendido porque la noticia haya tenido tanta difusi¨®n. "Hacemos muchos comunicados que nadie publica y ¨¦ste, en cambio, vaya revuelo que ha armado".
N¨²?ez lo atribuye a la aton¨ªa informativa del verano y se apresta a explicar con detalle la g¨¦nesis de la medida: "Tenemos 18 polic¨ªas, 3 cabos y un sargento para vigilar un ¨¢rea muy extensa que en invierno tiene 14.000 habitantes y en verano m¨¢s de 25.000. Puesto que hay que cubrir tres turnos, s¨®lo tenemos seis guardias y un mando en cada turno y de ellos, uno tiene que estar al tel¨¦fono. Con las cuatro c¨¢maras instaladas en puntos estrat¨¦gicos, es como si tuvi¨¦ramos cuatro agentes m¨¢s: el guardia que atiende al tel¨¦fono vigila los monitores del v¨ªdeo y si observa algo raro, avisa a la patrulla".
Los comerciantes de la zona est¨¢n encantados. La medida les ahorra temores y gastos en seguridad. Con distintas palabras, todos coinciden en lo mismo: "Esto no es para meterse en la vida de nadie. Es para garantizar la seguridad". "Y adem¨¢s", remacha una se?ora, "quien no la hace no la teme".
En general, las c¨¢maras han despertado m¨¢s curiosidad que cr¨ªticas, pero tambi¨¦n hay detractores: "El problema es que hoy ponen c¨¢maras en unas calles y ma?ana las tendremos por todas partes. Hasta en los retretes nos van a poner c¨¢maras", dice un joven que se dirige a la playa. El concejal Jos¨¦ Vargas, de Iniciativa per Catalunya, cree que la medida puede afectar al derecho a la intimidad, lo mismo que el portavoz socialista, Pere Albera. La decisi¨®n, sin embargo, cuenta con la s¨®lida mayor¨ªa de CiU, que tiene 10 de los 17 concejales del consistorio.
Poder disuasorio
En el centro de control de la Guardia Urbana, algunos agentes han acogido los monitores de v¨ªdeo como un costoso engorro de dudosa eficacia.
El cabo Javier Rojo, por el contrario, defiende con vehemencia las c¨¢maras: "Es como si estuvi¨¦ramos all¨ª. Quien quiera hacer una gamberrada, no la har¨¢ en esas calles. Y en cuanto a la intimidad, en la calle no hay intimidad. Si una se?ora quiere ocultar, pongamos, que tiene un amante y sale con ¨¦l a la calle, se expone a que la vean, naturalmente, y no s¨®lo nosotros, sino cualquiera, incluido su marido".
El alcalde reconoce que la pol¨¦mica sobre la intimidad tiene su fundamento. "La cuesti¨®n est¨¢ en el uso que pudiera hacerse de las grabaciones. Yo le aseguro que el uso ser¨¢ correcto. Para nosotros, lo importante es ver, no grabar. Y si ese fuera el problema, prescindir¨ªamos de la grabaci¨®n", dice.
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