La complicada frontera b¨¢ltica de Rusia
Mosc¨² disputa con Estonia la soberan¨ªa sobre 2.000 kil¨®metros cuadrados de territorio
La desintegraci¨®n de la URSS ha transformado la l¨¢nguida provincia de Pskov en una de las nuevas fronteras de Rusia. Se trata de una regi¨®n algo mayor que Dinamarca, que linda con Estonia, Letonia y Bielorrusia a lo largo de 789 kil¨®metros. La demarcaci¨®n unilateral de la frontera con Estonia, iniciada en Pskov por orden del presidente Bor¨ªs Yeltsin, ha provocado la protesta del primer ministro estonio, Mart Laar, cuyo pa¨ªs reivindica a Rusia algo m¨¢s de 2.000 kil¨®metros cuadrados en la provincia de Pskov. Estas reclamaciones, que los estonios se toman muy en seno y los rusos muy en broma, pueden agriar las relaciones entre los dos pa¨ªses cuando las tropas rusas abandonen las rep¨²blicas b¨¢lticas a finales de este mes.Lo primero que lleg¨® a Pskov al desaparecer la URSS fue el contrabando, que coloc¨® a Estonia en uno de los primeros puestos mundiales por su exportaci¨®n de metales estrat¨¦gicos y dio un argumento a los nacionalistas rusos para denunciar el saqueo econ¨®mico post-sovi¨¦tico.
Las unidades del Servicio Federal de Guardafronteras, que llegaron en el verano de 1992, pusieron freno al tr¨¢fico incontrolado de materias primas, pero a¨²n hoy siguen detectando alijos, como 1.500 kilos de n¨ªquel escondidos en un autob¨²s o partidas de armas diversas, seg¨²n el teniente coronel Valeri Loshkarev, jefe del grupo fronterizo del distrito de Pechora, que en el pasado era responsable del control de fronteras del puerto de Tallin, uno de los mayores de la URSS. La localidad de Pechora, a unos 50 kil¨®metros de Pskov, al igual que el monasterio de las Cuevas (uno de los principales centros de peregrinaci¨®n de la Iglesia ortodoxa rusa) y la antigua fortaleza de Izborsk (uno de los m¨¢s antiguos asentamientos eslavos), est¨¢ en la zona reclamada por Estonia en virtud del Tratado de Tartu, un documento firmado en 1920 por la Federaci¨®n Rusa y el pa¨ªs b¨¢ltico, que se independiz¨® como Estado en 1919.
Siguiendo las instrucciones de los cart¨®grafos, los rusos han comenzado a desbrozar una franja de unos 20 metros de bosque. Los mojones y carteles que delimitar¨¢n la frontera ya est¨¢n preparados.
En Tallin, los pol¨ªticos estonios, concentran sus esfuerzos diplom¨¢ticos en conseguir que Mosc¨² reconozca el "problema fronterizo". como un "tema de discusi¨®n", pero los representantes rusos son tajantes: "Como tal, el problema no existe para Rusia, porque lo que hab¨ªa en los a?os veinte es historia, y si reivindicamos el pasado, tambi¨¦n podr¨ªamos volver al Imperio ruso". "En el siglo XV, Iv¨¢n el Terrible mand¨® cortar la cabeza al abad del monasterio de las Cuevas", dice un habitante de Pskov como prueba de las ralces rusas en estos parajes que la Constituci¨®n y los mapas de Estonia consideran propios.
Los representantes de la Administraci¨®n de Pskov se que jan de la espor¨¢dica presencia de "emisarios" estonios que reparten pasaportes entre habitantes de la zona de Pechora. ?stos son "estonios" para Tallin si ellos, o sus antepasados, habitaban aqu¨ª antes de 1940. Y en Pskov hay quien opina que Tallin tiene su "caballo de Troya" en la comunidad de los setu, unas mil personas que figuran como "estonios" en su pasaporte, aunque, seg¨²n la versi¨®n local, sean un grupo aparte de etnia ugriofinesa y cultura ortodoxa que debe recibir reconocimiento oficial como tal. Por lo que pueda pasar, tambi¨¦n los cosacos rusos se han instalado junto a la frontera.
Situada en la ¨®rbita de influencia de San Petersburgo, Pskov ha sido afectada por una emigraci¨®n a la gran concentraci¨®n industrial vecina que ha reducido su poblaci¨®n a 800.000 personas. Tras la independencia de las rep¨²blicas b¨¢lticas, la poblaci¨®n ha comenzado a aumentar. Paralelamente a los guardias fronterizos y los militares que regresaron de Europa del Este primero y del B¨¢ltico despu¨¦s, los emigrantes civiles han comenzado a llegar a Pskov. A lo largo de 1992 y 1993 han venido. algo m¨¢s de 40.000 personas, mayoritariamente del B¨¢ltico. Unos lo han hecho de grado y otros -los que han servido hasta hace poco en el Ej¨¦rcito o han tenido v¨ªnculos con el KGB o el Servicio de Informaci¨®n Militar (GRU)-, por fuerza.
En contraste con los confines orientales de Rusia, donde hay un proceso de integraci¨®n en la econom¨ªa del Pac¨ªfico, la zona noroccidental de Rusia y sus vecinos parecen estar aprendiendo a vivir de espaldas: la rivalidad econ¨®mica entre territorios con intereses an¨¢logos -como zonas de tr¨¢nsito o puertos- y el deseo de sacar el m¨¢ximo beneficio prevalecen sobre la cooperaci¨®n.
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