"Servir al PRI o no existir"
Aristeo P¨¦rez L¨®pez madrug¨® el domingo. Tiene 62 a?os. Su mujer muri¨® hace una d¨¦cada y sus 10 hijos crecieron y se marcharon de su casa de Nezahualcoyotl. Pero don Aristeo, como le llaman sus amigos, no se ha rendido a las tinieblas de. la soledad ni a los peligros de la nostalgia. El domingo por la ma?ana se mostraba excitado. "Antes de morirme, quiero que en M¨¦xico haya al menos unas elecciones libres", dec¨ªa. "Hoy puede ser el d¨ªa".A mediados de los cincuenta, Neza no exist¨ªa. S¨®lo hab¨ªa granjas en esta zona de las afueras del Distrito Federal, que entonces era una maravillosa ciudad de s¨®lo tres millones de habitantes. Pero las grandes migraciones desde las provincias mexicanas ya hab¨ªan comenzado. Aristeo lleg¨® de un peque?o pueblo del Estado de Oaxaca, despu¨¦s de que unos caciques protegidos, seg¨²n ¨¦l, por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) despojasen a su familia de su peque?o pedazo de tierra. "Tengo que irme", se dijo."Tengo que irme para poder comer".
Buena parte de las calles de Neza est¨¢n ahora pavimentadas, hay alcantarillado y luz el¨¦ctrica, escuelas y campos de deporte... "Pero estamos a merced del PRI", se queja Aristeo. "Ellos deciden para qui¨¦n hay luz, qu¨¦ calles se pavimentan y qui¨¦n consigue trabajo. Los j¨®venes se dan cuenta, as¨ª que saben que tienen que servir al PRI o resignarse a no existir. Por eso creen que la pol¨ªtica es una mentira y no votan. Prefieren el rock y las drogas. Y luego cometen cr¨ªmenes y acaban en prisi¨®n. No todos, pero s¨ª demasiados. Ven que los pol¨ªticos se enriquecen; ven corrupci¨®n por todas partes. Corrupci¨®n, corrupci¨®n, corrupci¨®n. Por eso necesitamos cambiar. Tenemos que ofrecerles esperanza y orgullo".Tinta en el pulgar
Unas calles m¨¢s all¨¢, la gente hace cola en una de las casillas (mesas electorales). Tras la mesa, cuatro personas elegidas por sorteo comprueban los datos de los votantes y sus acreditaciones electorales. Les manchan el pulgar con tinta indeleble para que no vuelvan a votar y les entregan las papeletas. Los votantes entran entonces en una cabina para marcar las papeletas y vuelven para introducirlas en las urnas. "Est¨¢ mucho mejor que en 1988", dice una votante. "La ¨²ltima vez, fue un robo; veremos qu¨¦ ocurre esta vez".
Esta vez, el proceso es seguido por representantes de los principales partidos y por observadores independientes, algunos de ellos extranjeros, que tratan de ver si se plasma en la pr¨¢ctica la nueva teor¨ªa democr¨¢tica mexicana. Las urnas transparentes pretenden garantizar que no est¨¦n llenas previamente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.