Esto es Hollywood
-Nada es comparable a unas buenas pochas a la navarra, un buen chilindr¨®n o el ternasco que guisaban en Casa Rogelio en Calatayud... pero esta comida mora tiene un no s¨¦ qu¨¦..La comida mora, tal como la llamaba Rold¨¢n, hab¨ªa sido y segu¨ªa siendo exquisita... los palomos llenos de foie... su m¨¢s conmovedor referente, aunque ahora Carvalho se entregaba a la gula de los higos repletos de nueces y cocidos en zumo de naranja y az¨²car. Abdul presenci¨® complacido, m¨¢s que secund¨¦, el banquete de Carvalho y Rold¨¢n, preocupado por algo que deb¨ªa ocurrir y al parecer se retrasaba. Los amenazadores bailarines de flamenco se hab¨ªan convertido en sol¨ªcitos camareros y sumilleres, que pusieron los vinos adecuados para cada plato y sobre todos ellos un glorioso Petrus 1976 al que Rold¨¢n hizo ascos porque no estaba fresquito. En bandeja de plata, Armagnac y aguardientes de frutas con la etiqueta Chez Fauchon, y en dos cubos con hielo, Roederer Cristal Ros¨¦ a la poca discreci¨®n de Rold¨¢n, que no bebi¨® otra cosa entre reg¨¹eldos y recuerdos de una aerofagia que le acompa?aba desde las borracheras de juventud con vino gasificado.
Cuando son¨® la m¨²sica y brotaron las bailarinas entre la vegetaci¨®n, crey¨® Carvalho que era el acontecimiento esperado por Abdul, pero segu¨ªa al acecho y s¨®lo se le relaj¨® el rostro cuando de los imaginarios bastidores de la derecha emergi¨® un evidente dignatario principal que oblig¨® a la verticalidad a todos los presentes. Era un hombre fuerte, aunque el vestuario deportivo de pijo de Portofimo aligeraba la peligrosidad que emanaba de sus m¨²sculos y la sonrisa descompon¨ªa en arrugas la cuadratura de sus facciones y hac¨ªa levitar la rotundidad de su mostacho. No dijeron su nombre, pero la solicitud con que le ofrecieron un sill¨®n principal era reveladora. El reci¨¦n llegado se?al¨® condescendiente los restos del fest¨ªn...
-?Han cenado bien? En este hermoso lugar todo sabe bien.
-Estaba todo muy rico, excelencia... Si no lo hubiera estado se lo dir¨ªa. Yo no tengo pelos en la lengua...
Parec¨ªa acostumbrado a Rold¨¢n, pero la autoridad no estaba dispuesta a contemplar danzas ni a pellizcar higos a la siria o a beber aguardientes, por lo que Abdul, interpretando sus deseos, dio una palmada y Rold¨¢n fue el primero en levantarse. Abri¨® camino el anfitri¨®n, seguido por el reci¨¦n Degado, y todos los dem¨¢s atravesaron la puerta de la casa para acceder a lo que semejaba un inmenso plat¨® iluminado en el que se reproduc¨ªa el rinc¨®n de una vetusta aldea ocupada por dos bandos enfrentados que Carvalho crey¨® reconocer como moros y cristianos de las tradicionales fiestas celtib¨¦ricas recordatorios de la Reconquista. Actores y figurantes permanec¨ªan inmovilizados, a la espera de que se sentaran los visitantes, menos Rold¨¢n, que asumiendo protagonismo de presentador se situ¨® entre los dos bandos y empez¨® a dar explicaciones.
-Excelencia. Va a comenzar un hecho hist¨®rico en la cinematogr¨¢fica siria, bajo la protecci¨®n de Hafez al Hasad, el rodaje de mi versi¨®n de una pieza gloriosa del folclor aragon¨¦s, el dance en el que se reproducen los pleitos entre moros y cristianos, pero adaptados al nuevo orden internacional, en el que no tiene sentido la tradicional condici¨®n de perdedores de los moros, por ejemplo... A una se?al de Rold¨¢n, un general cristiano se adelant¨® ante la c¨¢mara todav¨ªa silente.
General cristiano: 20.000 cristianos vienen / sin confiar en los que aqu¨ª estamos; / mira cu¨¢ndo vencer¨¦is / la fuerza de los paganos.
General moro: Aunque veng¨¢is 10.000 / cristianos todos armados, / no tenemos vuestras fuerzas / con el auxilio y amparo / de nuestro Dios verdadero.
General cristiano: Ea, cristianos valerosos, / preven¨ªos, preparaos / para pasar a desag¨¹eldo / a estos infames malvados.
Tom¨® el general moro la espada y la alz¨® al cielo:
General moro: Asistidme, gran Mahoma, / que aunque vengan m¨¢s cristianos / que tiene rayos el sol / quedar¨¢n despedazados.
Se inclin¨® el general moro, tambi¨¦n Rold¨¢n y todos aplaudieron, vitorearon, incluso jalearon con iol¨¦s! lo sucedido. Luego estudiaron la expresi¨®n de la enigm¨¢tica autoridad, y si no era de gusto tampoco era de disgusto. Finalmente habl¨¦ la esfinge.
-Je crois qu'il manque un certain touche brechtien...
Cabeceaba Abdul totalmente de acuerdo, y Rold¨¢n, perplejo, se volv¨ªa hacia Carvalho.
-?Qu¨¦ ha dicho?
-Que es poco brechtiano.
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