A gusto del consumidor
Jesul¨ªn dio al p¨²blico bilba¨ªno lo que le gusta. Ejemplar actitud es esa: el consumidor siempre tiene raz¨®n. Si prefiere cordilla no hay motivo para darle solomillos, o viceversa. Y, harto de cordilla el p¨²blico, sali¨® satisfech¨ªsimo de la plaza, agradecid¨ªsimo a Jesul¨ªn, con la ¨²nica frustraci¨®n de no haberle podido levantar all¨ª mismo un monumento.No hubo suerte: pinch¨® Jesul¨ªn -el jesulinismo juraba que en hueso- y se qued¨® sin orejas. Llega a agarrar sendas estocadas, en cambio -as¨ª fueran en los bajos-, y le dan hasta el rabo. La verdad es que se lo ten¨ªa merecido, pues el hombre hizo todo lo que sabe, peg¨® m¨²ltiples derechazos, intercal¨® los parones de su especialidad, obsequi¨® una tortilla con patatas, se agarr¨® al toro para ejecutar circulares apretujado contra el costillar, uno de ellos compuesto de doce vueltas y un filtir¨¦, se puso de rodillas, mulete¨® de espaldas, avent¨® molinetes, se adorn¨® jacarandoso, agarr¨® un pit¨®n (lo que dej¨® de pit¨®n el barbero)...
Torrealta / Manzanares, Rinc¨®n, Jesul¨ªn
Toros de Torrealta, discretos de presencia, sospechosos de pitones, flojos, manejables. Manzanares: estocada ladeada (vuelta); estocada corta descaradamente baja y rueda de peones (bronca). C¨¦sar Rinc¨®n: pinchazo y estocada baja tirando la muleta (ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo y estocada trasera (algunas palmas). Jesul¨ªn de Ubrique: aviso antes de matar, pinchazo y estocada ca¨ªda (ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo, otro baj¨ªsimo, otro hondo trasero y descabello (gran ovaci¨®n y salida a los medios).Plaza de Vista Alegre, 25 de agosto. 6? corrida de feria. Lleno.
Y el p¨²blico, mientras tanto, se iba enardeciendo por momentos, bat¨ªa estruendosas palmas, gritaba ensordecedores ol¨¦s, aclam¨® torero al autor, celebr¨® todas sus gracias ... Algunos aficionados hab¨ªa en la plaza que observaron sacr¨ªlegas comisiones dentro del concienzudo trabajo de Jesul¨ªn, y las denunciaban: mete pico abusivo, descarga la suerte, pierde terreno en lugar de ganarlo, los toros de su correspondencia son santos...
Hablar por no callar, ya se sabe. A fin de cuentas, a qui¨¦n le pod¨ªa importar all¨ª el pico, la suerte, el terreno, el toro. El p¨²blico -except¨²ase la docenita corta de aficionados conspicuos que a¨²n quedan en Bilbao- los toros, el desmoche descarado de los toros, la invalidez manifiesta de los toros, el capoteo astroso de los toros, la brega infame de los toros, la ejecuci¨®n macabra de los toros a cargo de la siniestra acorazada de picar, el banderilleo por los costados de los toros, el ventajista y destemplado muleteo a los toros, le tra¨ªa solemnemente al fresco.
Parec¨ªa incluso que todo eso le gustaba, pues ovacionaba a los picadores, obligaba a saludar a los banderilleros. Y sal¨ªa Manzanares pegando derechazos a la lejan¨ªa, o C¨¦sar Rinc¨®n montando con excesivo esfuerzo f¨ªsico y mental torponas faenas, y los aplaud¨ªa tambi¨¦n. Unicamente cuando Manzanares determin¨® quitarle las moscas al cuarto sin esbozar siquiera un solo pase, se enfad¨® el p¨²blico, con mucha severidad y ru¨ªdo. El absentismo no lo soporta el p¨²blico bilba¨ªno, es evidente, y lo toma a ofensa personal:
Fuera del absentismo, el resto le parece de perlas, y est¨¢ en su derecho. Ocurre, no obstante, que unos cuantos trapalones robaperas pretenden hacer creer al mundo que Bilbao es plaza torista, seria y documentada, cuando ellos mismos han estado destruyendo la magn¨ªfica afici¨®n bilba¨ªna, pues as¨ª conviene a sus personal¨ªsimos intereses. Y siendo de categor¨ªa m¨¢xima en la historia de la tauromaquia, la han convertido en una plaza cualquiera. Cuarto de hora le falta a ese nuevo p¨²blico bilba¨ªno para ir a la carretera a esperar a las cuadrillas y correr luego detr¨¢s de los coches hasta el hotel, gritando: "?Han llegado los toreros, han llegado los toreros!". Como en los pueblos.
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