El aire puro alimenta en Jerusal¨¦n
Cloacas en Damasco. Un experto en cloacas probablemente sabr¨ªa distinguir en qu¨¦ parte la ciudad conserva el alcantarillado subterr¨¢neo turco y qu¨¦ parte se debe a los ocupantes franceses e ingleses para que sus excrementos corporales se separaran para siempre de los espirituales. El mundo es un subterr¨¢neo continuo, y es all¨ª donde saben la verdad de lo que pasa en la superficie examinada por los m¨¢s precisos periscopios. El subterr¨¢neo sab¨ªa antes que Bush y Gorbachov c¨®mo iba a terminar la guerra fr¨ªa. El subterr¨¢neo sabe antes que Felipe Gonz¨¢lez, Mitterrand, Berlusconi... cu¨¢ndo y c¨®mo terminar¨¢n sus primeros papeles en farsas residuales. Pero dej¨® la filosof¨ªa de cloaca para preocuparse por el momento en que el comando del Mosad, dirigido por Judith, tuviera que hacerle salir del alcantarillado y llevarle, supon¨ªa, a Jersusal¨¦n. Hab¨ªa que pactar una salida honorable y se detuvo obligando a que le clavaran en los ri?ones la boca del fusil ametrallador sostenida por su inmediato seguidor. Judith acudi¨® con expresi¨®n re?idora respaldada por la enjundia de su traje de campa?a que la hac¨ªa parecer un paracaidista ap¨¢trida.-?Problemas?
-Quisiera pactar. Uno de mis ayudantes habr¨¢ tratado de ponerse en contacto conmigo en el hotel, al que ni siquiera he ido... All¨ª debe haber alg¨²n mensaje. Segunda cuesti¨®n: presiento que quieren llevarme a Jerusal¨¦n, por. lo que deberemos atravesar la frontera clandestinamente... Hay un pase¨ªto, y no quisiera ni que me dieran un golpe para aturdirme ni ingerir cloroformo, detesto el cloroformo, me parece una anestesia subdesarrollada, de posguerra...
-Por partes.
Judith interrog¨® al que hab¨ªa hablado con ella a la puerta del har¨¦n.
-?Existe ese mensaje?
-Este... cierto... un mensaje boludo en el que se habla de guita y de apariciones.
El jud¨ªo argentino, que ten¨ªa aspecto de bailar¨ªn de flamenco, aunque igual pod¨ªa ejercer de camarero, sommelier y miembro de Mosad, tendi¨® un papel a Judith. Ella lo ley¨® para guardarlo despu¨¦s en uno de los seiscientos bolsillos de su uniforme de ¨¢ngel exterminador y concluy¨®.
-Ni golpe en la cabeza, ni cloroformo...
-Niinyecci¨®n...
-?Qu¨¦ tal una capucha y esposas?
- Con ustedes uno puede entenderse...
Sigui¨® la marcha entre cataratas que ol¨ªan a pip¨ª de arak, por lo que dedujo que arriba, en la tierra, estar¨ªa Ab¨² bebi¨¦ndose unos cuantos litros de aguardiente anisado. Trataba de dialogar con Judith, que ahora marchaba ante ¨¦l.
-?Me dejar¨¢n ver Jerusal¨¦n? ?Podr¨¦ salir de las cloacas?
-Obedezco ¨®rdenes, pero comprendo su deseo. Jerusal¨¦n es una ciudad espiritual, a¨¦rea, levitante... lo contrario de las cloacas. ?Ha le¨ªdo usted a Saul Below?
-No recuerdo si lo he le¨ªdo, pero seguro que he quemado alguno de sus libros. Herzog, creo recordar.
-?Por antisemitismo?
-Odio los libros ... sobre todo los que he le¨ªdo ...
-Below tiene un hermoso libro: Ida y vuelta a Jerusal¨¦n, del que me s¨¦ fragmentos enteros de memoria: "Jerusal¨¦n, el pensamiento est¨¢ en el aire, el aire puro alimenta en Jerusal¨¦n; hasta los sabios lo dicen. El universo se interpreta a s¨ª mismo ante tus ojos en la franqueza del valle, conformado en un revoltijo de rocas que termina en agua muerta. En cualquier parte mueres y te desintegras, aqu¨ª mueres y te mezclas".
-Soy muy individualista, no me gusta mezclarme ni siquiera muerto.
-S¨®lo es una bella met¨¢fora.
Caminaban ya una hora y el cabeza de marcha les impuso silencio y quietud. Afirm¨® la ametralladora entre sus manos y se acerc¨® quedamente a lo que parec¨ªa una puerta de salida cubierta por anochecidas vegetaciones denunciadas por la luna. Meti¨® la punta del arma entre las plantas, luego los ojos, finalmente la cabeza, mir¨®, oli¨®, emiti¨® un sonido al parecer de mochuelo local en celo y le fue respondido por un mensaje de mochuela local dispuesta a que cumplieran las leyes de la naturaleza. Judith le tendi¨® el mensaje de Bisc¨²ter.
-No podr¨¢ leerlo ahora. Ir¨¢ con una capucha hasta un helic¨®ptero. All¨ª se la quitaremos y mientras volamos podr¨¢ leerlo. Llegar¨¢ a Jerusal¨¦n por aire. Recuerde: "El aire puro alimenta en Jerusal¨¦n".
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