?En defensa de lo usado?
Las pasadas elecciones en M¨¦xico resultaron todo un acontecimiento no s¨®lo porque el PRI obtuvo, una vez m¨¢s, el consentimiento de la sociedad para permanecer en el poder, sino por la copiosa votaci¨®n con que ¨¦sta manifest¨® su voluntad. Seg¨²n me dijo el poeta Jos¨¦ Emilio Pacheco, el resultado le ha asombrado tanto como los hechos que hemos vivido este a?o: la guerrilla chiapaneca, el asesinato de Colosio, el sube y baja del mercado de valores, etc¨¦tera. Seg¨²n ¨¦l, es una sorpresa m¨¢s de las que el destino nos ten¨ªa deparadas.A m¨ª (tan sorprendido como Jos¨¦ Emilio) me ha recordado un art¨ªculo que Salvador Novo escribi¨® en el 38: En defensa de lo usado, pues buena parte de los electores mexicanos se ha decidido "por lo usado", por un sistema que nos ha tra¨ªdo estabilidad y paz, pero que ha elevado la corrupci¨®n e impunidad a niveles inimaginables. Estos resultados tambi¨¦n me han referido a algo que dije aqu¨ª mismo: que en estas elecciones compet¨ªan el M¨¦xico viejo y el nuevo, jug¨¢ndose nuestro acceso a la modernidad.
?Qu¨¦ significa el triunfo del PRI, esta defensa de lo usado que han hecho los electores?, ?que gan¨® el M¨¦xico viejo?, ?que nos hemos negado el acceso a la modernidad?, ?que hemos extendido un cheque en blanco para que nos sigan cambiando estabilidad y paz por corrupci¨®n e impunidad? No lo creo. La sociedad mexicana es m¨¢s compleja de lo que pareciera, m¨¢s compleja a¨²n de lo que nos atrevimos a ver antes de las elecciones, pero sigo creyendo que efectivamente nos jugamos nuestra modernidad, y que la sociedad vot¨®, m¨¢s que por los partidos, por una forma particular de acceso. Sigo creyendo que el M¨¦xico viejo compiti¨® contra el nuevo, y (espero no pecar de ingenuo) que el ¨²ltimo triunf¨® claramente, definiendo los atributos que "lo nuevo" tiene para los mexicanos. Vale la pena reflexionar sobre los resultados reales para esclarecer estos puntos.
El PRI recibi¨® una cantidad cercana al 47% de los votos emitidos (esto es, los contados y los anulados) sin embargo, alg¨²n sector del PRI insiste en que la base para determinar el porcentaje es la de los votos contados, eliminando los blancos o mal emitidos. As¨ª obtendr¨ªan un poco m¨¢s del 50%. No quieren m¨¢s votos, quieren m¨¢s porcentaje; quieren maquillar su victoria y, en vez de ser la minor¨ªa m¨¢s grande, tener la mayor¨ªa absoluta. El resto de los votos se los llevaron el PAN (partido de centro derecha), con cerca del 28%, y el PDR (partido de la vieja izquierda y renegados pri¨ªstas), con cerca del 18%; el resto lo obtuvieron los peque?os partidos que participaron para barnizar esta elecci¨®n de pluripartidismo.
?Por qu¨¦ sufragamos por el PRI?, ?por qu¨¦ por la oposici¨®n? Recuerdo que cuando iba a votar por primera vez y le dije a mi madre que lo har¨ªa por la oposici¨®n de izquierda, me dijo que c¨®mo pod¨ªa ser posible si gracias a Miguel Alem¨¢n (el pri¨ªsta que triunf¨® en las elecciones del 58) ten¨ªamos casa y yo hab¨ªa recibido educaci¨®n; si Alem¨¢n hab¨ªa abierto cauces para que ella y mi padre progresaran. Entend¨ª que, seg¨²n mi madre, un Gobierno no pri¨ªsta cerrar¨ªa esos cauces que ten¨ªamos abiertos hacia el bienestar social. Cre¨ª sinceramente que esta manera de pensar (?de sentir?) estaba muy generalizada, pero que se hab¨ªa terminado; el resultado de las elecciones muestra que no es as¨ª, que m¨¢s personas votaron por mantener esos cauces que los que lo hicimos por abrir nuevos.
No. dudo, como dicen muchos, de que en el voto pri¨ªsta influyeron el miedo, la presi¨®n, el acarreo; pero no creo que haya sido definitivo. "Antes de que se extienda la guerrilla, de que haya m¨¢s asesinatos, voto por el PRI", han de haberse dicho (a pesar de que, en buena medida, en la pol¨ªtica del PRI est¨¢ el origen de esta violencia), pero tal vez recordaron los tiempos de bienestar, quiz¨¢ evocaron palabras como las de mi madre. De ser as¨ª, su voto debe entenderse como una nueva oportunidad al sistema, como un deseo de volver al momento anterior a la desviaci¨®n, cuando se elev¨® la corrupci¨®n y la impunidad. No se si sea un buen o mal razonamiento, pero creo que por esto han votado: a la modernidad por lo usado.
No creo, por otro lado, que el voto a la oposici¨®n sea muy diferente. Dado que entre el PAN y el resto de los partidos suman m¨¢s de la tercera parte, podemos entender que el cambio propuesto significa lo mismo: m¨¢s que cambiar de rumbo, retornemos el rumbo perdido. Parafraseando a Novo, podr¨ªamos decir que los electores buscaron "una huella humana que est¨¢ ausente de los productos nuevos, pero presente ya, tibia, familiar y satisfactoria, en los usados".
En los extremos se encuentran aquellos que creen, por un lado, que el triunfo pri¨ªsta significa que seguiremos aguantando todo, y por el otro, los que aseguran que el voto pri¨ªsta fue fraudulento, ya sea por un arreglo cibern¨¦tico en el sistema de conteo o porque dicho voto fue emitido bajo coacci¨®n. En ambos, estoy convencido, subsiste el M¨¦xico viejo, el antidemocr¨¢tico, el que no quiere transitar a la modernidad.
Los que maquillan el triunfo del PRI, por ejemplo, no quieren aprender a gobernar con una mayor¨ªa que no les favorece, quieren una realidad retocada, y bajo el retoque esconden el deseo de mantener su impunidad y justifican el no compartir el poder; pero ah¨ª despiertan las sospechas de los ciudadanos (?qu¨¦ otras instancias no habr¨¢n retocado ya?) y dan pie a los reclamos de fraude de la oposici¨®n m¨¢s radicalizada. ?sta (principalmente los sectores intolerantes del PRD) se contamina por el mismo virus de antidemocracia. Llama a concentraciones, a cierres de calles, a resistencia popular, y habla (ojal¨¢ y lo probara) de un fraude monumental. No quiere ver que la mayor¨ªa vot¨® en contra de esas movilizaciones, que teme que en la resistencia se encuentre la violencia; es posible, incluso, que una buena parte del voto pri¨ªsta sea el castigo al PRD, a sus continuas movilizaciones, a su perpetuo rechazo de los resultados electorales.
Se equivocan unos y otros. Si hay fraude, prob¨¦moslo; si no lo hay, no maquillemos y aceptemos las cifras reales. Convivamos desde las minor¨ªas, pues, despu¨¦s de todo, eso es la democracia. M¨¦xico requiere imaginaci¨®n. Espero que Ernesto Zedillo, el candidato triunfador, la tenga. Imaginaci¨®n para controlar a los ultras de su partido; imaginaci¨®n para dialogar con la oposici¨®n, imaginaci¨®n para convocar a un verdadero Gobierno plural, de reconciliaci¨®n nacional; imaginaci¨®n para desechar de lo usado lo corrupto, e imaginaci¨®n, sobre todo, para, abrir caminos que nos hagan acceder -desde lo que somos, desde donde votamos- a nuestra modernidad. Espero, lo repito, no estar pecando de ingenuo.
Sealtiel Alatriste es escritor y editor mexicano.
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