Los 'ertzainas' viven su prueba de fuego
Los polic¨ªas vascos se retraen ante la escalada de ataques, pero descartan vivir escondi¨¦ndose
El caracter¨ªstico pantal¨®n azul ribeteado de rojo y la camiseta clara distinguida con las hojas de roble han desaparecido de los tendederos a la vista en las poblaciones vascas y ahora los uniformes de la Ertzaintza se secan discretamente, en la intimidad de los hogares.No es que los 6.300 ertzainas se hayan pasado a la claridestinidad social en la que pervivieron y perviven los guardias civiles y polic¨ªas nacionales destinados en el Pa¨ªs Vasco, ni que oculten su condici¨®n profesional en un ejercicio de camuflaje camale¨®nico, pero lo cierto es que los polic¨ªas vascos han ido repleg¨¢ndose sobre s¨ª mismos en la medida en que han ido sucedi¨¦ndose las agresiones previstas en esta escalada desatada contra ellos.
El acoso a que est¨¢n siendo sometidos empieza a hacer mella entre los agentes y sus familias y ya hay varios casos de hijos de ertzainas insultados y agr¨¦didos en las ikastolas por los reto?os del pretendido "radicalismo" violento.
Prefieren el anonimato
Los agentes v¨ªctimas de estos ataques rechazan generalmente ser identificados o fotografiados, muy pocos de ellos acceden a hablar ni siquiera desde el anonimato, y la preocupaci¨®n se ha instalado en las comisar¨ªas de la Ertzaintza."Esto se ha puesto crudo, las cosas est¨¢n muy feas y har¨ªamos bien en asumirlo cuanto antes", declara I?aki Castro, responsable del sindicato policial. Erne, alarmado ante el cariz de esta ¨²ltima, campa?a de hostigamiento, rematada criminalmente con el ataque a esos dos j¨®venes ertzainas quemados con c¨®cteles molotov y apedreados cuando hu¨ªan envueltos en llamas.
Los ertzainas piden ahora capuchas para cubrir las manifestaciones, buscan garajes en los que preservar sus coches particulares y sus representantes sindicales reclaman medidas para garantizar la seguridad del colectivo "en esta nueva coyuntura", y critican una supuesta tibieza de los jueces a la hora de condenar a los autores de las agresiones.
La imagen del ertzaina que acud¨ªa a su trabajo en autob¨²s con el uniforme dentro de una bolsa de pl¨¢stico transparente parece definitivamente desterrada.
Adi¨®s al modelo ideal
Ese modelo ideal de polic¨ªa franca, civil, transparente, sin prevenciones ni complejos, dise?ada en la idea, simulada quiz¨¢, de que la guerra no pod¨ªa ir contra ellos, ha empezado a desdibujarse dejando en el ambiente una sensaci¨®n de equ¨ªvoco y un nudo de interrogantes sombr¨ªos.Cierto que los atentados mortales contra los primeros mandos policiales, el superintendente Carlos D¨ªaz Arcocha y, hace menos de un a?o, el sargento mayor Joseba Goikoetxea, han marcado las fases de gestaci¨®n y despliegue de la Ertzaintza, pero lo que ocurre desde hace dos a?os, mucho m¨¢s a partir de este violento verano, es que las agresiones no van ahora dirigidas contra la Ertzaintza como instituci¨®n sino contra los ertzainas en general, contra cualquier ertzaina.
Decididamente, el mundo de ETA-HB ha encontrado ya la respuesta a aquel interrogante (?Zer egin Ertzaintzarekin? ?Qu¨¦ hacer con la Ertzaintza?) planteado en un escrito intervenido por la polic¨ªa a la direcci¨®n de la organizaci¨®n terrorista vasca hace seis a?os. Coches quemados de madrugada por grupos de encapuchados supuestamente encuadrados en esos denominados comandos Y, especialistas del trabajo sucio, pintadas en las puertas de los domicilios, agresiones, palizas, llamadas amenazantes a las familias de los ertzainas, siembras de panfletos con matr¨ªculas de coches, nombres y direcciones de los agentes, siempre adornados con el ep¨ªteto, txakurrak (perros), antes reservado a la Polic¨ªa y la Guardia Civil.
Jarrai contra los 'zipayos'
Zipayo, los d¨ªas que te quedan son una cuenta atr¨¢s". Lo cantan los chicos de Jarrai en sus gaztetxes (centros juveniles), repitiendo el estribillo de una canci¨®n que en la versi¨®n original de Koj¨®n Prieto est¨¢ dedicada a la figura del chivato.Lo corean enfervorizados entre gritos de "Jo ta ke irabazi arte" ("Dale que te pego hasta vericer") y "Gora ETA " buena parte de los asistentes a los conciertos del celebrado grupo Negu Gorriak, mientras el v¨ªdeo proyecta en la pantalla im¨¢genes de los antidisturbios de la Ertzaintza intercaladas con escenas de represi¨®n del ej¨¦rcito colonialista brit¨¢nico en la India. Lo fomentan a diario los medios de comunicaci¨®n del denominado Movimiento de Liberaci¨®n Nacional Vasco (LMNV), lo indican los dirigentes de KAS ("hay que responder a la Ertzaintza, tenemos que defendernos de ellos"), lo dicen los comunicados de ETA y circula profusamente por todo ese mundo en el que, pese a los esfuerzos de simulaci¨®n y tanta coartada falsa, no hay pr¨¢cticamente nada verdaderamente espont¨¢neo que se escape al cuidado reparto de tareas.
Hay quienes temen que esta inusitada ofensiva verbal de incitaci¨®n al linchamiento, esta escalada de agresiones, no s¨®lo responde al objetivo de retraer a la polic¨ªa auton¨®mica de la lucha contra ETA, sino tambi¨¦n al prop¨®sito de preparar el terreno para, llegado el caso, poder justificar ante sus bases el paso "a una fase superior del enfrentamiento", la del atentado terrorista directo contra los ertzainas.
Conjurar el fantasma
Esta perspectiva, escalofriante, en la medida en que anuncia el inicio de un verdadero enfrentamiento civil, sigue estando, hoy por hoy, aparcada, pero es obvio que tras los sucesos de este verano ha dejado de considerarse imposible.La hip¨®tesis de que la Ertzairitza pueda llegar a ser sometida a un acoso similar al que han sufrido y sufren el resto de las Fuerzas de Seguridad del Estado en Euskadi ha aflorado, de hecho, estas semanas atr¨¢s, aunque lo haya sido desde el ¨¢nimo de conjurar al fantasma.
Frente a esa posibilidad, el sindicato nacionalista ELA, mayoritario en la polic¨ªa del Pa¨ªs Vasco, subraya el apoyo social de que disfruta ese cuerpo y la pertenencia a "un proyecto pol¨ªtico aprobado abrumadoramente por los vascos", al tiempo que destaca el car¨¢cter minoritario de las expresiones de rechazo.
"La confrontaci¨®n en Euskadi est¨¢ bajando de intensidad", dicen los responsables de este sindicato, "y quienes protagonizan ese tipo de ataques son s¨®lo determinados sectores de HB, no toda HB".
Uno de los agentes que fue apedreado por simpatizantes de HB en las calles de Renter¨ªa al grito de "Vas a morir, zipayo", y que durante alg¨²n tiempo recibi¨® llamadas en casa de su madre conmin¨¢ndole en nombre de ETA a dejar el cuerpo "antes del pr¨®ximo d¨ªa 15", suscribe esta misma opini¨®n.
"Tengo amigos de HB en la cuadrilla, discutimos, pero cuando vamos de cena, vamos decena. A veces incluso a la misma sociedad de HB, y cuando alguien le preguntaba por qu¨¦ estaba yo all¨ª, ¨¦l se hac¨ªa cargo de la situaci¨®n. Fuera de Euskadi es dif¨ªcil entender que uno de HB me pase el aceite mientras preparamos la cena, pero es as¨ª. Los que son amigos de verdad no te dan la espalda, aunque los otros", a?ade, "dejen de saludarte".Otro ertzaina, que tambi¨¦n ha tenido sus altercados y que ¨²ltimamente toma sus medidas de precauci¨®n -"en mi barrio todo el mundo sabe que soy ertzaina, d¨®nde vivo y cu¨¢l es mi coche; no entro en determinados sitios, pero bueno", dice, "tampoco cuando voy a Barcelona, por ejemplo, me meto en determinadas ¨¢reas del Barrio Chino"-, descarta la posibilidad de que su vida llegue a parecerse a la de los otros cuerpos policiales destinados en Euskadi."No vamos a vivir como los polic¨ªas nacionales, sin nombre en el buz¨®n, ni en el list¨ªn de tel¨¦fonos, con cuenta en la Caja Postal y sentados en el bar, frente a la puerta, vigilando la entrada; la gente est¨¢ con nosotros y tendremos que habituarnos a convivir con ese sector porque al fin y al cabo el riesgo es propio de nuestra profesi¨®n".
El sindicalista I?aki Castro cree que los ertzainas "dif¨ªcilmente podr¨ªamos soportar lo que, por desgracia, ha soportado la Polic¨ªa y la Guardia Civil".
El temor a que una acci¨®n sostenida de ETA contra la Ertzaintza dar¨ªa paso a una situaci¨®n explosiva e incontrolada se sustenta en el hecho mismo de que, al contrario que el resto de las FSE, los polic¨ªas auton¨®micos no cuentan con la perspectiva de un cambio de destino fuera de Euskadi, y, como dice un agente afiliado a ELA, "aqu¨ª nos conocemos todos; nosotros sabemos qui¨¦nes son y ellos saben qui¨¦nes somos".I?aki Castro resume el sentimiento de muchos de sus compa?eros: "Somos vascos, somos de aqu¨ª, vivimos aqu¨ª, no podemos irnos as¨ª como as¨ª, y despu¨¦s de haber salido del paro tampoco podr¨ªamos dejar este trabajo aunque quisi¨¦ramos. Ya hemos visto que estos descerebrados est¨¢n dispuestos a todo, as¨ª que tenemos que adecuarnos a la nueva situaci¨®n, reforzar nuestra seguridad y cargar con lo que venga".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.