La sorpresa de un buen final
La coreograr¨ªa de V¨ªctor Ullate ara El amor brujo ha sufrido alunas importantes y enriquecedoras modificaciones desde su estreno mundial en Sevilla el pasado mes de febrero. Es normal, s¨ª es el proceso de cristalizaci¨®n coreogr¨¢fica, y el p¨²blico madrile?o lo reconoci¨®, pues este Amor... es un buen ballet que se dirige a escarbar en la fusi¨®n de varias l¨ªneas est¨¦ticas de la danza espa?ola.Mar¨ªa Gim¨¦nez e Igor Yebra dieron vida a la pareja amante con fuerza, arropados por Carmen Linares, que da un tinte ¨ªntimo y dram¨¢tico a Falla.
Al principio de la obra, una escena de acentuada m¨ªmica coral clarifica el pr¨®logo y hace m¨¢s asequible la acci¨®n argumental; al final, Ullate dispuso que todos los bailarines interpreten el cierre vestidos de calle, les libera del peso del vestuario teatral y con ello da una nueva t¨®nica al espect¨¢culo: es una ense?anza bejartiana, arriesgada y de gran impacto que redondea el producto, lo acerca m¨¢s a nuestros d¨ªas.
Ballet V¨ªctor Ulate
El amor brujo: Manuel de Falla V¨ªctor Ullate. Teatro de La Zarzuela, Madrid. 6 de septiembre.
Hay que destacar al invitado Miguel Angel Rojas, que muy integrado a la plantilla, homenajea a Escudero con una soberbia variaci¨®n sobre sus botos; Rosa Ochoa estuvo potente en su pitonisa, Eduardo Lao en¨¦rgico en su espectro, tal como l¨ªrica Ana Noya en Luc¨ªa.
Las luces del espect¨¢culo fueron muy bien adaptadas a las circunstancias de La Zarzuela por Olga Garc¨ªa y el sonido orquestal result¨® por momentos algo plano, aunque con la atenta batuta de Gil Ord¨®?ez.
Citemos la escena del desdoblamiento del espectro, una muestra de cultura core¨²tica por parte de Ullate; ese recurso que ya apareci¨® en el siglo XIX en La fille de marbre (1849), volvi¨® en el Paganini (1939) de Fokin y en el Quijote (1989) de Alonso; en este Amor brujo tal efecto cumple.
Al estreno asisti¨® la ministra Carmen Alborch, y se le vi¨® aplaudir largamente y de pie.
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