El oscurantismo medieval
Queridos amigos escritores:S¨®lo soy una humilde escritora que pertenece a un peque?o pa¨ªs. Y sin embargo, hab¨¦is cogido la pluma para liberarme de las garras del oscurantismo. S¨®lo yo puedo medir la importancia de este gesto. Os estoy infinitamente agradecida.
Existen todav¨ªa en este mundo personas de esp¨ªritu abierto, justo y razonable. He podido regresar a este mundo de luz tras una estancia en una habitaci¨®n
ada, donde no se pod¨ªa ni ver ni respirar realmente. Existen todav¨ªa seres capaces de alzarse contra las iniquidades: estoy orgullosa de haber podido acercarme a ellos. En realidad, todos los justos son miembros de una misma familia. Queridos amigos escritores, pienso en vosotros como en mis parientes m¨¢s cercanos.
Aunque Bangladesh es un peque?o pa¨ªs, 200 millones de individuos hablan el bengal¨ª. Nuestra literatura, con m¨¢s de mil a?os, de antig¨¹edad, se enorgullece' de su rica tradici¨®n. Los banglades¨ªes son los ¨²nicos que se han sacrificado hasta el martirio por su lengua. En 1971, en el transcurso de una sangrienta guerra, el pueblo de Bangladesh luch¨® para lograr la creaci¨®n de un Estado banglades¨ª soberano, basado no en la religi¨®n, sino en la lengua y la cultura. En el interior del pa¨ªs, a los dirigentes de los movimientos democr¨¢ticos y laicos se los pas¨® sin piedad por las armas. La ¨¦lite cultural de la joven naci¨®n fue eliminada por los asesinos fundamentalistas en una matanza organizada. A los asesinos de ayer se los rehabilit¨® despu¨¦s y ocupan en la actualidad puestos respetables en el interior y el exterior del Gobierno. Hoy, una tenebrosa fuerza extranjera extiende sus vastos tent¨¢culos sobre una naci¨®n que quer¨ªa ser ilustrada.
?C¨®mo no lamentar que un pa¨ªs fundado sobre los cuatro pilares del socialismo, la democracia, el laicismo y el nacionalismo haya suprimido de pronto de su constituci¨®n el principio del laicismo? Subrepticiamente, tiene lugar una conspiraci¨®n para transformar esta naci¨®n en un Estado isl¨¢mico. Desde siempre, nuestros Gobiernos de militares han intrigado en este sentido. El Gobierno actual, heredero de los anteriores, dirige el pa¨ªs por medio de esta Constituci¨®n circuncisa. Sabemos por experiencia que los banglades¨ªes pueden rugir, pero hoy el esp¨ªritu de la guerra de liberaci¨®n se est¨¢ erosionando y no se rebelan como lo hicieron en 1971. Por el contrario, los fundamentalistas se multiplican, sus voces se elevan in crescendo, sus fuerzas se consolidan, salen a la calle y la ocupan. Ahora, se desplazan por todo el pa¨ªs como dominadores, se re¨²nen y organizan comitivas y manifestaciones. Pueden chillar a voz en grito y formar un estruendo ensordecedor -algo que les habr¨ªa resultado totalmente imposible inmediatamente despu¨¦s de nuestra independencia, cuando se escondieron en sus agujeros-. Ahora han salido. Los fundamentalistas ahogan con sus manos envenenadas toda voz valerosa que se alce contra el oscurantismo y la ceguera. Un d¨ªa amenazaron con soltar un mill¨®n de serpientes venenosas en las calles de Dhaka. No veo la menor diferencia entre ellos y estos reptiles.
Durante dos meses, perd¨ª poco a poco toda esperanza de vivir. Por todo el pa¨ªs hab¨ªa huelgas generales para pedir que me ahorcaran, cientos de miles de hombres se apostaban en las calles, organizaban largas comitivas, celebraban gigantescas reuniones, enviaban equipos de asesinos en mi busca, pon¨ªan un precio cada vez m¨¢s alto a mi cabeza y juraban eliminarme por todos los medios. A la gente considerada progresista en nuestro pa¨ªs le daba miedo la idea de apoyarme; los partidos pol¨ªticos multiplicaban las declaraciones en mi contra para recuperar electores. Entonces vinisteis vosotros a darme vuestro apoyo. Yo soy un ser muy normal. Mi vida no vale gran cosa. Mi muerte no pondr¨ªa el mundo patas arriba, pero no dejaba de inquietarme -y sigue haci¨¦ndolo- el que una naci¨®n con tantas posibilidades acabe en esta situaci¨®n. ?Habr¨ªan quedado satisfechos los fundamentalistas despu¨¦s de matarme? No. Asesinar¨ªan a todos los progresistas laicos uno a uno. Si no somos capaces de pararlos ahora, muy pronto veremos lo que queda de este pa¨ªs.
Quieren introducir una ley contra la blasfemia. Si esa ley inmunda se aprueba, nuestros campos creativos se volver¨¢n est¨¦riles, nuestro mundo de las artes y la literatura quedar¨¢ en bancarrota. Los fundaatalistas se mueren de impaciencia por devolver Bangladesh a un oscurantismo medieval. Vosotros, yo y toda la gente de buena voluntad del mundo tenemos la responsabilidad de salvar a mi pa¨ªs de sus garras asesinas.
Cuando se declara una guerra a muerte entre la pluma y la espada-, entre las fuerzas de la luz y las de la noche, la unidad de todos los seres con conciencia, sobre todo escritores y artistas, es infinitamente preciosa. Yo le debo la vida a esta unidad -escritores de numerosos pa¨ªses se han esforzado, juntos, para darme una oportunidad de vivir-.
Considero que todos vosotros, los grandes escritores, no pertenec¨¦is a ning¨²n pa¨ªs ni a ninguna ¨¦poca, pertenec¨¦is a todos los pa¨ªses y a todos los tiempos. A vuestras manos, esas manos generosas que hab¨¦is ofrecido al derecho, a la justicia y a la raz¨®n, uno las m¨ªas.
Ten¨¦is todo mi amor.
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