Haro Tecglen y Marcelle Auclair
Admiro sinceramente a Eduardo Haro Tecglen, cuyo cotidiano Visto loido es, a mi juicio, punto de referencia clave en esta Espa?a de hoy, decepcionante desde tantos puntos de vista.Por ello me doli¨® profundamente la injusta referencia del mencionado periodista, en su art¨ªculo del 18 de agosto sobre la muerte de Federico Garc¨ªa Lorca, a la desaparecida bi¨®grafa del poeta granadino, Marcelle Auclair. Esperando que alguien levantara una voz de protesta al leer sus palabras, o que el mismo Haro Tecglen rectificara, decid¨ª no intervenir en seguida. Toda vez que no se ha producido dicha protesta, ni rectificaci¨®n alguna, quiero se?alar que Marcelle Auclair en absoluto escribi¨® "todo un libro" para probar que la causa de la muerte del poeta era "un asunto hornosexual". Libro por el cual, adem¨¢s-, cobrar¨ªa, se supone que del franquismo. Nada m¨¢s lejos de la verdad.
La biograf¨ªa del poeta escrita por Marcelle Auclair, que meconozco al dedillo, insiste en la rivalidad que exist¨ªa entre la Falange y la CEDA granadinas (encarnada ¨¦sta en la persona del ex diputado Ram¨®n Ruiz Alonso) como desencadenante principal del asesinato. De homosexualidad, nada. Y de cobrar del franquismo, que Marcelle Auclair odiaba, tampoco.
Como creo en la buena fe de Eduardo Haro Tecglen, me parece que la ¨²nica explicaci¨®n posible de su error estriba en haber confundido a Marcelle Auclair, por alg¨²n moment¨¢neo desliz de la memoria, con un autor de la lengua francesa que s¨ª propal¨®, con notable ah¨ªnco, la teor¨ªa homosexual de la muerte de Lorca.
Se trata de Jean-Louis, Schonberg, seud¨®nimo del bar¨®n Louis Stinglhamber, cuyo libro hizo las delicias del anterior r¨¦gimen y fue aludido hasta la saciedad en los ¨®rganos oficiales del mismo- Rest¨¢bal,
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En estos momentos de ruido excesivo y de f¨¢cil olvido he de romper una lanza en favor de la conciencia feraz, de la ins¨®lita certidumbre, de la nunca suficiente valent¨ªa. He de quitarme el sombrero de la admiraci¨®n por la palabra que rara vez yerra, y el coraz¨®n que pocas veces permanece indiferente ante el espect¨¢culo hermoso y terrible de lo que sucede.
Recu¨¦rdalo t¨² y recu¨¦rdalo a otros. S¨¦ fiel testigo. No calles lo que muchos leen pero pocos escuchan. No abandones. A veces la palabra sangra y r¨ªe como los recuerdos. Como los pocos dones que a¨²n merecemos. Como los muertos y los besos que a¨²n nos deben. Gracias, Eduardo Haro Tecglen- Javier Barrado Gracia. Zaragoza.
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