Un juguete caro y aburrido para empezar
'La sombra', de Russell Mulcahy, chirr¨ªa en medio de una programaci¨®n de alto nivel
La 42? edici¨®n del Festival de Cine de San Sebasti¨¢n se inaugur¨® ayer con la proyecci¨®n, fuera de concurso, de La sombra, de Russell Mulcahy, la lujosa versi¨®n del c¨®mic de Walter B. Gibson protagonizada por Alec Baldwin y Penelope Ann Miller. La ceremonia de apertura, de la que Teresa Gimpera, Fernando Guill¨¦n Cuervo y Cebe D¨ªez, fueron los presentadores, se vio empa?ada por la programaci¨®n de un filme completamente hueco, un juguete indeciblemente caro que merecer¨ªa pasar a los anales del cine en letras muy peque?as. Un producto que chirr¨ªa en medio de una programaci¨®n de alto nivel.
La ceremonia de inauguraci¨®n en el teatro Victoria Eugenia no cont¨® con una gran afluencia de p¨²blico y estuvo marcada por la insipidez. La presentaci¨®n se hizo en tres idiomas, castellano, ingl¨¦s y euskera. Entre los asistentes famosos se encontraban el actor Christopher Lee (el famoso Dr¨¢cula), los directores norteamericanos Quentin Tarantino y John Sayles, de quien se ofrecer¨¢ una retrospectiva. Tambi¨¦n estaban los miembros del jurado Robert Wise, el director donostiarra Julio Medem, la actriz italiana Francesca Neri y el director mexicano Arturo Riptein, ganador del festival del a?o paso por su pel¨ªcula Principio y Fin.La gala la cerr¨® la protoganista de La Sombra, Penelope Ann Miller, que luc¨ªa un traje de l¨ªnea flamenca. Como autores de este filme debieran figurar Alison Savitch y Joseph Memec III, coordinador de efectos especiales y director art¨ªstico, respectivamente, y no la de Russell Mulcahy, que es quien figura como director.
Conocido por sus pl¨²mbeos video-clips disfrazados de pel¨ªculas de acci¨®n, como las dos partes de Los inmortales o Extremadamente peligrosa, el australiano Mulcahy es un personaje temible capaz de destrozar todo lo que toca. Su ¨²ltima v¨ªctima hasta ahora es el ilustre c¨®mic de The Shadow, personaje que vio la luz en 1931 como h¨¦roe con poderes sobrenaturales, en un contexto de lucha generalizada contra el crimen que hizo de este peculiar cruce entre Fantomas y Pimpinela Escarlata uno de los h¨¦roes predilectos de las pulp-stories, las populares publicaciones de 10 centavos que revolucionaron la industria editorial norteamericana. Y tambi¨¦n como personaje radiof¨®nico: hasta Orson Welles prest¨® su soberbia voz a la criatura.
Es cierto que el traslado del papel impreso o la radio a la imagen animada no suele dar buenos resultados, y la lista de fallidas pel¨ªculas recientes que han nacido del c¨®mic as¨ª lo demuestran. Pero es que The Shadow ten¨ªa, a priori, muchos n¨²meros para que la operaci¨®n llegase a buen puerto. Por una parte, el exotismo de sus escenarios, desde el Tibet hasta Nueva York; por la otra, la complejidad del propio personaje, un h¨¦roe escindido entre su pasado sangriento y su presente de redentor de viejas culpas. Y finalmente, un presupuesto no ya enorme, sino casi indecente que por lo visto, se ha gastado en buena parte en unos efectos especiales de destacable contundencia.
Pues bien, Mulcahy mete todos estos elementos en una especie de enloquecido minipimer y obtiene un resultado francamente penoso. Lo peor que se puede decir de un filme de aventuras pensado para entretener es que resulte aburrido, y eso es justamente lo que aqu¨ª ocurre: la pretenciosidad de la puesta en escena s¨®lo es comparable a la escasa fuerza de un gui¨®n desmayado, que acumula una situaci¨®n disparatada tras otra, sin tomarse la menor molestia por hacerlas cre¨ªbles. Su supuesto crescendo dram¨¢tico es s¨®lo una arbitraria carrera en pos de "lo m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa" cuya contundencia anestesia por completo al respetable. Por no hablar ya de las m¨¢s bien desangeladas interpretaciones de la pareja protagonista.
Qu¨¦ hace un filme como La Sombra en la inauguraci¨®n de un festival serio cuya programaci¨®n es no ya estimable, sino francamente estimulante, es la pregunta que cualquier deber¨ªa hacerse. Aunque es bien cierto que la respuesta no es dif¨ªcil: no hay en el mundo festival de cine alguno que pueda prescindir del apoyo de las todopoderosas multinacionales estadounidenses, y San Sebasti¨¢n no es ninguna excepci¨®n. Y la distribuidora que programar¨¢ el filme en Espa?a tiene en este festival un buen pu?ado de pel¨ªculas, de ah¨ª que no extra?e a nadie la graciosa concesi¨®n de la organizaci¨®n a un filme de este tipo para la siempre esperada jornada de arranque.
Restauraci¨®n de pel¨ªculas
Al margen de la infortunada La Sombra, que junto a la presencia altiva y elegante de Christopher Lee por las salas del hotel Mar¨ªa Cristina parec¨ªa remitir m¨¢s al Festival de Cine Fant¨¢stico de Sitges, y no al de San Sebasti¨¢n, lo cierto es que el resto de la programaci¨®n arranc¨® con br¨ªo y consistencia. Es el caso de la apasionante secci¨®n dedicada a los trabajos de restauraci¨®n realizados por la Cin¨¦math¨¨que Fran?aise, que incluye un ramillete de pel¨ªculas perdidas durante a?os, y que ahora tienen otra vez la posibilidad de confrontarse con un p¨²blico completamente nuevo.
La retrospectiva consta de 11 t¨ªtulos, que abarcan el arco temporal de 1914 a 1949, pero con una abrumadora mayor¨ªa de filmes mudos. Destacan algunos claves en la trayectoria de sus creadores, Como Torrentes humanos (1927) de Frank Borzage, Flor del camino (1924) de King Vidor, o El teatro de Minnie (1928) de Frank Capra, que fue justamente la encargada ayer de inaugurar esta secci¨®n. A estos t¨ªtulos hay que agregar los 15 minutos de metraje no incluidos en la versi¨®n final de Une partie de campagne, esa maravillosa joya de Jean Renoir que algunos consideramos entre lo mejor de su portentosa filmograf¨ªa.
Habr¨¢ tiempo para volver sobre esta retrospectiva, as¨ª como a las dedicadas a un cineasta fundamental en la historia del cine como es el germano-americano William Dieterle o el realizador independiente John Sayles. Pero desde ahora hay que afirmar que el ciclo de la cinemateca francesa se anuncia como una oportunidad ¨²nica no s¨®lo para estudiosos y especialistas, sino para un p¨²blico amplio y atento a los avatares y la consolidaci¨®n de los lenguajes plurales desarrollados por el cinemat¨®grafo a lo largo de su historia.
Babelia
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