Locura de Julio en septiembre
El cantante llen¨® de admiradoras la plaza de Felipe II
Julio Iglesias alborot¨® ayer por la tarde la plaza de Felipe II. Unos grandes almacenes hab¨ªan erigido un estrado en plena calle para que el cantante firmara ejemplares de su ¨²ltimo disco, Crazy (Loco), del que ya ha vendido 700.000 copias en Estados Unidos y 200.000 en Espa?a. El acto comenz¨® a las seis de la tarde, pero tres horas antes ya se empezaba a formar la inmensa cola de incondicionales que quer¨ªan ver y tocar al triunfador, al espa?ol m¨¢s deseado por las mujeres maduras de todo el mundo.Julio, m¨¢s que moreno, est¨¢ rojo como un cangrejo. Llevaba pantal¨®n vaquero, chaqueta de corte, corbata y un humor excelente. Hab¨ªa llegado a Madrid a las cinco de la ma?a4a. Descans¨® dos horas en el hotel Barajas, realiz¨® algunos ejercicios de gimnasio y se fue a la SER para participar en varios programas. A continuaci¨®n se traslad¨® a Televisi¨®n Espa?ola para grabar un especial en el que es entrevistado por I?aqui Gabilondo. Hoy sale para Par¨ªs. El d¨ªa 23 celebrar¨¢ en Miami su 51 cumplea?os.
La primera de la fila (unas 3.000 personas) era una se?ora o se?orita de treinta, y tantos a?os, que mont¨® su particular espect¨¢culo: sac¨® del bolso una braga blanca y se la entreg¨® a la estrella para que la firmara, cosa que hizo jocosamente. Luego, Julio enarbol¨® la prenda ¨ªntima entre las aclamaciones de la multitud. La dama, ni corta ni perezosa, se tumb¨® en la mesa en plan chaiselong y fue feliz mientras las c¨¢maras de televisi¨®n y prensa inmortalizaban su osad¨ªa.
Hab¨ªa un contundente servicio de seguridad: el estrado estaba tomado por agentes de paisano con auriculares, que registraban bolsos y mochilas. Estos gorilas se quedaban. perplejos ante la efusividad de los ciudadanos que llegaban hasta el h¨¦roe. Otra mujer, en un rapto de frenes¨ª, empez¨® a brincar como una cabra en el estrado; se avalanz¨® sobre el baladista y se lo quer¨ªa comer. Esta actitud fue muy repetida durante la tarde. Un joven barbudo con pinta de ecologista lleg¨® m¨¢s lejos: se postr¨® ante el ¨ªdolo, como ¨¢rabe ante Al¨¢, para homenajearle; luego, se volvi¨® euf¨®rico hacia el p¨²blico y brinc¨® de alegr¨ªa. Daba la impresi¨®n, sin embargo, de que aquello era una apuesta que hab¨ªa hecho ante sus colegas. Entre el p¨²blico hab¨ªa gente para todos los gustos, con dominio absoluto del elemento femenino y de abuelas con sus nietos. Tambi¨¦n merodeaban por all¨ª alguna monja, much¨ªsimos curiosos, algunos curas con alzacuello y un n¨²mero indeterminado de carteristas.
Julio Iglesias, todo un caballero, recib¨ªa a sus visitantes de pie y se sentaba para firmar. Es decir, que se levant¨® de la silla unas 2.500 veces en dos horas. Besaba a las mujeres en la frente, les acariciaba el pelo; a los hombres les daba la mano; a los j¨®venes les saludaba al estilo del baloncesto.
Crazy, este ¨²ltimo trabajo, est¨¢ grabado en ingl¨¦s, excepto una canci¨®n de Lucho Dalla, Caruso, en italiano,y otra de Dany Daniel en portugu¨¦s, Por el amor de una mujer.
En este ¨¢lbum colaboran artistas como Art Garfunkel, Sting o Dolly Parton. Cuando la m¨²sica latina arrasa en el mundo, Julio Iglesias ha preferido distanciarse de esa corriente y acercarse m¨¢s a la m¨²sica pop.
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