Pasto de las llamas
?Sab¨ªan ustedes que s¨®lo las auton¨®micas son responsables de proteger el fuego de los bosques y montes espa?oles y no el ICONA ni el Ministerio de Agricultura? Yo no. La estudiada discrecci¨®n con la que tratan estos accidente naturales los consejeros de Agricultura o Medio Ambiente de las naciones, nacionalidades y regiones en que est¨¢ dividido el Estado espa?ol, crea una espesa ambig¨¹edad que pretendo despejar. El verano de 1994 ha resultado el m¨¢s caluroso del siglo en Espa?a, por lo que no es de sorprender que vaya a ser el de m¨¢s superficie quemada desde que se inici¨® la estad¨ªstica en 1961. Pero si el calor y la sequ¨ªa explican los valores extremos de esta siniestra estad¨ªstica, no excusan la creciente extensi¨®n media de monte bajo y arbolado, pasto de las llamas un a?o con otro. Las autonom¨ªas, ni toman las medidas preventivas necesarias, ni se esfuerzan por fomentar la regeneraci¨®n de las superficies quemadas.Entre 1980 y 1985, el Estado espa?ol (como en su desatinada soberbia lo llaman tantos peque?os gobernantes auton¨®micos), traspas¨® a todas las autonom¨ªas las competencias de la prevenci¨®n y el combate de los incendios. El papel del ICONA se reduce ahora al apoyo con medios a¨¦reos a las Comunidades Aut¨®nomas en la prevenci¨®n de los incendios forestales y la extinci¨®n de los mismos. Para ello, ICONA cuenta con 66 aviones y 23 helic¨®pteros, unos en propiedad y otros contratados, que operan desde 48 bases, distribuidas por el territorio nacional. Si comparamos estos medios a¨¦reos de lucha contra el fuego con los de otros pa¨ªses mediterr¨¢neos, Espa?a destaca como la mejor dotada.
Destaco que los pilotos encargados de estos peligrosos servicios son los mandos y suboficiales del ej¨¦rcito del aire. A esos vuelos- se les puede denominar con propiedad "de fuego real", navegaci¨®n a vista (cuando no ciega el humo), y servicio continuo. Los defensores del medio ambiente no agradecemos bastante a los pilotos militares esos riesgos y esfuerzos. En los tres grandes incendios que he visto este verano en Andaluc¨ªa me ha chocado la impreparaci¨®n de los servicios auton¨®micos ante estas calamidades. Carreteras que quedan impedidas por el humo sin previo aviso a los conductores; largas esperas de la llegada de los funcionarios de INFOCA; falta de coordinaci¨®n de los servicios a¨¦reos de ICONA: la impresi¨®n desde incompetencia suma.
La administraci¨®n auton¨®mica que m¨¢s salerosamente ha reaccionado ante un problema impenitente ha sido la gallega. Don Manuel Fraga adolece de algunos defectos (aunque no los que le atribuye el vulgo), pero tiene entre sus muchas virtudes las de la decisi¨®n y el ingenio administrativo. El problema en Galicia no era la lucha contra los incendios forestales, sino la cantidad de ellos que provocaban los paisanos (no los pir¨®manos). El n¨²mero de incendios provocados se ha reducido desde que -don Manuel ?nipidi¨® la venta de le?a con se?ales de quemaz¨®n; prohibi¨®, la recalificaci¨®n urban¨ªstica de terrenos forestales despejados por el fuego, y decidi¨® pagar las horas, extraordinarias de los bomberos rurales como las horas normales. Por lo menos as¨ª me lo han contado.
El Senado, como C¨¢mara auton¨®mica, recomend¨® en 1993 la intensificaci¨®n de las medidas de prevenci¨®n de los incendios, forestales. El Parlamento catal¨¢n va a reunirse pronto en sesi¨®n monogr¨¢fica para hablar del fuego asolador, que incluso acaba de cobrarse tres vidas humanas entre los bomberos de la Generalitat. Supongo que la autonom¨ªa valenciana, la balear y la andaluza estar¨¢n debatiendo la suficiencia de su dispositivo antiincendios. Hay fondos europeos para financiar una proporci¨®n mayoritaria de la lucha contra el fuego y la erosi¨®n. Pero el panorama general es desolador.
Recientemente dec¨ªa Boadilla en un art¨ªculo que el amor del, Gobierno de la Generalitat por Catalu?a se demostrar¨ªa mejor si supiera defender la naturaleza en el Principado. Se?or Pujol: la identidad. y la lengua catalana se guardan solas: los bosques y las costas de Catalu?a, no.
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