Espa?a y Catalu?a
La colaboraci¨®n del PSOE y de CiU ha desatado, en los ¨²ltimos meses, la hist¨®rica pol¨¦mica sobre Espa?a y Catalu?a; la configuraci¨®n del propio Estado; la participaci¨®n de los partidos nacionalistas en la gobernabilidad del pa¨ªs y otras cuestiones conexas. El hecho en s¨ª no ser¨ªa preocupante si se hubiese planteado el debate desde la claridad y con ¨¢nimo de avanzar en la culminaci¨®n del proceso auton¨®mico hacia soluciones duraderas. Es delicado, e incluso peligroso, plantearlo desde la confusi¨®n, la demagogia y el disparate como se est¨¢ haciendo.Desde el Gobierno y algunos medios de comunicaci¨®n se pretende presentar los acuerdos con los nacionalistas como una operaci¨®n hist¨®rica cuyo objetivo ser¨ªa integrar a ¨¦stos, al fin, en la tarea de la gobernaci¨®n de Espa?a, cuando en realidad se tratar¨ªa, m¨¢s bien, de la leg¨ªtima y necesaria aspiraci¨®n de conformar una mayor¨ªa parlamentaria que permita gobernar, ante la p¨¦rdida de la mayor¨ªa absoluta por parte del PSOE en las ¨²ltimas elecciones generales.
Ante el resultado electoral de junio de 1992 no hab¨ªa m¨¢s que dos opciones: o pactar con CiU o con IU, abierto o no a los nacionalismos. Al hacer imposible esta ¨²ltima opci¨®n, tanto por la pol¨ªtica del PSOE como por la de IU, el acuerdo con los nacionalistas catalanes se abre camino como una hip¨®tesis real. Colaboraci¨®n que, por lo menos hasta el momento, ha tenido un contenido esencialmente econ¨®mico-social (presupuestos, reforma laboral, etc¨¦tera) y no tanto sobre la configuraci¨®n del Estado o el papel de Catalu?a en ese Estado. Es decir, el acuerdo se ha producido m¨¢s por coincidencias en la pol¨ªtica econ¨®mica, en sentido amplio, que por la auton¨®mica, cuyas similitudes est¨¢n por ver, o lo que es igual, m¨¢s por coincidencias en la pol¨ªtica del Gobierno con los sectores sociales que representa CiU en materia econ¨®mico-social que por las ideas que esta formaci¨®n pol¨ªtica pueda tener sobre la futura configuraci¨®n del Estado espa?ol.
?sta es la realidad, en mi opini¨®n, y tan leg¨ªtimo es apostar por estos acuerdos como criticarlos, pues ninguna de ambas posiciones afecta al ser de Catalu?a, ni a su mayor o menor imbricaci¨®n en los destinos de Espa?a como un todo. Lo contrario ser¨ªa tanto como identificar a CiU con Catalu?a y al PSOE con Espa?a, lo que me parece un desacierto que, electoralmente, le vendr¨ªa muy bien al honorable Pujol y al presidente Gonz¨¢lez, pero no se corresponde con la realidad.
Desde la oposici¨®n, tanto de derecha como de izquierda, se desbarra sobre la materia.
En base a demag¨®gicas alusiones a agravios comparativos entre comunidades, que no se corresponden con los hechos -las diferencias de riqueza entre Catalu?a, Euskadi y el resto de Espa?a eran mayores en la dictadura que hoy- se hace anticatalanismo barato, quiz¨¢ con la intenci¨®n de que sea rentable electoralmente en la mayor¨ªa de las comunidades aut¨®nomas, lo que supone un juego peligroso en un pa¨ªs como Espa?a en el que siempre se ha vivido, en este sentido, en "estado de dificultad" y tanto ha costado enderezar este decisivo problema que de manera tan desastrosa nos leg¨® el r¨¦gimen anterior.
Se llega a contraponer naci¨®n espa?ola o Espa?a como naci¨®n a la realidad de Catalu?a como naci¨®n, lo que parec¨ªa cuesti¨®n superada, pues no creo que se pueda negar ninguna de ambas realidades, lo que conducir¨ªa, de hacerse, al surgimiento de nacionalismos excluyentes y contrapuestos que s¨®lo abocar¨ªan a la calamidad. Es tremendo que responsables pol¨ªticos importantes hablen de Catalu?a como de una "regi¨®n negando as¨ª el derecho diferencial catal¨¢n, o lo que es lo mismo, negando el hecho hist¨®rico de que Catalu?a es una naci¨®n, o nacionalidad en la terminolog¨ªa constitucional.Se afirma, con desconocimiento craso de la historia, que la burgues¨ªa catalana es la m¨¢s reaccionaria de Espa?a, cuando ha sido la que ha intentado, en diversas ocasiones, encabezar una aut¨¦ntica revoluci¨®n burguesa en Espa?a, fracasadas siempre, entre otras cosas, por sus propias vacilaciones y claudicaciones; o se afirma que el honorable Pujol act¨²a como Franco, cuando es el ¨²nico presidente de comunidad que Franco meti¨® en la c¨¢rcel; o se mezcla el f¨²tbol con este problema. Se est¨¢ alimentando, pues, un nuevo nacionalismo espa?ol sui g¨¦neris, anclado en supuestos agravios de cada comunidad aut¨®noma, que se alimenta para uso interno, cualquiera que sea el partido que gobierne en cada una de ellas, de manera irresponsable. Se olvida as¨ª que a la altura de estos tiempos la viabilidad de la entidad nacional y estatal que es Espa?a depende de dos grandes procesos que est¨¢n bien encauzados, pero a¨²n no terminados: uno, la culminaci¨®n del Estado de las autonom¨ªas; otro, la creaci¨®n de una Europa pol¨ªticamente unida. Ambos procesos han sido posibles gracias al restablecimiento de la democracia en Espa?a. De tal suerte que se puede afirmar que el patriotismo espa?ol hoy -y creo que siempre- est¨¢ compuesto esencialmente de democracia, europe¨ªsmo y reconocimiento de los hechos diferenciales que componen esa "naci¨®n de naciones y comunidades" que es Espa?a.
Por el contrario, cualquier ataque o desestabilizaci¨®n de la democracia, del proceso de unidad europea o enfrentamiento entre comunidades es poner en riesgo nuestra propia existencia, debilitar nuestra cohesi¨®n. Lo mismo se podr¨ªa decir, hoy, del sentimiento nacional catal¨¢n o vasco, indisolublemente ligado a la democracia y a la construcci¨®n europea, columnas esenciales de cualquier proyecto nacional, ya sea desde la opci¨®n catalana o vasca, ya sea desde el conjunto de la naci¨®n espa?ola.
En una palabra, las bases reales del proyecto como naci¨®n que, especialmente, en Catalu?a y Euskadi se han manifestado hist¨®ricamente coinciden por primera vez, en la realidad de los hechos, con el ¨²nico proyecto viable para Espa?a que es el proceso de profundizaci¨®n de la democracia y de la unidad europea. Y sostengo que por primera vez porque Espa?a ha vivido en estado de dificultad, referente a su cohesi¨®n interna, por la sencilla raz¨®n de que nunca ha tenido resuelta de manera s¨®lida e irreversible la cuesti¨®n de la democracia y de su entronque con Europa. La dificultad y los desgarros de Espa?a se han debido, en este Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior orden de cosas, a su alejamiento de la democracia y de Europa. Ha vivido, generalmente, en la marginalidad y la dictadura. As¨ª era imposible mantener la unidad en la pluralidad que es Espa?a sin represi¨®n y sin ahondar, por ende, las ansias de separaci¨®n de las nacionalidades hist¨®ricas. Se puede afirmar, por tanto, que cualquier anticatalanismo en Espa?a, como cualquier antiespa?olismo en Catalu?a, es nefasto, puesto que nuestro proyecto hoy, como naciones, es com¨²n e inseparable, dado que los datos del "problema de las nacionalidades" han variado sustancialmente. En mi opini¨®n, el elemento que debe hacer repensar el enfoque de la cuesti¨®n es la entrada de Espa?a en la CE y, luego, la creaci¨®n de la Uni¨®n Europea, acontecimientos -el primero de ellos- que han sido posibles por el restablecimiento de la democracia en Espa?a. ?Qu¨¦ sentido tendr¨ªa plantearse hoy una pugna reivindicativa desde Catalu?a con Espa?a o viceversa si las competencias m¨¢s decisivas de la soberan¨ªa de un Estado empiezan a estar, y cada vez lo estar¨¢n m¨¢s (?esperemos!) incardinadas en la Uni¨®n Europea? Lo mismo podr¨ªa decirse de cualquier otra comunidad aut¨®noma. La cuesti¨®n hoy es c¨®mo integrarse mejor en Europa o, mejor dicho, c¨®mo contribuir a la construcci¨®n de la Uni¨®n Europea como conjunto, ya que es evidente que cada cual por su lado lo har¨ªa en peores condiciones, si es que ello fuese posible, que lo dudo.
No confundamos los t¨¦rminos del debate. Criticar la colaboraci¨®n PSOE-CiU, no porque se trata de un partido nacionalista catal¨¢n, sino porque es un partido de centro-derecha, as¨ª como su pol¨ªtica, es leg¨ªtimo y no es hacer anticatalanismo ni nada que se le parezca. Ahora bien, calificar a Catalu?a como "regi¨®n", decir que los presupuestos no son "generales" porque se pactan con un partido de ¨¢mbito catal¨¢n; afirmar que la burgues¨ªa catalana es la m¨¢s reaccionaria de Espa?a o que el traspaso del 15% del IRPF s¨®lo beneficia a Catalu?a es hacer anticatalanismo demag¨®gico y fomentar, de nuevo, un supuesto "nacionalismo espa?ol" de viejo cu?o, nefasto en nuestra historia, venga de la derecha o de la izquierda. Acabemos de una vez con esta peligrosa pol¨¦mica si no queremos hacer da?o a nuestra convivencia.
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