?D¨®nde estaban los obispos?
?Se han enterado los obispos espa?oles de que en Madrid se han congregado casi 2.000 personas para asistir al XIV Congreso de Teolog¨ªa organizado por la Asociaci¨®n de Te¨®logos Juan XXIII? ?Han sabido que durante cinco d¨ªas, desafiando el calor sofocante de un anfiteatro con m¨¢s de mil butacas sin una vac¨ªa a ninguna hora, han debatido con pasi¨®n un tema como Marginaci¨®n y cristianismo? ?Que ante aquella asamblea de cristianos empe?ados en mil experiencias diversas dif¨ªciles, abnegadas y a veces hasta peligrosas en toda Espa?a se ha hablado de solidaridad con los pa¨ªses m¨¢s abandonados del mundo, del drama de la inmigraci¨®n, del paro, de los desahuciados del sida, de los discapacitados ps¨ªquicos y f¨ªsicos, de las minor¨ªas marginadas, de la xenofobia y del racismo sin m¨¢s referente que las Sagradas Escrituras y la figura de Jes¨²s de Nazareth? ?Lo saben los obispos que no se oy¨® en todo el congreso una sola palabra de cr¨ªtica agria o irresponsable a la jerarqu¨ªa, que asistieron el vicario del obispo de Chiapas y el de Sao Felix de Araguaia, dos de los personajes del Episcopado m¨¢s admirados por los pobres de Am¨¦rica Latina? ?Que estaban presentes cristianos que han sufrido persecuci¨®n y c¨¢rcel por su fidelidad a la fe??Saben que se ha rezado, que se han celebrado eucarist¨ªas y actos de reconciliaci¨®n durante los cuales los congresistas han vaciado sus bolsillos para recoger mucho dinero para los hambrientos del Tercer Mundo? ?Que hab¨ªa gente que presentaba experiencias que est¨¢n viviendo con los marginados en silencio, sin publicidad, animados por el s¨®lo acicate de la fe?
?De qu¨¦ les daba miedo a los obispos para no asistir, ni siquiera uno como observador, a una manifestaci¨®n que como ha afirmado Aranguren es el foro de debate religioso m¨¢s importante y libre de Europa?
Lo peor es que esos miles de cristianos empe?ados no rechazan a sus obispos. Que los hubiesen recibido con cari?o. Lo revela el hecho de que el gesto de uno s¨®lo de ellos que a escondidas, como Nicodemo, les mand¨® un telegrama de presencia espiritual, fue recibido con simpat¨ªa y afecto.
Las actas del congreso podr¨¢n dar fe de que no se pronunci¨® ni una sola palabra que no estuviera en sinton¨ªa con los documentos del Concilio Vaticano II. Que las cr¨ªticas tomadas frente a la Conferencia de Poblaci¨®n de El Cairo son las que sostienen hoy en otros pa¨ªses obispos y hasta cardenales importantes, y no digamos te¨®logos que siguen manteniendo sus c¨¢tedras en seminarios y universidades.
Mucho me temo que los obispos hayan perdido una ocasi¨®n de oro para tocar con la mano la realidad de que la fe no est¨¢ tan muerta como ellos a veces se lamentan; para detectar que los que consiguen hoy mantener un hilo de di¨¢logo con una sociedad que rechaza a Dios y a la Iglesia son precisamente aqu¨¦llos a quienes ellos les cierran las puertas del di¨¢logo neg¨¢ndoles hasta su presencia. Un congresista empe?ado con los marginados ps¨ªquicos me dec¨ªa con cierta ternura y tristeza a la vez: "Y sin embargo estoy cierto que si Jesucristo hubiese pasado por Madrid, hubiese estado aqu¨ª, sentado entre nosotros, aunque s¨®lo fuera para tirarnos de las orejas. Todo menos ignorarnos como han hecho nuestros obispos".
Es posible que a nuestros obispos no les gusten algunos de los te¨®logos de la Asociaci¨®n Juan XXIII, algunos de ellos ex sacerdotes, presentes en el Congreso con sus esposas e hijos. Pero acudir a la reuni¨®n no significaba abalarles en todo. Y hasta podr¨ªa haber sido el modo mejor para poder criticarles despues. Hoy incluso el Papa Wojtyla env¨ªa representantes suyos a actos de otras confesiones religiosas o asiste ¨¦l mismo. ?No hablan siempre los obispos de di¨¢logo? ?O es que el di¨¢logo sirve s¨®lo con los de fuera?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.