La gran producci¨®n
Ayer y anteayer, San Sebasti¨¢n se convirti¨® en caja de resonancia de las dos primeras respuestas espa?olas a la llamada de la Uni¨®n Europea a la formaci¨®n en sus pa¨ªses miembros de grandes grupos de producci¨®n de pel¨ªculas que cuenten con dispositivos financieros -propios o crediticios- y profesionales capaces de afrontar el desaf¨ªo de competir con garant¨ªas de ¨¦xito en los mercados internacionales del cine.El primero de ellos carece de identidad empresarial propia y es una simple conjunci¨®n -aunque en sus entresijos presumiblemente compleja- de cuatro peque?as entidades preexistentes cuya actividad abarca tres estadios -elaboraci¨®n, distribuci¨®n y exhibici¨®n- de la fabricaci¨®n y comerciafizacion de filmes. Estas empresas, que se proponen coordinar e interrelacionar una parte de su que hacer en un esfuerzo conjunto, son las espa?olas El¨ªas Querejeta, PC, que aporta la experiencia de 55 largometrajes en tres d¨¦cadas; Alta Fims, que cumple dentro de un par de meses un cuarto de siglo de existencia como foco muy activo de distribuci¨®n y exhibici¨®n de pel¨ªculas europeas en Espa?a; Esicma, entidad de nuevo cu?o que se dedica a la adquisici¨®n de derechos de pel¨ªculas espa?olas y extranjeras para las diversas televisiones nacionales, y la francesa Lumi¨¦re, que abarca el espectro completo de la comercializaci¨®n de filmes. europeos.
El segundo foco de creaci¨®n, presentado ayer en San Sebasti¨¢n, es Sogepaq, que tiene un volumen, una identidad y una estructura marcadamente distintos del anterior: es una entidad autosuficiente y derivada de la coherente decisi¨®n del Grupo PRISA de fundar, poner en marcha y cohesionar una divisi¨®n audiovisual en sus m¨²ltiples tareas editoriales, cuya avanzadilla fue la puesta en marcha, hace unos a?os, de la cadena de televisi¨®n de pago Canal +, primera y ¨²nica de su especie -un verdadero canal de cine- existente en Espa?a.
Si la primera iniciativa busca la gran producci¨®n a trav¨¦s de una l¨®gica de concentraci¨®n de varios y peque?os esfuerzos, la segunda lo hace siguiendo una din¨¢mica de signo contrario, y obedece a una l¨®gica de desgajamiento de un solo gran esfuerzo preexistente, con la formaci¨®n de un sector dedicado dentro d¨¦ ¨¦l a la creaci¨®n de cine.
Ambos esfuerzos no s¨®lo no son incompatibles, sino complementarios en la estrategia global de despegue del cine espa?ol en el marco envolvente de la Uni¨®n Europea y el vuelo hacia el largo alcance que requiere la supervivencia de la producci¨®n de nuestro cine en un mercado mundial libre, antes o despu¨¦s inevitable y finalmente necesario. Este doble proceso de concentraci¨®n de la producci¨®n tiene como primer desaf¨ªo que la imprescindible b¨²squeda de la cantidad no se convierta en su futura ejecutoria en un obst¨¢culo para el encuentro o la conquista de la calidad.
La puesta en funcionamiento de solventes y afinados dispositivos de fabricaci¨®n de pel¨ªculas que llenen la parcela cuantitativa del reto est¨¢ ah¨ª, a la vuelta de la esquina. Los equipos humanos empresariales y profesionales que los conforman no dejan resquicio a la duda de que pueden hacerlo, porque han demostrado que saben. Pero una cosa es fabricar pel¨ªculas y otra crear verdadero cine, de manera que la existencia de equipos humanos de imaginadores y constructores de buenas pel¨ªculas Capaces de llenar la parcela cualitativa de este formidable reto no est¨¢ tan a la vuelta de la esquina, sino que hay que desencadenarla y crearla, y esto no se logra por la simple voluntad de lograrlo: hace falta algo m¨¢s.
Ese algo m¨¢s es una apertura, indistintamente ambiciosa y generosa, al fil¨®n del talento, del ingenio y, cuando surja, del genio. Para ello,. la filosof¨ªa de toda gran producci¨®n no puede desentenderse -y ¨¦ste es el gran ejemplo de Hollywood de dos elementos vitales: uno es la obligaci¨®n, por parte de la producci¨®n, de asumir el concepto de riesgo de ese inconfundible esmero que convierte a una pel¨ªcula en un producto competitivo dentro del juego del mercado, y otro, la asunci¨®n, por la imprescindible gran producci¨®n, del derecho -e incluso a veces la necesidad- del error, de acuerdo con el principio de que, como todo artista, el cineasta hay veces que aprende a acertar equivoc¨¢ndose, pues s¨®lo de la conciencia del porqu¨¦ de un fracaso el creador de cine puede deducir cu¨¢les son los caminos que conducen al ¨¦xito.
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