El Congreso liberal brit¨¢nico termina con una derrota moral de su l¨ªder
El clima de Brighton ha sido venenoso para la salud pol¨ªtica de Paddy Ashdown, l¨ªder, hasta ahora indiscutido, de los liberal dem¨®cratas, tercera fuerza pol¨ªtica -con vocaci¨®n de seguir si¨¦ndolo de por vida, a juzgar por su evoluci¨®n- en el Parlamento brit¨¢nico. Ashdown, un pol¨ªtico de lengua afilada y expresi¨®n de permanente desd¨¦n, ha sido negado tres veces por sus propias huestes en el transcurso del Congreso nacional del partido que se clausur¨® ayer en la ciudad costera del sureste de Inglaterra.Contra todo pron¨®stico y contra la opini¨®n de Ashdown, la mayor¨ªa de delegados ha tenido la osad¨ªa de votar a favor de la legalizaci¨®n de la marihuana y de la implantaci¨®n en el pa¨ªs de una especie de salarlo m¨ªnimo un caballo de batalla al que se han subido en diferentes etapas los laboristas-, verdadera bestia negra del empresariado y del Gobierno brit¨¢nico.
Cierto que las posibilidades de los liberal dem¨®cratas de poner en marcha tales reformas son notablemente limitadas. A¨²n as¨ª, Ashdown lo vivi¨® como una derrota personal. Pero a¨²n le quedaba un largo c¨¢liz por apurar.
El tercer revolc¨®n del veterano pol¨ªtico qued¨® en un mero amago, pero ha despertado notable irritaci¨®n entre los poderes f¨¢cticos del Reino Unido.
El futuro de la monarqu¨ªa
Nadie sabe por qu¨¦ demonios las juventudes del partido se empezaron en someter a debate el futuro de la monarqu¨ªa. Aun con una votaci¨®n abrumadoramente favorable al mantenimiento de tan brit¨¢nica instituci¨®n, la consulta caus¨® incomodidad y ha contribuido a confundir m¨¢s al electorado sobre el de por s¨ª confuso partido. El propio presidente saliente, Charles Kennedy, reconoci¨® con amargura que el partido corr¨ªa el riesgo de dar una impresi¨®n de "frivolidad" al electorado.Pero m¨¢s all¨¢ de la contestaci¨®n a Ashdown, que ¨¦ste atribuy¨® ayer a la buena salud democr¨¢tica de su partido y de las sombras de frivolidad, los liberales han mostrado el mayor grado de desuni¨®n en lo que a su futura e hipot¨¦tica colaboraci¨®n con los laboristas se refiere.
Quiz¨¢s todo se deba a la propia configuraci¨®n del partido, resultante de la fusi¨®n en 1988 del Partido Liberal y del Partido Social Dem¨®crata, con todo lo que esto entra?a: l¨ªderes altos, medios y bajos que recolocar, y una larga y sorda lucha hasta que la reacomodaci¨®n se produce.
Conscientes de que su futuro est¨¢ en el tercer puesto -conseguir unos ochenta esca?os en circunscripciones que han perdido la fe en los conservadores es su m¨¢xima aspiraci¨®n electoral- los l¨ªderes liberal dem¨®cratas intentan vender cara la piel de sus esca?os.
Dirigiendo el grueso de su artiller¨ªa dial¨¦ctica contra los conservadores, Ashdown llam¨® ayer a "una revoluci¨®n pac¨ªfica" en el Reino Unido, aunque, pese a lo previsto, no reclam¨® de los laboristas un compromiso firme para analizar m¨¢s all¨¢ de opciones partidistas la situaci¨®n de la Sanidad p¨²blica y de las leyes electorales del pa¨ªs, que quieren sustituyan el sistema mayoritario por el proporcional.
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