Ladrones de cuerpos
Hubo una ¨¦poca en la que los japoneses se conformaban con colonizar nuestros hogares: del televisor a la tostadora de pan pasando por el reproductor de discos compactos, todo estaba fabricado en su pa¨ªs. Pero no se detuvieron ah¨ª. Pronto iniciaron el proceso de colonizaci¨®n mental, convencidos de que los occidentales, aunque con retraso, ¨ªbamos a pagar muy caros los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki: la venganza, ya se sabe, es un plato que se degusta fr¨ªo.Empezaron con los ni?os, v¨ªctimas propiciatorias donde las haya. De repente, nuestros hijos ya no se re¨ªan con las andanzas del Coyote y el Correcaminos: prefer¨ªan pasmarse con las aventuras futuristas de Songoku. Si les regal¨¢bamos un ¨¢lbum de Tint¨ªn, nos lo tiraban a la cabeza y exig¨ªan el ¨²ltimo tebeo de Bola de Drag¨®n Z. Con los adultos a¨²n no se atrev¨ªan. S¨ª, enviaron un par de globos sonda cinematogr¨¢ficos en forma de las dos partes de la saga del hombre m¨¢quina Tetsuo; pero, a excepci¨®n de unos cuantos incautos, nadie pic¨®. En el terreno de la ficci¨®n cinematogr¨¢fica con seres humanos, los japoneses hab¨ªan pinchado en hueso. De momento.
Acaban de volver a la carga utilizando un g¨¦nero, el thriller, que en estos d¨ªas recibe todo tipo de denuestos. Como sabr¨¢ cualquiera que haya le¨ªdo la prensa ¨²ltimamente, gentuza como Oliver Stone y Quentin Tarantino tiene la culpa de todo lo malo que sucede en el mundo. Y los que apreciamos sus pel¨ªculas no somos m¨¢s que unos degenerados que nos morimos de ganas de violar jovencitas, asesinar polic¨ªas y prender fuego a mendigos. Saben los japos que a los indeseables de nuestra cuerda nos gusta insistir en el error y hundirnos cada vez m¨¢s en la miseria moral, as¨ª que se han sacado de la manga al se?or Takeshi Kitano (alias Beat Takeshi) para que recurramos a ¨¦l en v¨ªdeo cada vez que den por televisi¨®n alguna obra maestra de Pilar Mir¨®. Fracasamos con los dibujos animados y con los tebeos, piensan, pero ahora os atrapa de acci¨®n... ?Tiemblen, amigos, porque est¨¢n empezando a conseguirlo!
Hace unos meses que la prensa cinematogr¨¢fica brit¨¢nica se deshace en elogios ante este actor y director japon¨¦s de 47 a?os cuyo ¨²nico contacto, hasta el momento, con el espectador espa?ol se produjo en el filme de Nagisha Oshima Feliz Navidad, m¨ªster Lawrence (interpretaba al brutal sargento Hara). Sus pel¨ªculas realizadas entre 1989 (a?o en que decide dar por terminada su carrera de actor c¨®mico en la televisi¨®n nipona) y 93 cosechan la admiraci¨®n de la cr¨ªtica anglosajona. De acuerdo, se ponen reparos a Boiling point (1990) y a A scene at the sea (1991), pero se califica de obras de m¨¦rito a Violent cop (1989) y a Sonatine (1993). A tenor de lo le¨ªdo, uno cree encontrarse ante un superhombre cinematogr¨¢fico hecho con trozos del Scorsese de Taxi Driver, el Tarantino de Reservoir dogs y el Woo de The killer. Es decir, ante la bestia negra de Pilar Mir¨®. Y claro, uno va y se compra la primera pel¨ªcula que encuentra de este fen¨®meno: Violent cop. La edita el ICA (Institute of Contemporary Arts). Y Kitano ha sido definido como un cineasta excepcional (The guardian); la pr¨®xima figura de culto internacional (Empire); la respuesta de Jap¨®n a Clint Eastwood (The Face).
As¨ª que llegas a casa con la casete bajo el brazo, enciendes el televisor, apagas las luces, conectas el contestador autom¨¢tico, te sientas en el sof¨¢ a vivir la experiencia cinematogr¨¢fica de tu vida y, al cabo de hora y media, descubres que, simplemente, los japoneses han vuelto a intentarlo contigo. Porque Violent cop, se?ores, es una birria como una casa cuyo ¨²nico y dudoso m¨¦rito es haber inventado un subg¨¦nero: el thriller sopor¨ªfero. La trama es confusa, pero imb¨¦cil. La puesta en escena, plana. Las secuencias de acci¨®n, rid¨ªculas. Los actores, penosos. Y si el inefable Beat Takeshi, un tipo bajito, inexpresivo y con unas patas m¨¢s torcidas que las de Leslie Nielsen, es una estrella, yo soy Harrison Ford.
C¨®mo ha conseguido este individuo d¨¢rsela con queso a los cr¨ªticos brit¨¢nicos, a los responsables del ICA y al director del festival de Sitges (Sonatine se exhibir¨¢ en la edici¨®n de este a?o) es algo que no entiendo. A no ser que todos ellos hayan sido v¨ªctimas de los ladrones de cuerpos. Todos compraron un bons¨¢i del que sali¨® una larva que se adue?¨® de su ser. iClaro, as¨ª es como los japoneses prosiguen su imparable avance en Occidente! Felipe Gonz¨¢lez no es Felipe Gonz¨¢lez. Nuestros hijos no son nuestros hijos. Nuestros amigos no son nuestros amigos. Y nosotros, ?durante cuanto tiempo podremos seguir siendo nosotros?
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