El teatro de las reclusas de Carabanchel libera el aplauso de los internos en un escenario vigilado
Una compa?¨ªa de presas interpret¨® obras propias en la c¨¢rcel de hombres
No hubo programa de mano. Los presos, sin embargo, las llamaban por su nombre. "'?Eh!, Pichu, est¨¢s dabuten". "Camarona, te quiero". El escenario del teatro de la c¨¢rcel de Carabanchel-hombres se llen¨® ayer de mujeres, presas tambi¨¦n, que provocaron durante dos horas a los internos con obras de teatro ideadas por ellas mismas. Los cinco celadores que vigilaban al p¨²blico masculino salido de la galer¨ªa tres -"la m¨¢s conflictiva, est¨¢ cargada de reincidentes", seg¨²n el educador Jos¨¦ Benito- fueron unos espectadores m¨¢s. Las fiestas de La Merced, sirvieron para estrechar los lazos que presos y presas han sabido establecer a trav¨¦s de las ventanas, pese a los barrotes que los separan.
El taller de teatro de la c¨¢rcel de Carabanchel-mujeres naci¨® hace nueve a?os. La funcionaria Elena C¨¢novas, que hab¨ªa estudiado arte dram¨¢tico en sus horas libres, es desde 1985 la directora de una peque?a compa?¨ªa que ensaya de rejas para adentro y sale varias veces al a?o de gira por distintos penales de Madrid y La Mancha.C¨¢novas dirige a 17 chicas, entre los 20 y los 35 a?os, que se reparten los papeles equitativamente: escen¨®grafas, figurinistas y actrices. Transforman una caja de desecho en un balc¨®n y son capaces de hacer un traje de diablo con una tela negra y celo.
Antes de que las actrices suban al escenario, el ambiente ya hierve. Tipos de diversa catadura, con y sin diente de oro, tatuados, calvos, adormilados, con varios anillos en el pulgar o sin gorra, gritan y fuman al mismo tiempo. Cuando irrumpe Carmen Zarza, la veterana del grupo, vestida de bandolera, sus compinches la silban en todos los tonos. La actuaci¨®n contin¨²a, entrecortada por risas irreprimibles.
"Al principio me daba corte. Despu¨¦s tom¨¦ el teatro como una forma de evadirme de la c¨¢rcel. Hace cuatro meses que estoy en el taller y llegu¨¦ a Carabanchel hace cuatro a?os", explica Pichu, de 32 a?os, que interpreta a un desternillante Romeo nacido en el Pozo del T¨ªo Raimundo. Su Romeo es tan chulo que llega a decir a Julieta: "Me llaman el seis pesetas porque me paso de duro".
De las cuatro piezas representadas ayer, que hoy repiten en el mismo escenario, dos son creaciones propias. Los sacamantecas pertenece a Alfonso Zurro, y el mon¨®logo final en el que Carmen Zarza se luce, es de los hermanos ?lvarez Quintero. "Los textos que han hecho las reclusas no tratan de ocultar que est¨¢n presas, sino de reinterpretar su situaci¨®n", explica Elena C¨¢novas. Los internos rieron a mand¨ªbula batiente con Las comunicaciones. Un matrimonio gitano preso, separado por el patio de rigor, declara su amor de una ventana a otra: "Antonia, que el domingo tenemos el bis a bis. Que te laves te digo", le grita ¨¦l a su mujer. Despu¨¦s de ellos, una chica colombiana conoce a un paisano mediante el mismo sistema de la ventana. El di¨¢logo entre ellos, cargado de palabras amorosas rimbombantes y coloridas, fue justamente recompensado con tremendos aplausos.
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