"Es f¨¢cil adelgazar comiendo a gusto"
Montignac: el hombre que hizo perder peso a los hombres se dirige ahora a las mujeres
S¨®lo un franc¨¦s se afanar¨ªa por combinar el placer con la dieta. Michel Montignac lo ha intentado con un m¨¦todo que se basa m¨¢s en la selecci¨®n de alimentos que en su limitaci¨®n. El hombre que, mal que le pese, pas¨® a la historia por hacer adelgazar a los hombres con su primer libro, dedica su tercero a las mujeres, con una mayor carga de intentos frustrados por perder peso y, por tanto, m¨¢s resistentes. "Es m¨¢s f¨¢cil adelgazar cuando comes a gusto. El sobrepeso no es m¨¢s que la consecuencia de malos h¨¢bitos alimenticios", preconiza.Quien envidie a Montignac frente a su plato favorito, el magret de pato con jud¨ªas blancas, y saboreando un buen vinotinto, que no se desespere. Est¨¢ haciendo r¨¦gimen. El mismo que hace en los ¨²ltimos 15 a?os cuando dej¨® de ser gordo. Fue un ni?o gordo; un joven gordo, acomplejado por sus kilos y determinado a perderlos. "Una gran obsesi¨®n y una gran determinaci¨®n", as¨ª define el motor de su trayectoria. La pasada se mana estuvo en Madrid para presentar su nuevo libro, El m¨¦todo Montignac, y, realmente, mantiene el tipo a sus 50 a?os.
Se r¨ªe poco. Probablemente, herencia de la juventud que se pas¨® "haciendo dietas hipocal¨®ricas, comiendo un plato, no bebiendo nada...". Y todo para pesar s¨®lo tres kilos menos que sus hermanos, que se daban la vida padre. Un d¨ªa se convenci¨® de que "no era comiendo menos como se adelgazaba, sino escogiendo el tipo de alimentaci¨®n y cambiando ciertos malos h¨¢bitos".
Hijo de una familia de comerciantes, obesos todos, para m¨¢s se?as, Michel quer¨ªa ser m¨¦dico, pero no le dejaron. Estudi¨® Ciencias Pol¨ªticas y termin¨® como directivo en una multinacional farmac¨¦utica, de la que sac¨® tanto su habilidad empresarial como los conocimientos m¨¦dicos que le han permitido elaborar su teor¨ªa sobre el sobrepeso.
Exceso de insulina
La causa, seg¨²n Montignac, es el exceso de secreci¨®n de insulina, una hormona que produce el pancreas y est¨¢ encargada de facilitar la absorci¨®n celular de los gl¨²cidos y el almacenamiento de las grasas. "El hiperinsulinismo es la clave del exceso de peso, del colesterol y de las enfermedades cardiovasculares". La primera vez que esboza una sonrisa, aunque sea ir¨®nica, es para reafirmarse en contra de las innumerables cr¨ªticas que recibe por parte de algunos m¨¦dicos. "?Deben volver a la escuela! Los que dicen que la insulina no hace engordar se aferran a principios que est¨¢n caducados".Montignac ha dividido los alimentos en funci¨®n de su capacidad para inducir la secreci¨®n de insulina. As¨ª, existen buenos y malos gl¨²cidos. Los az¨²cares son, seg¨²n su m¨¦todo, los culpables del sobrepeso, m¨¢s que las grasas o las prote¨ªnas.
Hace ya tiempo que la emprendi¨® contra la patata. A juzgar por sus libros, el mayor veneno para el cuerpo. El arroz, el az¨²car refinado, la harina, el pan blanco, las pastas no integrales y el pl¨¢tano se incluyen en su lista de malos gl¨²cidos, a eliminar de la dieta. El conflicto gordo ser¨¢ convencer a los espa?oles para que dejen la paella y el pincho de tortilla. "No hay problema", matiza. "El arroz malo es el americano, el que se cuece con mucha agua y se cuela. Y en cuanto a la tortilla, se puede cambiar la patata por el jam¨®n". Suerte, Montignac.
El fen¨®meno diet¨¦tico se resume hasta ahora en millones de libros vendidos, otros tres nuevos -uno de ellos sobre el vino- a punto de publicar y una granja medieval en la campi?a francesa desde la que se difunde la filosof¨ªa Montignac: aquella religi¨®n que los sufridos yuppies fueron los primeros en adoptar para no engordar de tanta ostra y tanto Mo?t Chandon que ten¨ªan que tomar para ganarse la vida. La imagen de su primer libro atrap¨® al autor para la posteridad.
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