Cinco muertos y cuarenta heridos por una granada lanzada contra seguidores de Aristide en Hait¨ª
Un sangriento atentado que caus¨® al menos cinco muertos y 40 heridos ensombreci¨® ayer una jornada que, en principio, deb¨ªa haber resultado c¨ªvica, democr¨¢tica y tranquila. El lanzamiento de una granada por parte de los temidos attach¨¦s (esbirros civiles al servicio del r¨¦gimen) en el transcurso de una manifestaci¨®n en la superpoblada zona de La Saline, junto a la estaci¨®n de autobuses, puso en grave peligro las esperanzas de una transici¨®n pac¨ªfica para el pueblo haitiano. El secretario de Estado norteamericano advirti¨® del "extremo riesgo" que se vive en la isla.
ENVIADA ESPECIAL, Una imagen in¨¦dita en Puerto Pr¨ªncipe se produc¨ªa poco despu¨¦s del atentado: por primera vez, los haitianos caminaban con los brazos en alto o las manos apoyadas sobre la nuca, alej¨¢ndose de los numerosos efectivos norteamericanos que pronto rodearon el lugar donde se produjo la matanza, con las ametralladoras apuntando a los transe¨²ntes. Warren Christopher, secretario de Estado norteamericano, se?al¨® que la explosi¨®n de violencia es se?al de que sus tropas en Hait¨ª est¨¢n en una "situaci¨®n de extremo riesgo".Las tropas norteamericanas han detenido hasta el momento a dos haitianos. Aparentemente, uno de ellos se encontraba en la casa desde la que se lanz¨® la granada. Este edificio pertenece al teniente Sagesse, de la polic¨ªa haitiana, muy relacionado con el jefe de dicho cuerpo, Michel Fran?ois, creador de los temibles attaches. El otro fue rescatado por los propios norteamericanos de un intento de linchamiento por parte de la multitud que le acusaba de haber participado en la masacre. Durante unos interminables minutos la masa enloqueci¨®, entreg¨¢ndose al saqueo de un par de almacenes.
Seg¨²n declaraciones del coronel Mike Sullivan, jefe de la polic¨ªa militar estadounidense, "la gente le estaba pegando al supuesto culpable cuando aparecieron tres soldados de las fuerzas ocupantes y pudieron impedir un desenlace fatal". A ¨²ltima hora de la tarde del jueves los norteamericanos segu¨ªan rastreando la zona. Aunque es muy dif¨ªcil que puedan identificar a los verdaderos culpables. En Puerto Pr¨ªncipe crece la indignaci¨®n y la exigencia de que los norteamericanos desenmascaren y desarmen a todos los verdugos de este pueblo. Dicen que, sin eso, no hay democracia posible.
Provocaciones verbales
Con este hecho de sangre culmina una serie de provocaciones verbales realizadas en las ¨²ltimas horas por el presidente inconstitucional Emile Jonassaint, que calific¨® a los ocupantes estadounidenses de "fuerzas subversivas", que act¨²an como "virreyes" y que podr¨ªan "provocar una guerra civil". Por su parte, Emmanuel Constant, l¨ªder del FRAPH, organizaci¨®n de extrema derecha, emiti¨® un comunicado en el que llamaba a la defensa de la "integridad de la patria haitiana". Constant ha negado tener "escuadrones de la muerte" y asegura que sus 20.000 hombres, armados hasta los dientes, son s¨®lo "reservistas".
El atentado se produjo durante una manifestaci¨®n celebrada al final de la emotiva ceremonia civil de toma de posesi¨®n del alcalde leg¨ªtimo de Puerto Pr¨ªncipe, el aristiano Evans Paul, elegante y atractivo ex actor y escen¨®grafo teatral de quien muchos afirman que ser¨ªa un excelente sucesor de Jean-Bertrand Aristide.
El edificio de la alcald¨ªa, situado frente al puerto, fue rodeado por las tropas estadounidenses sin dejar el menor resquicio al azar. Un rect¨¢ngulo de alambre de espino imped¨ªa acercarse a la multitud, unas 2.000 personas que cantaban, tocaban instrumentos, de percusi¨®n y agitaban ramas de lilas.
Paul que lleg¨® fuertemente protegido por los ocupantes y fue inmediatamente rodeado por una nube de periodistas -se ha hecho popular en los ¨²ltimos d¨ªas, concediendo m¨²ltiples entrevistas desde su semiclandestinidad-, se detuvo en la escalinata de entrada para saludar a sus seguidores y, ya en el primer piso, se asom¨® a varios balcones para corresponder a la gente que le ovacionaba y gritaba: "?Ka Plume!" ("La Pluma", en cr¨¦ole), que es el nombre con que se le conoce en esta tierra desde los anos en que era actor, escen¨®grafo y escritor.
Fuera, la masa desheredada se hab¨ªa puesto sus mejores trapos y saludaba a los norteamericanos. Esa misma masa alegre y confiada, se ver¨ªa horas m¨¢s tarde sobrecogida por el terror, mientras volaban los miembros despezadados de las v¨ªctimas y la ma?ana se resolv¨ªa en un ba?o de sangre. Entretanto, en la Asamblea Nacional, los parlamentarios, reunidos por primera vez constitucionalmente en los ¨²ltimos tres a?os de dictadura, segu¨ªan haciendo encaje de bolillos, discutiendo la Ley de Amnist¨ªa que garantizar¨¢ la impunidad a los verdugos del pueblo haitiano. El clima es exasperado. La manifestaci¨®n de ma?ana, convocada por las fuerzas pro Aristide, puede acabar tr¨¢gicamente. En la alcald¨ªa, antes de que Evans Paul tomara posesi¨®n y dijera que "¨¦sta es la primera vez en que la primera potencia del mundo interviene al servicio de los oprimidos", una ni?a empez¨® a cantar el himno nacional. En la segunda estrofa se unieron los presentes y, ya al terminar, un coro grandioso, formado por los dem¨®cratas que se encontraban fuera, inici¨® a su vez el himno nacional haitiano. Fue un momento bell¨ªsimo, que conmovi¨® a todos los presentes. Sobre todo cuando, poniendo atenci¨®n, percibimos el significado de la letra: "Pour la patrie, pour les anc¨¨tres, mourir est beau" ("Por la patria, por los antepasados, morir es bello").
Morir por todo ello, y de las formas m¨¢s horrendas posibles, parece haber sido el destino del pueblo haitiano desde hace casi 300 a?os.
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