Sin entusiasmo

Me dijo alguno que el espect¨¢culo era nazi; otros, que homosexual. No es incompatible. Yo lo encontr¨¦ m¨¢s bien sadismo entre ellos -ficci¨®n- y sobre el gustoso p¨²blico, agredido por los decibelios, las luces violentas, los propios actores y unos enormes vol¨²menes que se arrastran por la pista, por el espacio ¨²nico para acci¨®n y contemplaci¨®n, si es que esta palabra se puede emplear. Tratar¨ªan, ellos de que no hubiera contemplativos, sino activos: otras veces lo han conseguido mejor, y con, m¨¢s valent¨ªa. La. introducci¨®n de tres mujeres -el cumplimiento del 25%- da mejores situaciones para el sadismo, aunque no se ahorran entre hombres.El tema que parece abordarse es el de la manipulaci¨®n de la informaci¨®n. Brota, tambi¨¦n, de este espect¨¢culo: desde el momento en que pretende ser informativo y cr¨ªtico. Y en el que utiliza sus esl¨®ganes demag¨®gicos para rascar de la faz del mundo esta adherencia residual; y las figuras se duplican en la realidad, las pantallas, los espejos.

Pero no creo, por lo que pude ver -no todo el mundo puede verlo todo, aunque corra como un loco detr¨¢s de los puntos de acci¨®n, cosa que es molesta- que tenga realmente esa finalidad, ni ninguna otra. Mejor era antes La Fura, cuando parec¨ªan un espect¨¢culo sin prop¨®sito, con situaciones ins¨®litas, atletas espl¨¦ndidos y arriesgados, provocadores natos. Tampoco les falta ahora la perfecci¨®n, la terminaci¨®n.

El p¨²blico joven que siempre les escolta (para nosotros es m¨¢s dif¨ªcil. resistirlo todo: cansancio, agitaci¨®n, ruido; el muerto estadio de la Comunidad de Madrid lejano y helado) estuvo all¨ª; abundante pero sin masa, gustoso pero sin entusiasmo. O sea, justo.