Buen augurio para Brasil
A?N NO hay resultados oficiales de las elecciones en Brasil del lunes pasado. Pero todos los datos indican que el socialdem¨®crata Fernando Henrique Cardoso ha obtenido una victoria aplastante, doblando con toda probabilidad los votos de su principal contrincante, el l¨ªder del Partido de los Trabajadores Luiz Inacio da Silva, Lula, y superando c¨®modamente la mayor¨ªa absoluta. Es en s¨ª significativo que la carrera hacia la presidencia de este gran pa¨ªs que es la Rep¨²blica de Brasil se haya dirimido entre dos l¨ªderes de la izquierda. Ha salido vencedor el pragm¨¢tico y moderado, el reformista Cardoso, frente al carism¨¢tico l¨ªder obrero Lula, m¨¢s ligado a una tradici¨®n de marxismo radical. El enfrentamiento verbal durante la campa?a ha sido duro, pero ambos han hecho gala de un respeto mutuo que los dignifica.Cardoso ha presentado al electorado un programa t¨ªpicamente socialdem¨®crata, adaptado a las condiciones de Am¨¦rica Latina y de Brasil. Se ha comprometido a modernizar las estructuras pol¨ªticas y econ¨®micas del pa¨ªs, insistiendo en que Brasil no es tanto un pa¨ªs subdesarrollado como un pa¨ªs tremendamente injusto. Por eso ha dicho que su principal objetivo debe ser "la abolici¨®n de la miseria y de la brutal concentraci¨®n de renta". Dentro de las numerosas posibilidades que se ofrecen para el futuro pol¨ªtico de Brasil, un pa¨ªs gigantesco de 150 millones de habitantes, no cabe situar como algo imposible que Cardoso y Lula puedan ponerse de acuerdo en determinadas cuestiones pol¨ªticas y cooperar para superar algunos de los grandes retos para el desarrollo del pa¨ªs. En el seno del Partido de los Trabajadores coexisten con el lenguaje revolucionario radical ciertas tendencias al reformismo que son bastante fuertes.
La trascendencia de estas elecciones -en las que el pueblo ha elegido a cerca de dos mil cargos p¨²blicos, desde el presidente de la Rep¨²blica a los Parlamentos de los 27 Estados que constituyen Brasil- estriba en que pone fin a d¨¦cadas de golpes y Gobiernos militares y a la etapa de caos y corrupci¨®n que vivi¨® bajo el anterior presidente electo, Collor de Melo. En 1989, Lula ya hab¨ªa optado a la victoria en la elecci¨®n presidencial. Entonces fue derrotado por un pol¨ªtico que tras una imagen atractiva y muy teleg¨¦nica que ilusion¨® al electorado demostr¨® albergar pocos escr¨²pulos. Pero una vez logrado el cargo, su grado de corrupci¨®n y esc¨¢ndalos superaron el l¨ªmite de la tolerancia popular. Una ola de protestas populares, en nombre de la moralidad y rompiendo barreras entre, los partidos, impuso la destituci¨®n de Collor de Melo, actualmente procesado, y una renovaci¨®n pol¨ªtica que ha llevado a las actuales elecciones. Brasil ha vivido una sacudida en la moral y el talante de la sociedad que desborda con mucho a la pol¨ªtica. Se ha convertido en fuente de optimismo para todos los dem¨®cratas de Am¨¦rica, y no s¨®lo de Am¨¦rica, en momentos en que sobran motivos de pesimismo y desesperanza.
La victoria de Cardoso se asienta en un balance de ¨¦xitos econ¨®micos -como antiguo ministro de Hacienda- que nadie que haya visto de cerca la experiencia brasile?a pone en duda. El establecimiento de una nueva moneda, el real, en un pa¨ªs de inflaci¨®n tradicionalmente desbocada, ha sido un ¨¦xito que todas las amas de casa han percibido al ir a la compra. En junio, la inflaci¨®n mensual alcanzaba casi el 50%. Se. redujo al 7% en julio y agosto, y en septiembre estaba en torno al 1%. Esto explica que Cardoso haya logrado cautivar a segmentos muy diversos del electorado. Ha obtenido muchos votos de los sectores m¨¢s pobres, ilusionados con una mejor¨ªa tan perceptible como es la consolidaci¨®n de la moneda. Y las clases m¨¢s pudientes no ten¨ªan otra alternativa para frenar a Lula. Con, el capital pol¨ªtico que cosech¨® el domingo, Cardoso tiene ahora la autoridad para acometer los muchos obst¨¢culos en el, camino hacia un Brasil no s¨®lo m¨¢s desarrollado, sino ante todo m¨¢s justo.
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