La fiesta de las copas inteligentes
Alrededor de 4.000 personas abarrotaron la verbena ultramoderna de Art Futura
Muchos acudieron porque sab¨ªan lo que iban a encontrar; muchos m¨¢s porque no ten¨ªan ni idea de qu¨¦ cosa es una fiesta cibern¨¦tica. La cuesti¨®n es que, al final, alrededor de 4.000 personas llenaron en la madruga da del domingo las instalaciones cubiertas del estadio de la Comunidad de Madrid. Se introdujeron en un mundo extra?o, oscuro y futurista, poblado de ordenado res omnipotentes, bebidas interactivas e inteligentes, m¨²sicas robotizadas, escenarios sacados de la pel¨ªcula Blade runner y pincha discos que, adem¨¢s, ponen v¨ªdeos.Uno de los asistentes, Mariano Trincado, que hab¨ªa ido "por pura curiosidad", resum¨ªa la actitud de esa parte del p¨²blico que igual se apunta a un concierto en San Isidro que a la fiesta que puso fin a la semana dedicada a la cibercultura organizada por el grupo art¨ªstico Art Futura: "?Qu¨¦ pasa? ?Que ahora toca cibernismo? Pues cibernismo".
"La cibercultura intenta mezclar las ¨²ltimas t¨¦cnicas con el arte", explicaba Danni Pannullo, uno de los 200 artistas participantes. "Consiste en la fusi¨®n de varias artes: v¨ªdeos, ordenadores, m¨²sica, teatro, escultura...", explicaba, por su parte, Jacobo Pons, otro de los participantes. "Se trata tambi¨¦n de que el p¨²blico participe y de dar salida al ocio; de que no se salga por salir, sino para algo m¨¢s", a?ad¨ªa Pons, cuyo montaje no pudo ser puesto en pie por el aluvi¨®n de gente que acudi¨® a La Peineta.
La fiesta ten¨ªa previsto comenzar a las doce, pero un nada futurista problema la retras¨® casi una hora: en la puerta se form¨® un aut¨¦ntico l¨ªo con la lista de invitados. Al final, todos entraron, y por los pasillos y las instalaciones cubiertas del estadio, uno iba de sorpresa en sorpresa: en una sala, unas m¨¢quinas extra?as, compuestas por una pantalla cil¨ªndrica giratoria dentro de una luz, garantizaban el alucine sin ingerir nada; bastaba, seg¨²n rezaban las instrucciones, con ponerse a 50 cent¨ªmetros de la m¨¢quina, cerrar los ojos y girar la cabeza lentamente. Algunos lo consegu¨ªan: "Veo luz blanca; es magn¨ªfico", comentaba Elena Larre?o, de 29 a?os. Otros, no. "Ya ves, t¨ªo, qu¨¦ bobada: pongo yo una l¨¢mpara en una bombilla en mi casa y flipo al personal", contaba un espectador.
En la primera planta, un pinchadiscos encerrado en algo a medio caballo entre una tribuna y una jaula pon¨ªa ininterrumpidamente las ultim¨ªsimas tendencias del tecno. El p¨²blico bailaba cubata en mano. Cubata o bebida inteligente: en un mostrador se serv¨ªan c¨®cteles interactivos, mezclas compuestas por vitaminas, amino¨¢cidos y plantas ex¨®ticas que, dicen, son capaces de reconstruirte la memoria.
"Pues s¨ª, s¨ª que funcionan estas bebidas", comentaba Juanba Cucarrella, que ya ten¨ªa experiencia, No todos coincid¨ªan. "Oye, ?cu¨¢nto cuesta una bebida interactiva?", preguntaba un asistente a una chica en el puesto de los c¨®cteles. "Setecientas pesetas, lo mismo que un whisky, pero yo que t¨² tomaba el whisky: te aseguro que interactiva m¨¢s", respond¨ªa la chica.
"La idea es muy buena", explicaba Javier L¨®pez, quien se confeso un aficionado hace a?os a la cultura cibern¨¦tica. "Pero hay pocos ordenadores, mucha gente, bastante mogoll¨®n, improvisaci¨®n y falta de preparaci¨®n", comentaba. "Mucho porro y poca t¨¦cnica", resumi¨®, mientras se alejaba del estadio de madrugada.
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