Otra vez
La broma del pasado fin de semana ha sido la renovada presencia del Ej¨¦rcito iraqu¨ª en la frontera de Kuwait. En respuesta a esta nada despreciable amenaza del impredecible dictador de Bagdag, las Fuerzas Armadas de Kuwait han hecho lo que el chaval en el anuncio de los zumos de fruta: ponerse en primera l¨ªnea, sacar pecho y llamar al primo, con lo que la fanfarronada de Sadam Husein ha sido parada en seco. Las lecciones aprendidas hace cuatro a?os han dictado la reacci¨®n de EE UU. La afici¨®n de Sadam Husein a lo que lo ingleses llaman brinkmanship, la habilidad de llevar las cosas al borde mismo del precipicio por comprobar hasta d¨®nde llega la tolerancia del adversario a la provocaci¨®n, acab¨® desencadenando la invasi¨®n iraqu¨ª en agosto de 1990.No est¨¢ el horno para nuevas guerras. Porque, con las excepciones de la garant¨ªa del suministro del petr¨®leo a Occidente y de la paz israelo-palestina, que no es poco, ninguno de los objetivos locales de la acci¨®n aliada contra Sadam se ha cumplido cabalmente. Ni ha perdurado el ilusionante nuevo Orden Internacional instituido entonces (aunque yo estar¨ªa dispuesto a defender algunas de sus consecuencias), ni han resultado democratizadas las monarqu¨ªas del Golfo, ni se ha aligerado la suerte de los iraqu¨ªes.
Antes al contrario, la suerte de los iraqu¨ªes ha empeorado notablemente en estos cuatro a?os. Por una parte, por efecto del embargo de Naciones Unidas y de la prohibici¨®n de ex portaci¨®n de crudo iraqu¨ª -principal ganap¨¢n de Bagdag-; por otra, porque contrariamente a las falsas promesas de Sadam Husein, nada ha cambiado en aquel torturado pa¨ªs. Los iraquies comen cada vez menos y los -que osan protestar son someramente pasados por las armas. Un breve momento de firmeza aliada al final de la Tormenta del Desierto hizo que se concibiera la esperanza de que la suerte del pueblo kurdo en el norte de Irak llegar¨ªa a mejorar. Sadam incluso le. pro meti¨® una cierta autonom¨ªa y, desde luego, libertades y reconocimiento de su identidad nacional. Pero eso hubiera -equivalido, por parte de Occidente, al reconocimiento de la existencia de una regi¨®n kurda con parcelas de Turqu¨ªa, de Siria, de Ir¨¢n y. en cierto modo de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica: un Kurdist¨¢n independiente y rico en petr¨®leo. Si se suma el reconocimiento de libertades prometido por Sadam ¨¢ Ios shi¨ªes del sur del pa¨ªs, la nueva apertura habr¨ªa supuesto la des membraci¨®n de Irak con las consiguientes- repercusiones para la estabilidad de una zona ya gravemente amenazada por el integrismo iran¨ª. Demasiado terremoto para un Occidente que apenas entonces empezaba a recuperarse de la conmoci¨®n causada por la ca¨ªda de los muros. Concluida la guerra, los aliados decidieron dejar en paz a Sadam. Ello se debi¨®, primero, a que la Tormenta del De sierto hab¨ªa sido concebida para de salojar a Sadam de Kuwait y no de Bagdad, y segundo, a la seguridad de que los enemigos interiores acabar¨ªan con ¨¦l. Pero el dictador no ten¨ªa afecta da la tiran¨ªa interior: tras un peque ?o bache, recuper¨®, el control sobre el pa¨ªs jugando al brinkmanship (como lo demuestran los sucesivos roces ha bidos con las comisiones de la ONU a la hora de la comprobaci¨®n del des mantelamiento de su industria militar).
Y lo que es m¨¢s,como buen poquerista, hab¨ªa guardado algunas cartas con las que jugar en el tablero pol¨ªtico. De ah¨ª su anuncio de que ha negociado con Rusia, Francia y China, su sugerencia de que ha captado su comprensi¨®n frente a la intolerancia anglosajona, y su declaraci¨®n de que conserva algunas bazas pol¨ªticas (su acepci¨®n del statu quo tras la guerra) a cambio de la relajaci¨®n de las sanciones.
Eso, el creciente descontento del pueblo, y la presi¨®n de elementos radicales y por ende peligrosos de su Ej¨¦rcito, son los tres motivos que le han empujado a la nueva baladronada. De no haberse producido contestaci¨®n alguna, la semana que viene habr¨ªa ocupado la zona desmilitarizada, y, luego los puestos fronterizos, y luego una isla, y luego lo que se terciara. Sigue comprendiendo mal el funcionamiento de las mentes occidentales y, por consiguiente, cree que una nueva derrota militar volver¨ªa a no producir su desestabilizaci¨®n interior. Por eso es bueno que Clinton haya a?adido la amenaza de que, si Sadam Husein reemprendiera una aventura militar contra Kuwait, el objetivo de EE UU, ahora, ser¨ªa adem¨¢s el derrocamiento del r¨¦gimen iraqu¨ª.
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