Los invisibles muros de Berl¨ªn
El Este y el Oeste siguen presentes en la vida cotidiana de la antigua y futura capital alemana
ENVIADO ESPECIALTienen el mismo aspecto y hablan el mismo idioma. Son ciudadanos libres de una capital que hace apenas cinco a?os derrib¨¦ casi con u?as y dientes el vergonzoso muro que la hab¨ªa dividido durante 28 a?os. Pero la ca¨ªda de la muralla, de la que apenas quedan unas piedras para el recuerdo, no ha borrado las huellas de un pasado de enfrentamiento en primera l¨ªnea de la guerra fr¨ªa. La ausencia de peri¨®dicos que se distribuyan en toda esta metr¨®poli de 3,5 millones de habitantes, los bloques grises del realismo socialista al Este y los luminosos anuncios de multinacionales al Oeste, los carteles electorales de los ex comunistas en el sector oriental y los m¨ªtines del canciller Helmut Kohl en la zona occidental demuestran bien a las claras que invisibles muros recorren todav¨ªa la geograf¨ªa de la capital alemana. Quiz¨¢s el fren¨¦tico y ca¨®tico tr¨¢fico sea el ¨²nico elemento de cohesi¨®n de una ciudad abigarrada y ¨²nica en Europa.
Uno de los chistes m¨¢s famosos en el Berl¨ªn del muro se refer¨ªa a un borracho que en pleno centro preguntaba a un polic¨ªa d¨®nde se encontraba. El agente respond¨ªa con el nombre de la calle, pero el borracho balbuceaba: "Nada de detalles, s¨®lo el pa¨ªs, por favor". La broma ofrec¨ªa una fiel imagen de la esquizofrenia en la que Berl¨ªn ha vivido entre 1961 y 1989. Tras los primeros meses de j¨²bilo por la libertad tras la hist¨®rica jornada del 9 de noviembre de hace cinco a?os, las aguas del r¨ªo Spree han vuelto a un cauce incierto. Infinitas fronteras separan a los berlineses en muy ricos y muy pobres; en alemanes y en turcos (m¨¢s de 200.000 viven en la capital), en gentes de orden y grupos alternativos, en nost¨¢lgicos de los tiempos del Reich y en modernos del dise?o y de la cultura. "Todos los muros caen alg¨²n d¨ªa" se pod¨ªa leer en una de las pintadas m¨¢s famosas que acogi¨® el inmenso pared¨®n de la guerra fr¨ªa. Pero despu¨¦s de la euforia los berlineses, perplejos, buscan todav¨ªa un modelo de futuro.
"Los berlineses todav¨ªa. no se han recuperado del choque que supuso la ca¨ªda del muro", cuenta Gerd Novakowski, responsable de informaci¨®n local del Tageszeitung, uno de los diarios m¨¢s prestigiosos y radicales de. Berl¨ªn. "No existe una identidad y no tenemos un punto de referencia de c¨®mo ser¨¢ la capital dentro de cinco o de diez a?os. La verdad es que el muro sigue existiendo porque los vecinos viven encerrados como anta?o en sus antiguos barrios sin apenas contacto de unos con otros. Es cierto que se van aproximando los niveles de vida, pero de un modo muy lento". En las calles de este Berl¨ªn invadido de gr¨²as de construcci¨®n y de restauraciones en todas las esquinas, un militante de la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU) despotrica y exclama en voz alta: "?Para qu¨¦ damos nuestro dinero al otro lado si despu¨¦s nos lo agradecen votando a los ex comunistas?".Apenas unos centenares de metros en direcci¨®n al Este una jubilada que fue funcionaria de la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) se lamenta en voz alta del intenso tr¨¢fico de las avenidas, antes s¨®lo surcadas por rudimentarios Ladas del partido, y por el galopante aumento del desempleo. En medio, a fuego cruzado, una joven estudiante. de Filolog¨ªa, que confiesa votar a los verdes, blasfema contra los llamados arquitectos vanguardistas que pretenden convertir el centro de Berl¨ªn en un nido de rascacielos en lugar de rehabilitar los bell¨ªsimos edificios hist¨®ricos del siglo XIX.
El pasado de Berl¨ªn est¨¢ a punto de ser enterrado, pero la nueva Berl¨ªn no ha surgido todav¨ªa. Mientras, Berl¨ªn se dispone a ejercer. como capital de Alemania cuando alumbre el nuevo siglo.
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