Me siento orgullosa
S¨ª, lo confieso, es la primera vez que me siento orgullosa de nuestros pol¨ªticos y no he podido resistir la tentaci¨®n de felicitarles p¨²blicamente. Su respuesta un¨¢nime ante las recomendaciones del Banco Mundial y el FMI me confirma que las cosas se juzgan de distinta manera cuando nos ocurren a nosotros (?se habr¨¢n cre¨ªdo que somos alg¨²n pa¨ªs tercermundista, acaso?).Es hora ya de dejar las cosas claras: las pol¨ªticas econ¨®micas que estos se?ores recomiendan, como toda pol¨ªtica econ¨®mica, responden a una ideolog¨ªa y no son ni mucho menos las ¨²nicas que se pueden aplicar. Son pol¨ªticas que favorecen a las clases privilegiadas (es curioso que sea la CEOE la ¨²nica que las apoye y que todos los bancos se hayan deshecho en agasajar a tan ilustres invitados) y perjudican a los m¨¢s d¨¦biles de la sociedad. Pero, sobre todo, lo que tiene que quedar claro es que es el Gobierno, elegido democr¨¢ticamente, el que debe marcar las prioridades econ¨®micas y sociales.
El problema se plantea cuando estos organismos internacionales asumen poderes ejecutivos y legislativos en los pa¨ªses del Tercer Mundo sin someterse a ning¨²n tipo de control. Tenemos que empezar a plantearnos que es imposible que un pa¨ªs se desarrolle cuando a la mayor¨ªa de su poblaci¨®n se le niega, entre otros derechos b¨¢sicos, la libertad para elegir una estrategia propia de desarrollo que respete su historia, su cultura y su entorno.
Como dice la Declaraci¨®n sobre el Derecho al Desarrollo de las Naciones Unidas: "La persona humana es el sujeto central del desarrollo y debe ser un participante activo y beneficiario del derecho al desarrollo". Algunos parecen haberlo olvidado. - Ana Bellver V¨¢zquez-Dodero.
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