Arafat, Peres y Rabin reciben el Nobel de la Paz por sustituir "el odio por la cooperaci¨®n"
Yasir Arafat, presidente de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP); Sim¨®n Peres, ministro de Asuntos Exteriores de Israel, e Isaac Rabin, primer ministro israel¨ª, "por orden alfab¨¦tico", recibieron ayer el Premio Nobel de la Paz de 1994 "por sus esfuerzos para alcanzar la paz en Oriente Pr¨®ximo". Al explicar los motivos de la concesi¨®n, Francis Sejersted, presidente del Comit¨¦ Nobel aludi¨® a los sufrimientos de ambas partes a lo largo de decenios de un conflicto cruento y se?al¨® que los tres galardonados "realizaron una contribuci¨®n hist¨®rica al proceso de paz sustituyendo la guerra y el odio por la cooperaci¨®n" a trav¨¦s de su compromiso con los acuerdos de Oslo y su posterior empe?o en llevarlos a la pr¨¢ctica.
La elecci¨®n del Comit¨¦ Nobel, radicado en la capital noruega, fue la esperada, pues en contra de la tradici¨®n de suspense que rodea habitualmente al nombre de los premiados, los de esta ocasi¨®n trascendieron hace d¨ªas. Las previsiones se cumplieron en lo que respecta a Rabin y Arafat, pero la inclusi¨®n de Sim¨®n Peres caus¨® sorpresa. El propio Sejersted se apresur¨® a dejar claro ante los periodistas reunidos en el local del Comit¨¦ Nobel en Oslo que ese dos a uno que supone un desequilibrio num¨¦rico en el reparto de m¨¦ritos no deb¨ªa interpretarse como que del lado israel¨ª se hubiese hecho m¨¢s esfuerzos en la b¨²squeda de la paz o como un reconocimiento mayor a una de las partes.La explicaci¨®n m¨¢s coherente, que ya circulara hace semanas en Noruega, es que la exclusi¨®n de Peres hubiera significado dejar de lado a uno de los principales arquitectos del proceso de paz, lo que hubiera sido injusto. Adem¨¢s, Rabin y Peres son rivales en el plano pol¨ªtico interno de Israel, lo que agreg¨® otro elemento para que los miembros del Comit¨¦ se forzaran en encontrar una soluci¨®n que se presum¨ªa salom¨®nica. Pero no lo fue a ojos de Mahmud Abbas, el palestino que negoci¨® los detalles de la paz con Peres. "Comprendo que den el premio a Abu Aminar [el nombre de guerra de Arafat] y a Rabin, pero si se suma a ellos Peres, tambi¨¦n deber¨ªa haberse a?adido al negociador palestino", manifest¨® un decepcionado Abbas en T¨²nez.
En mal momento
Arafat y Rabin recibieron con satisfacci¨®n el premio, que les llega en un mal momento en sus relaciones pol¨ªticas por el secuestro del soldado Nachshon Waxman. Ambos quisieron compartirlo con sus pueblos. "Este premio no es para m¨ª sino para mi pueblo, que ha sufrido tanto hasta que conseguimos la paz de los valientes; para nuestros m¨¢rtires, nuestros ni?os, para su futuro", coment¨® Arafat en Alejandr¨ªa, donde manifest¨® su esperanza de que el galard¨®n permita llegar a una "soluci¨®n global no s¨®lo para los palestinos, sino tambi¨¦n, para Jordania, Siria y L¨ªbano".
"Este premio es para toda la naci¨®n, para los ciudadanos del Estado de Israel, las familias que sufren, para los mutilados, para los miles de combatientes", dec¨ªa un comunicado le¨ªdo a la prensa por un secretario de Rabin, quien no compareci¨® en p¨²blico por estar ocupado con el caso del soldado secuestrado el domingo por los islamistas de Ham¨¢s. "Ahora mismo el soldado Nachshon Waxman est¨¢ en una mazmorra de Ham¨¢s. Su angustia es la nuestra. Hicimos la paz con los palestinos para que todo pudi¨¦ramos vivir en paz".
Para Rabin "si no hay seguridad no habr¨¢ paz. Los palestinos se encuentran en el momento de la verdad. Si no dominan a los enemigos de la paz, los enemigos de la paz les dominar¨¢n".
Por diversas circunstancias, en buena medida ajenas al Comit¨¦ Nobel, el anuncio del galard¨®n estuvo empa?ado por una serie de graves contratiempos. En primer lugar, el desacuerdo de uno de los miembros con la decisi¨®n del Comit¨¦ y su subsiguiente renuncia determina una fractura en un frente habitualmente monol¨ªtico. Pero m¨¢s importante que esto," el premio se hace p¨²blico cuando los acuerdos, que hab¨ªan nacido entre algodones y han estado sometidos a toda clases de tensiones, atravisan ahora momentos cr¨ªticos, como record¨® con vigor Rabin.
Los acuerdos de Oslo, ratificados con toda la pompa ante los ojos del mundo el 13 de septiembre del pasado a?o en Washington, supusieron un momento de apogeo en la pol¨ªtica exterior del pa¨ªs escandinavo, que goz¨® entonces de un protagonismo internacional inusual. El palad¨ªn de ese proyecto fue el ex ministro de Exteriores de Noruega, Johan Jorgen Holst, a quien su muerte le impidi¨® estar presente en la culminaci¨®n del proceso que hab¨ªa puesto en marcha.
Cuando en mayo de 1993 asumi¨® su cargo se plante¨® con un n¨²cleo de colaboradores muy cercanos la tarea de buscar un acercamiento entre dos enemigos hasta entonces irreconciliables. Sus buenas relaciones con ambas partes facilitaron la tarea. Y, sobre todo, un estilo de diplomacia que logr¨® crear un clima de familiaridad entre las partes y fue madurando sin presiones ni apremios de tiempo. La propia casa de Holst, su familia y sus amigos. contribuyeron a crear ese clima.
Trasladarlos acuerdos firmados a la realidad no ha sido tarea f¨¢cil, como demuestra el secuestro del soldado israel¨ª. Fuerzas muy activas e influyentes, no tanto por su n¨²mero como por su carga de dogmatismo por ambas partes, han amenazado permanentemente su viabilidad.
Tanto en Suecia como en Noruega, los primeros ministros Ingvar Carlsson y Gro Harlem Brutland, respectivamente, aplaudieron la decisi¨®n del Comit¨¦ Nobel, y Carlsson anuncio que cursaba de inmediato una invitaci¨®n a los galardonados para visitar Suecia.
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