King Kohl, tras los pasos de Adenauer
El canciller se cree digno de confianza, persistente y con capacidad para imponer su voluntad
Los 136 kilos encuentran dificil colocaci¨®n en los dos metros de estatura. Al canciller (jefe de Gobierno) de Alemania, el democristiano Helmut Kohl, le sobra carne por todas partes, a sus 64 a?os, para satisfacci¨®n de los caricaturistas, que le suelen representar con referencias gr¨¢ficas al mote de La Pera, provocado por la silueta de su cara. El orondo canciller podr¨ªa ser la representaci¨®n palpable de la a, pesar de la crisis, pr¨®spera Alemania, un pa¨ªs al que el resto de Europa contempla entre la envidia y la desconfianza.La batalla con los kilos resulta para Kohl m¨¢s dura y dif¨ªcil que la de derrotar a los sucesivos contrincantes de escaso peso, que una vez tras otra le presenta el Partido Socialdem¨®crata de Alemania (SPD). Cada verano, el canciller, realiza una cura de adelgazamiento en Austria, rebaja unos kilos y, al poco tiempo, los recupera, gracias a su capacidad de engorde y reconocida. voracidad. Medio en broma, cuenta Kohl que, cuando se despierta por la noche, no le impiden dormir los problemas de Alemania, sino resistir la tentaci¨®n de acabar con las viandas de la nevera.
Casi todos infravaloraron y se equivocaron con este gordo, que nunca se ha molestado por disimular ni su aspecto y acento provinciano, ni su desprecio por las acrobacias de los intelectuales.
Desde un primer momento, Kohl se defini¨® como generalista en pol¨ªtica, es decir experto en nada, pero desarroll¨® un instinto de poder que ni sus m¨¢s cercanos aliados pudieron imaginar. Uno de sus m¨¢s' sangrientos detractores fue el difunto l¨ªder del partido hermano b¨¢varo, el socialcristiano Franz Josef Strauss, quien alab¨® en cierta ocasi¨®n las cualidades teleg¨¦nicas de Kohl: "Cuando sale en la televisi¨®n y la gente lo ve en la taberna, piensan: 'Si ¨¦se lleg¨® a canciller, mi hijo puede aprobar el bachillerato".
Kohl aplic¨® con Strauss la vieja filosofia de sentarse a esperar el paso del cad¨¢ver, pol¨ªtico por supuesto, de su enemigo. Cuando Strauss consigui¨® en 1980, de forma entre inesperada y artera, la designaci¨®n como candidato de todos los democristlanos a canciller, a Kohl le bast¨® con esperar y ver c¨®mo se estrellaba el temperamental b¨¢varo. Contra el canciller socialdem¨®crata Helmut Schmidt, Strauss s¨®lo consigui¨® un 44,5%, por debajo del 48,6% de Kohl en 1976. Strauss arroj¨® la toalla, se retir¨® a Baviera y Kohl se qued¨® s¨®lo como l¨ªder indiscutido e indiscutible de la democracia cristiana. Si alguien se le opon¨ªa, era arrojado a las tinieblas. El camino de Kohl ha quedado sembrado con los cad¨¢veres pol¨ªticos de democristianos que osaron poner en tela de juicio su liderazgo.
Kohl va a lo suyo, y puede permitirse hacer escarnio de sus adversarios. No cesa de repetir que le importa un pito lo que escriban o piensen de ¨¦l. "Hace unos meses dec¨ªan que estaba acabado y por los suelos, nadie daba un c¨¦ntimo por m¨ª. Ahora escriben que soy un fen¨®meno. Unas veces me acusan de que me siento y no me ocupo de los problemas, y otras de ser un autoritario", ha venido comentando estos d¨ªas con tanta sorna como frecuencia.
En su ¨²ltima intervenci¨®n preelectoral ante las c¨¢maras de televisi¨®n, el presentador le pidi¨® que se autodefiniese a base de enumerar las tres cualidades que cree le adornan. Kohl mencion¨® que se considera digno de confianza, persistente y con capacidad para imponer su voluntad. En el mismo programa, en vivo y cara al p¨²blico, qued¨® manifiesta su escasa capacidad para admitir la cr¨ªtica, cuando algunos j¨®venes le expon¨ªan las dificultades para encontrar trabajo. Kohl se revolv¨ªa inquieto y se negaba a admitir tal posibilidad o que otro joven expresase su indignaci¨®n por haber caracterizado a los poscomunistas del Partido del Socialismo Democr¨¢tico como 'fascistas pintados de rejo". Con cazurrer¨ªa, Kohl replic¨® que esa frase no es suya, sino del l¨ªder hist¨®rico del SPD, Kurt Schumacher. Lo que no dijo es que Schumacher lo habr¨¢ dicho tal vez en un par de ocasiones y ¨¦l lo ha repetido miles de veces en todas sus intervenciones en la reciente campa?a electoral. S¨®lo por eso puede atribuirse ya a Kohl, aunque sea por v¨ªa de usufructo continuado, la paternidad de la expresi¨®n.
No le importa a Kohl reconocer que comete errores: "Cuando se toman muchas decisiones, claro que se cometen errores". Uno de ellos fue cuando compar¨® al l¨ªder sovi¨¦tico Mijail Gorbachov con el propagandista nazi Josef Goebbels. Supo rectificar a tiempo y darse cuenta de que la reunificaci¨®n alemana pasaba a trav¨¦s de Gorbachov, y consigui¨® sacar a ¨¦ste el visto bueno para la decisi¨®n que le permitir¨¢ pasar a los manuales como el canciller de la reunificaci¨®n. Ni en sue?os se imaginaban que algo as¨ª ser¨ªa posible, pero el generalista Kohl, que se doctor¨® en Historia, acert¨® a subirse en el ¨²ltimo minuto al tren en marcha de la misma.
En plena euforia reunificadora, no vacil¨® Kohl en prometer "paisajes floridos" para la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana que, bajo el impacto del cambio de sistema socioecon¨®mico sufr¨ªa una reconversi¨®n industrial y mental de caballo. Con su abundancia y oronda presencia, Kohl resulta un excelente vendedor de optimismo, y eso se traduce en votos.
"A fin de a?o adelantar¨¦ a un austriaco que fue canciller en Alemania [Hitler] y ser¨¦ el tercero con m¨¢s tiempo en el cargo desde Bismarck", comentaba hace unos d¨ªas pensando que iba a ser reelegido, tras 12 a?os en la canciller¨ªa. Ayer, tropez¨®, pero no se cay¨® y si cumple como canciller los pr¨®ximos cuatro a?os de mandato, batir¨¢ la marca de 14 de Konrad Adenauer. Ya s¨®lo le quedar¨¢ superar a Bismarck. Anunci¨® tambi¨¦n aquel d¨ªa que, de ser elegido, se retirar¨¢ en 1998. Aunque siempre le pueden entrar ganas de rebasar a Bismarck, quien fue canciller 19 a?os.
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