EE UU impide a Aristide pisar la calle por razones de seguridad
ENVIADO ESPECIALLa gran misa de acci¨®n de gracias en la Catedral se celebr¨® ayer solemne como siempre, abarrotada de fieles y de bellas canciones populares, pero sin la esperada presencia de Jean-Bertrand Aristide. El presidente no asisti¨® por razones de seguridad. Los estadounidenses, tras mostrarle el s¨¢bado a su pueblo parapetado tras un grueso cristal blindado, han decidido ahora no arriesgarse en actos abiertos, en los que Aristide podr¨ªa ser un blanco f¨¢cil para. sus enemigos. Esta ausencia del presidente que, en 24 horas a¨²n no ha pisado la calle, genera desilusi¨®n en un pueblo que le aguard¨® paciente.
Aristide tiene una labor indigente por delante antes de darse ba?os de multitud, asegura un destacado pol¨ªtico haitiano. Debe lograr, entre otras cosas, que funcione la electricidad, a?ade ir¨®nico. Todo pasa por la formaci¨®n r¨¢pida de un nuevo Gabinete que ocupe sus puestos y comience a trabajar en la reconstrucci¨®n del pa¨ªs.
El prolongad¨ªsimo abrazo en el aeropuerto entre Aristide y Robert Malval, su primer ministro dimisionario, no es interpretado como un inesperado s¨ªntoma de reconciliaci¨®n entre ambos. Malval, cuya designaci¨®n en agosto fue consecuencia de los acuerdos de la isla del Gobernador en julio de 1993, acus¨® a Aristide en diciembre de ese mismo a?o de no querer volver a su pa¨ªs mientras que sus ministros se jugaban la vida cada d¨ªa frente a los militares. "El abrazo fue un accidente forzado por la televisi¨®n", asegur¨® un observador de la ONU. Malval est¨¢ descartado para seguir en el cargo, por muy favorito que sea de Washington. Los nombres que se manejan son muchos, pero dos destacan sobre todo: el ministro de Planificaci¨®n, Jean-Marie Ch¨¦restal y Marc Michel, un empresario del tipo de Malval.
Interpretaci¨®n del discurso
La relectura pol¨ªtica del bello y po¨¦tico discurso de Aristide, deja abiertas algunas interrogantes. La ausencia de toda menci¨®n a la clase empresarial -s¨®lo uno de sus miembros, Gregori Mebbs, fue invitado a la ceremonia- es un castigo moral a su destacada participaci¨®n en el golpe de septiembre de 1991, el que ech¨® a Aristide del poder.Tampoco hizo Aristide menci¨®n alguna a los que como el alcalde de Puerto Pr¨ªncipe, Evans Paul, se quedaron en Hait¨ª para luchar por la democracia. Paul, con cierto toque c¨ªnico, argumenta ahora que ese olvido se debe a que ellos lucharon por la democracia y no s¨®lo por Aristide. Tampoco hubo menci¨®n a sus aliados.
"Era un discurso dedicado en un 90% a la comunidad internacional y un 10% a los haitianos", dice el observador de la ONU "No era el discurso esperado". Destaca sin embargo como hecho positivo los reiterados llamamientos a la paz y a la concordia. La traducci¨®n del concepto de reconciliaci¨®n lo hace Paul al decir que el objetivo es la "cohabitaci¨®n pac¨ªfica".
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