?Que vienen los comunistas!
Berl¨ªn vuelve a dividirse con el ascenso en el sector oriental del PDS, sucesor del r¨¦gimen de la RDA
"Voy a votar a cualquier partido menos al PDS (Partido del Socialismo Democr¨¢tico). No queremos que vuelvan los tiempos de la dictadura comunista y del Estado policiaco. Cualquier cosa menos el regreso al pasado ". La opini¨®n de Gerhard Lederer, un f¨ªsico de 50 a?os, resume el temor de una mayor¨ªa de berlineses que todav¨ªa se preguntan c¨®mo es posible el imparable ascenso de los poscomunistas apenas cinco a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del muro.A las puertas de una guarder¨ªa que sirve como colegio electoral en Hellersdorf, en los confines de Berl¨ªn oriental, entre descampados, bosque y bloques de cemento gris del m¨¢s puro realismo socialista, Lederer y su mujer confiesan: ."Es cierto que ha aumentado el desempleo y que se ha incrementado la delincuencia, pero la libertad tiene sus costes. Los viejos tiempos no volver¨¢n nunca m¨¢s".
El presidente del PDS, el elegante y refinado abogado Gregor Gysi, opta a un mandato directo en este distrito de Hellersdorf, donde las estaciones de metro parecen sacadas de escenas de esp¨ªas de la guerra fr¨ªa o de la genial pel¨ªcula Un, dos, tres, de Billy Wilder.
Los votantes que acuden a ejercer su derecho, que tuvieron prohibido durante cuatro eternas d¨¦cadas, reflejan los profundos cambios sociales que ha experimentado Berl¨ªn oriental. Llegan en Mercedes de segunda mano o en lujosos BMV pero tambi¨¦n en bicicletas o sencillamente a pie.
Un grupo de cabezas rapadas en un viejo y destartalado Travi, el veh¨ªculo insignia de la antigua RDA, se cruzan a la entrada del colegio electoral con unas pulcras ancianas que despotrican en voz baja contra los ruidosos j¨®venes.
Las posibles respuestas al ascenso del PDS las ofrece a 200 metros de la m¨ªtica puerta de Brandeburgo y junto a la famosa avenida Unter den Linden un mec¨¢nico de 28 a?os que ha acudido al colegio electoral con su mujer y con dos ni?os de corta edad. Manfred Singhammer comenta que ha votado por el PDS, aunque no desea en modo alguno que los poscomunistas vuelvan al poder. "Lo ¨²nico que quiero es que haya una oposici¨®n fuerte y cr¨ªtica en el Bundestag. Ni se me ha pasado por la cabeza votar a la Democracia Cristiana, de Helmut Kohl y las propuestas de los socialdem¨®cratas no terminan de convencerme".
La batalla electoral se ha planteado con toda su crudeza en los dos sectores de Berl¨ªn, pero. con protagonistas distintos. Mientras en la zona occidental de. la capital alemana, la democristianan CDU y los socialdem¨®cratas del SPD se disputan la hegemon¨ªa, en los distritos orientales la lucha ha sido encarnizada entre los socialdem¨®cratas y los poscomunistas.
El veterano escritor antisfascista y antiestalinista Stefan Heym, de 81 a?os, y candidato del PDS, y el cuarent¨®n te¨®rico y dirigente del SPD, Wolfgang Thierse, simbolizan esta disputa entre dos formaciones bien distintas de la izquierda alemana. Ambos han reconocido su respeto por el contrincante hasta el punto de que el viejo Heym -que presidir¨¢ la mesa de edad del Bundestag en caso de ser elegido- ha llegado a afirmar: "La verdad es que me invaden sentimientos contradictorios y tambi¨¦n me alegrar¨ªa no tener que acudir al Parlamento de Bonn".
Trabajadores perjudicados por la crisis econ¨®mica, antiguos funcionarios y militares de la RDA que han perdido sus privilegios o sencillamente j¨®venes como Singhammer que apuestan por una dura oposici¨®n de izquierdas en el Parlamento federal, integran las filas de los votantes del PDS.
Los feudos de los poscomunistas se encuentran en el centro de Berl¨ªn y en los distritos obreros y orientales de Lichtenberg y Hellersdorf. Pankov, el distrito donde se concentraba el funcionariado del r¨¦gimen de la RDA, tambi¨¦n es plaza fuerte del PDS. Entre las cuatro zonas agrupan a m¨¢s de 600.000 electores en una metr¨®poli como Berl¨ªn que cuenta con algo m¨¢s de tres millones y medio de habitantes.
Valedor de los 'ossies'
Conf¨ªen en nosotros, reza el lema de la campa?a de los poscomunistas cuyos carteles son mucho m¨¢s visibles en el sector oriental que en el occidental. "Es el ¨²nico partido que se preocupa por los ossies (alemanes orientales)", se?ala a la puerta de un colegio Franz Wittmann, de 42 a?os, y vigilante jurado de profesi¨®n.Miles de berlineses se lanzaron ayer a las calles para aprovechar un fr¨ªo, pero soleado y precioso domingo de oto?o. Pero mientras en los barrios orientales la actividad dominguera se limitaba a los alrededores de la Alexanderplatz, el antiguo centro de la capital de la RDA, en la zona occidental los m¨²sicos callejeros tocaban sus melod¨ªas en las inmediaciones de las terrazas, mientras los caf¨¦s rebosaban de gentes de todas las edades que disfrutaban de los ¨²ltimos calores del oto?o.
Junto a la puerta de Brandeburgo grupos de turistas se fotografiaban ajenos al ambiente electoral y cruzaban divertidos bajo los arcos de un monumento que ha sido sucesivamente un s¨ªmbolo de las glorias, de la divisi¨®n y hoy de la reunificaci¨®n de Alemania.
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