Justicia en acci¨®n
HAN SIDO los 9.000 peque?os accionistas de Grand Tibidabo, que vieron volatilizarse sus ahorros gracias a los ¨²ltimos virtuosismos de Javier de la Rosa, quienes han conseguido por primera vez que un juez dicte, a petici¨®n del fiscal, auto de prisi¨®n incondicional contra el financiero. El proceso penal que da ahora sus primeros pasos incluye acusaciones de falsedad, estafa y apropiaci¨®n indebida. Todo ello por un caso que parece menor si se compara con su historial de grandes haza?as financieras.Ni el caso inaugural de la carrera del financiero, el agujero de 100.000 millones en el Banco Garriga Nogu¨¦s en 1984, ni la gran crisis de KIO en Espa?a con el hundimiento del Grupo Torras y la estela de 500.000 millones de p¨¦rdidas y de miles de empleos esfumados bastaron para que la justicia llegara al esclarecimiento de responsabilidades.
Es extra?o, demasiado extra?o, que De la Rosa haya gozado de tantas deferencias y complicidades cuando era de sobra conocida su trayectoria y su escuela, marcadas por un tipo de ingenier¨ªa financiera consistente en vaciar sociedades mediante la venta de activos, cobrar generosas comisiones y dejar que se pierda al final el rastro de los beneficios generados por las transacciones.
Entre estas deferencias se cuenta una cuesti¨®n que ha interesado especialmente a la fiscal¨ªa y al propio Parlamento de Catalu?a, como es el uso indebido de 1.000 millones de pesetas de un aval de 10.000 millones concedido por el Gobierno catal¨¢n a Grand Pen¨ªnsula para construir el parque recreativo Tibigardens. Al margen de la acci¨®n del juez, puede haber ah¨ª una responsabilidad pol¨ªtica en el control de los avales y en la promoci¨®n y apoyo a un negociante como Javier de la Rosa. As¨ª lo han expresado ya varios parlamentarios de la oposici¨®n, que piden la dimisi¨®n del consejero de Econom¨ªa y Finanzas, Maci¨¤ Alavedra.
Un aval de 1.000 millones y unas p¨¦rdidas de 7.000 millones en Grand Tibidabo -aunque los ahorros esfumados se eval¨²an en 30.000 millones- han sido as¨ª los hechos que han inducido a un juez a tomar cartas en el asunto, algo que muchos esperan desde hace a?os. Ahora s¨®lo falta que la orden de detenci¨®n, fundamentada en la alarma social generada, se convierta en realidad. Tiene De la Rosa mucho que contar y aclarar sobre ¨¦ste y otros casos.
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