"?Pueden hacerse humanistas los japoneses?"
El premio Nobel de Literatura de este a?o, el japon¨¦s Kenzaburo O¨¦, desea que se defina un nuevo humanismo que una a occidentales y asi¨¢ticos y se pregunta: "?Ser¨¢n humanistas los japoneses? ?se es el gran interrogante y mi esperanza con vistas al siglo XXI".Pregunta. Jean-Paul Sartre ha ejercido influencia sobre usted. El rechaz¨® el Premio Nobel. Usted lo ha aceptado. ?Por qu¨¦?
Respuesta. Sigo leyendo con frecuencia a Sartre. Su rechazo del Premio Nobel fue un gran mensaje. Pero, desgraciadamente, como escritor japon¨¦s, no tengo un mensaje semejante que transmitir. Al contrario, para m¨ª es un gran honor recibir ese premio como escritor asi¨¢tico. En Europa se concede a un individuo. Para los pa¨ªses no occidentales es m¨¢s bien el conjunto de los escritores contempor¨¢neos de ese pa¨ªs quien lo recibe en com¨²n. Cuando Yasunari Kawabata obtuvo el Premio Nobel en 1968 se consagr¨® la belleza tradicional de Jap¨®n. Esta vez, a trav¨¦s de m¨ª, el premio se ha otorgado al Jap¨®n de la posguerra, que sufre por sus heridas y trata de restablecerse.
P. ?Ha anunciado usted que renunciaba a la novela para dedicarse a otras formas de expresi¨®n literaria?
R. La prensa ha exagerado el sentido de mis declaraciones. Cuando escribo una novela, construyo un espacio que, en mi caso, es un valle al fondo de un bosque de Shikoku [su regi¨®n natal] y posteriormente creo mis mitos y mis personajes. Con mi ¨²ltima novela, El ¨¢rbol de color verde resplandeciente, agot¨¦ ese planteamiento. Tengo la impresi¨®n de recorrer caminos cien veces explorados. El Premio Nobel no ha hecho sino confirmar esa impresi¨®n. Me gustar¨ªa estudiar. Estoy releyendo a Spinoza, cuyas ense?anzas me parecen muy adaptadas al mundo contempor¨¢neo. Me voy a conceder cinco a?os, y despu¨¦s de ese retiro espero encontrar una nueva forma de expresi¨®n literaria. Ser¨¢, sin duda, una s¨ªntesis de varios g¨¦neros: me gustar¨ªa escribir textos comprensibles tanto para los ni?os llenos de esperanza como para los ancianos que la han perdido. No se puede volver a vivir la vida, pero si al examinar retrospectivamente mi conducta puedo descubrir una nueva luz, volver¨¦ a la p¨¢gina en blanco. Tal vez escriba un ¨²ltimo cap¨ªtulo, un ep¨ªlogo a mi vida.
P. Ha hecho usted reportajes sobre Hiroshima y sobre Okinawa. ?Qu¨¦ puede aportar el reportaje a la literatura?
R. Empec¨¦ a escribir cuando no ten¨ªa suficiente experiencia de la vida. Mientras hablaba de los problemas de mis coet¨¢neos aprend¨ªa c¨®mo era la sociedad en la que viv¨ªa. Si vuelvo a hacer reportajes, me gustar¨ªa que captaran al hombre en su integridad. El reportaje m¨¢s notable sobre el hombre sigue siendo el Infierno de Dante.
P. Sus novelas est¨¢n centradas en sus relaciones con Hikari, su hijo minusv¨¢lido. ?Habr¨ªa usted escrito las mismas novelas sin ese hijo?
R. Un cr¨ªtico dijo una vez que, sin Hikari, Kenzaburo O¨¦ no habr¨ªa existido. Desde hace 30 a?os, mis novelas han girado en torno a dos temas: la amenaza nuclear y la vida con un ni?o minusv¨¢lido. Pero, en ¨²ltimo t¨¦rmino, aquello sobre lo que se escribe no tiene importancia. A partir de una nader¨ªa, de un tema trivial o de una cuesti¨®n encontrada al azar, se puede alcanzar lo universal.
P. A trav¨¦s de sus novelas, ?ha dado usted voz a su hijo, que carec¨ªa de ella?
R. Desde luego. Vivir con un ni?o minusv¨¢lido es aprender cada d¨ªa algo nuevo, tener la experiencia cotidiana de la peregrinaci¨®n de Dante a trav¨¦s del infierno. Mis novelas han tomado forma a trav¨¦s de Hikari. Yo luchaba con las palabras por ¨¦l. Durante mucho tiempo, Hikari no pudo expresarse; m¨¢s tarde, a trav¨¦s de la m¨²sica, accedi¨® al mundo de la comunicaci¨®n. Ahora ya no tengo que ser su intermediario con el mundo. Por lo dem¨¢s, ?con qu¨¦ derecho podr¨ªa pretender expresarme en su lugar? Al no tener ya motivos para sustituirle, tampoco tengo razones para escribir novelas.
P. Su ¨²ltima novela termina con la palabra al¨¦grate. ?Qu¨¦ alegr¨ªa evoca usted?
R. Esa expresi¨®n est¨¢ sacada de un poema de William Yeats. La pronuncia mi h¨¦roe, en el que habitan el sufrimiento y el tormento. Querr¨ªa acabar mi vida con esa exhortaci¨®n.
P. Ese tema, se une a otro que subyace en su obra: buscar la salvaci¨®n sin Dios.
R. Temo la fe transformada en instituci¨®n, pero respeto al hombre que reza, sea quien sea al que se dirija.
P. Tras el nacimiento de su hijo viaj¨® usted a Hiroshima. Aquella experiencia marc¨® un punto de inflexi¨®n en su vida y en su obra.
R. Hiroshima y el nacimiento de mi hijo est¨¢n estrechamente ligados a mi vida interior. El problema consist¨ªa en saber si yo era capaz de aceptar ese hijo. Pens¨¦ en huir, en huir de aquel ni?o. Por eso fui a Hiroshima. All¨ª encontr¨¦ al m¨¦dico Fumio Shigeto, que fue el primero en tratar a las v¨ªctimas y que hab¨ªa sido tambi¨¦n perjudicado por la radiaciones. Me cont¨® que uno de sus j¨®venes colaboradores se hab¨ªa suicidado porque no soportaba m¨¢s la atrocidad de la enfermedad. Me identifiqu¨¦ con aquel joven m¨¦dico, y decid¨ª afrontar la existencia de mi hijo. Volv¨ª a escribir en funci¨®n de aquella decisi¨®n.
P. Ha escrito usted que entonces aprendi¨® a ser paciente.
R. Entonces yo era seguidor de Sartre, y para m¨ª la palabra absurdo ten¨ªa una gran importancia. El nacimiento de un hijo minusv¨¢lido es tr¨¢gicamente normal: la expresi¨®n, si la hay, de lo absurdo de la vida. Y yo opt¨¦ por la paciencia. No hay ninguna raz¨®n para ser paciente en la vida cotidiana, pero con la escritura se puede domesticar la paciencia.
P. Hay una ambig¨¹edad en el culto a Hiroshima. Desde luego, es el s¨ªmbolo de la destrucci¨®n y el dolor, pero tiende a hacer olvidar que la muerte siempre es inaceptable.
R. La experiencia de Hiroshima es una experiencia ambigua para los japoneses. Hay que tratar ese problema como una cuesti¨®n de civilizaci¨®n.
P. Morir a causa de un arma at¨®mica o por cualquier otra causa, ?no es lo mismo en todos los casos?
R. Cuando un individuo muere, su entorno puede acordarse de ¨¦l. Pero en Hiroshima la destrucci¨®n fue tan masiva que la memoria tambi¨¦n fue destruida. Milan Kundera escribe que la memoria es un arma que permite a los d¨¦biles luchar contra el poder. En Hiroshima, lo que se ha confiscado es el derecho de los d¨¦biles a permanecer en la memoria de los vivos.
P. En su discurso al recibir el Premio Nobel, Yasunari Kawabata evoc¨® la belleza de Jap¨®n. ?Cu¨¢l ser¨¢ el tema de su discurso?
R. El siglo XX ha sido el siglo de la modernizaci¨®n para mi pa¨ªs. Pero tiene un significado especial para los japoneses, porque fueron a la vez destructores y destruidos. Y pienso que los japoneses a¨²n no han captado en toda su dimensi¨®n esos acontecimientos. En mi discurso quiero subrayar c¨®mo deben entender los japoneses los acontecimientos del siglo XX. Eso permitir¨¢ presentar una imagen m¨¢s universal de los japoneses. Mi maestro Kazuo Watanabe, especialista en Rabelais, trat¨® de introducir en Jap¨®n la noci¨®n occidental del humanismo. ?Pueden hacerse humanistas los japoneses? ?se ser¨¢ el gran interrogante -y mi esperanza- con vistas al siglo XXI. Cuando se habla de humanismo se piensa en Francia o en Alemania. En otras palabras, el humanismo es el patrimonio de un individuo t¨ªpicamente europeo. Debemos captar exactamente lo que es el humanismo europeo, porque los asi¨¢ticos pueden tener tambi¨¦n su propio concepto del humanismo. Hay que tratar de establecer una correspondencia entre ambos conceptos, porque en ese punto los asi¨¢ticos y los occidentales se pueden encontrar. Recibo el Premio Nobel como escritor asi¨¢tico, y me gustar¨ªa poder aportar una nueva definici¨®n de humanismo que desembocara en algo universal que uniera los dos extremos del mundo.
P. ?Qu¨¦ piensa usted de la sociedad japonesa contempor¨¢nea?
R. Se encuentra estancada. Decir que Jap¨®n es rico y que est¨¢ econ¨®micamente desarrollado es una percepci¨®n simplista. Es un pa¨ªs que ha perdido su identidad. La pregunta que se nos plantea es c¨®mo encontrar de nuevo una identidad. En el extranjero se percibe frecuentemente a Jap¨®n como una sociedad homog¨¦nea: eso es un error. Es profundamente heterog¨¦nea. A partir de esa heterogeneidad, que est¨¢ en el centro de mi trabajo de escritor, hay que reconstruir nuestra identidad.
P. En el contexto del fin de la guerra fr¨ªa, del triunfo del liberalismo y de la ley del mercado, Jap¨®n se ve empujado a convertirse en una gran potencia. ?Qu¨¦ queda de los ideales pacifistas de la ¨¦poca posterior a la guerra?
R. No hay ninguna raz¨®n para que Jap¨®n se convierta en una gran potencia y, en mi opini¨®n, no lo debe hacer en modo alguno. Debemos aportar una contribuci¨®n econ¨®mica y financiera a Naciones Unidas si se nos pide. Jap¨®n no debe en ning¨²n caso llevar a cabo acciones militares. Se dir¨¢ entonces, con condescendencia, que Jap¨®n s¨®lo es una potencia econ¨®mica. ?Por qu¨¦ no? Se puede actuar con eficacia siendo s¨®lo eso. Tal vez sea anarquista, pero mi ideal ser¨ªa que todas las naciones renuncien a su poder y que s¨®lo lo tenga la Organizaci¨®n de Naciones Unidas. Mientras tanto, Jap¨®n podr¨ªa ser un ejemplo precursor de naci¨®n que act¨²a con el objetivo de ayudar a las dem¨¢s naciones.
P. ?Responde el pacifismo a la realidad del mundo contempor¨¢neo?
R. Hay que concretar a qui¨¦n va dirigida esa pregunta. Si es a los japoneses, ¨¦stos responder¨¢n que su pacifismo es eficaz. Desde luego, ese argumento es frecuentemente utilizado por los pol¨ªticos conservadores para justificar su pol¨ªtica de espera, pero los ciudadanos japoneses deben reafirmar sin cesar su adhesi¨®n al pacifismo. Jap¨®n se convertir¨¢ en un pa¨ªs terrible el d¨ªa en que los japoneses ya -no crean en el pacifismo.
P. ?Es lo que llama "vivir con dignidad" un tema recurrente de su obra?
R. Dignidad es la palabra que m¨¢s me sedujo cuando empec¨¦ a estudiar la literatura francesa. El hombre puede vivir con dignidad incluso en las peores condiciones. Un ni?o minusv¨¢lido que se desmaya tras una crisis epil¨¦ptica conserva su dignidad. Me gustar¨ªa escribir sobre esa dignidad. Para m¨ª hay dos tipos de hombres: los que saben conservar su dignidad pase lo que pase y los dem¨¢s.
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