La venganza de Oliver North
El histri¨®nico oficial que minti¨® al Congreso en el esc¨¢ndalo Iran-Contra acaricia el esca?o de senador
No s¨¦ si todo Virginia es como Potomac Mills. Pero si lo es, Oliver North ser¨¢ el pr¨®ximo senador por ese Estado. No todo Estados Unidos debe ser como Virginia, porque si lo es, el histri¨®nico oficial que minti¨® al Congreso y al pa¨ªs sobre el Ir¨¢n-Contra podr¨ªa acabar siendo presidente. De momento, sus posibilidades de conseguir lo primero y de consumar el m¨¢s alarmante fen¨®meno pol¨ªtico en las elecciones del 8 de noviembre son considerables.Potomac Mills es un gigantesco centro comercial donde al caer la tarde se re¨²ne la clase media suburbana y las familias de los militares que trabajan en el vecino Pent¨¢gono para hacer compras baratas. Hay poco inter¨¦s por la pol¨ªtica en un sitio como ¨¦se. En realidad, lo que hay es rechazo a la pol¨ªtica en su concepci¨®n tradicional, desprecio a los pol¨ªticos y desinter¨¦s por casi todo lo que tenga relaci¨®n con el Gobierno. Preocupan el crimen y los impuestos, se respeta a la gente que alardea de hablar de frente y se quiere una autoridad con mano dura. Punto.
No es sorprendente ver a Oliver North moverse como pez en el agua en ese terreno -"Si quieren cambiar el Washington de Bill Clinton, yo soy el candidato", dice su publicidad electoral- Pero s¨ª es un poco hiriente que esto tenga que ocurrir precisamente en un Estado como Virginia, escenario privilegiado de la historia de este pa¨ªs. A muy pocos -kil¨®metros de Potomac Mills, en Monticello, Thomas Jefferson, intelectual, liberal y refinado, debe de estar retorci¨¦ndose en su tumba ante este espect¨¢culo. Y hasta George Washington, militar y en¨¦rgico como ¨¦l, se sentir¨¢ inc¨®modo de que hayan colocado propaganda de North en la puerta de su vieja mansi¨®n. North fue condecorado en la guerra de Vietnam, pero el resto de sus batallas no fueron precisamente gloriosas.
Oliver North entr¨® en la peque?a historia norteamericana porque, a mediados de los a?os ochenta, sirvi¨® de agente de la Administraci¨®n de Ronald Reagan para venderle armas al Gobierno de Ir¨¢n con el fin de obtener dinero para la Contra nicarag¨¹ense. La investigaci¨®n posterior, y sobre todo su declaraci¨®n en el Congreso en medio de un circo televisado, le convirti¨® en una celebridad. Oliver North fue considerado culpable de haber destruido informaci¨®n oficial y de haber obstruido a la justicia, pero el caso ante los tribunales fue sobrese¨ªdo porque la acusaci¨®n no pudo utilizar informaci¨®n que el oficial del Ej¨¦rcito hab¨ªa suministrado al Congreso acogi¨¦ndose a inmunidad. Desde entonces se dedic¨® a escribir libros, conceder entrevistas y, en definitiva, a la carrera pol¨ªtica.
Nadie pod¨ªa imaginar entonces que llegar¨ªa tan lejos. Nadie pod¨ªa tampoco creer que el terreno de Virginia estar¨ªa tan abonado para los chistes f¨¢ciles sobre Bill Clinton, a quien North presenta con frecuencia como un peligroso izquierdista. Pero, sobre todo, nadie pod¨ªa anticipar que Oliver North, a sus 50 a?os, se encontrar¨ªa con un rival tan vulnerable como el actual senador dem¨®crata Chuck Robb. A sus reconocidos esc¨¢ndalos sexuales, Robb suma su estrecha colaboraci¨®n con el presidente, una virtud muy discutida en estos tiempos y en estas tierras.
Chuck Robb fue tambi¨¦n marine en su juventud y est¨¢ casado con una hija del ex presidente Lyndon Johnson. A?os atr¨¢s, cuando colabor¨® con la Administraci¨®n de Reagan y se presentaba como un moderado, su nombre lleg¨® a sonar como un aspirante a la Casa Blanca. Pero la campa?a de North ha rematado su prestigio con un anuncio en el que se asegura que el senador consum¨ªa coca¨ªna durante sus org¨ªas en Virginia Beach.
Oliver North ech¨® ya de la carrera electoral nada menos que al antiguo gobernador de Virginia, Douglas Wilder, que en 1992 fue aspirante a la presidencia. Y, con m¨¢s de 11 millones de d¨®lares reunidos en esta campa?a, multiplica ya por cinco los apoyos econ¨®micos recibidos por Robb.
Los argumentos de North son simples: no al aborto, aunque se trate del fruto de una violaci¨®n; no al control de armas; no a la libertad condicional para los presos; no a los homosexuales -ni en el Ej¨¦rcito ni fuera de ¨¦l-; no a los impuestos. Propone m¨¢s inversi¨®n en c¨¢rceles y en las Fuerzas Armadas, de las que se dice su abanderado y protector, con un discurso pseudopatri¨®tico que produce entusiasmo entre sus seguidores y v¨®mitos entre sus contrarios.
"No es de extrema derecha, simplemente comulga con el promedio ideol¨®gico de este Estado", dice su portavoz, John Koziak. "En cierta medida, North representa el cl¨¢sico populismo que dice defender a la gente com¨²n contra el atrincherado establecimiento", afirma el historiador Michael Kazin. Ese establecimiento que un d¨ªa lo quiso utillizar como chivo expiatorio y contra el que ahora clama venganza.
Entre los suyos se le conoce como Ollie, o "el h¨¦roe". El n¨²mero de los suyos ha ido creciendo en la medida en que crecieron sus posibilidades electorales. Inicialmente respaldado por la derecha cristiana y el ala m¨¢s derechista del Partido. Republicano, otros se?alados dirigentes del grupo de la oposici¨®n se han sumado posteriormente a la candidatura de North. El senador Bob Dole, el ex vicepresidente Dan Quayle, Jack Kemp, Plill Gramm y Dick Cheney han participado, con mayor o menor entusiasmo, en actos de apoyo al candidato de Virginia. El ¨²ltimo en a?adirse a esa lista fue el ex secretario de Estado James Baker, quien confes¨® a The New York Times: "Yo no estoy de acuerdo con todo lo que haya dicho o hecho North durante la Administraci¨®n de Reagan, pero eso no quiere decir que no prefiera que los republicanos tengan el control del Senado, y North podr¨ªa muy bien estar llamado a ocupar uno de los asientos". North tuvo una fuerte contesta ci¨®n para conseguir la nomina ci¨®n como candidato por su propio partido. Hubo dirigentes republicanos que dijeron que lo ¨²ltimo que har¨ªan en la vida ser¨ªa votar por ¨¦l. Todos ellos han cambiado de opini¨®n. Solamente su antiguo jefe, Ronald Reagan, que llam¨® a North "mentiroso" por mencionarle como principal responsable del Ir¨¢n-Contra, se ha negado a expresarle su respaldo a esta nueva y pol¨¦mica figura conservadora.
La campa?a electoral en Virginia es una de las m¨¢s sucias del pa¨ªs. Ha sido calificada por la prensa de "batalla entre mentirosos", porque ambos candidatos dedican m¨¢s tiempo a desmentir su pasado que a ofrecer un futuro. Oliver North lo tiene m¨¢s f¨¢cil porque, en el fondo, el Ir¨¢n-Contra es un asunto superado en este pa¨ªs. "Bill Clinton es un peligro real y presente. El Ir¨¢n-Contra es una vieja historia", afirma Mark Merritt, uno de los asesores del candidato republicano.
Clinton ha sido el objeto preferido de los ataques de North. Recientemente, cuando el presidente decidi¨® enviar una numerosa fuerza militar para contener la movilizaci¨®n del Ej¨¦rcito de Irak, North dijo que, por culpa de las reducciones presupuestarias impuestas por Clinton, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos no ten¨ªan hoy capacidad para repetir la guerra del Golfo.
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